EL PAíS › CHICANAS EN EL CONGRESO

Cosas raras también en el recinto

 Por Felipe Yapur

Los justicialistas suelen jactarse de la forma en que sobrellevan las contradicciones internas del partido. Aseguran que son ellas las que les permiten afrontar las duras condiciones de un gobierno. Sin embargo, la disputa de poder que llevan adelante Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde provocó más de un ceño fruncido entre los que dirigen el bloque oficialista. El fracaso de la sesión donde el oficialismo pretendía aprobar el envío de tropas de Haití fue un llamado de atención para el kirchnerismo. Desde este sector vieron “una mano extraña” que provino desde el duhaldismo que, según los seguidores del Presidente, “volverá cada vez más difícil la convivencia en el bloque hasta tanto no se defina la pelea de sus jefes”.
Curiosamente, las cabezas visibles de uno y otro sector provienen de la provincia de Buenos Aires. Del lado más duro del duhaldismo está Eduardo Camaño, el titular de Diputados que se introdujo en la disputa con un comunicado de prensa que llevaba el membrete de la presidencia de la Cámara baja. En la vereda de enfrente está José María Díaz Bancalari, quien ha comenzado a recorrer el conurbano de la mano de los intendentes más cercanos al Presidente, como Hugo Curto de Tres de Febrero, con vistas a la presidencia del PJ bonaerense, paso previo a la candidatura a gobernador. Bancalari prefirió poner paños fríos, convencido de que todavía es demasiado temprano para que Kirchner se pelee con el caudillo de su provincia. Esta estrategia también incluye, de paso, su propia aspiración electoral.
Mientras la pelea por la coparticipación estaba limitada al Presidente y al gobernador Felipe Solá, el duhaldismo se mantenía prescindente. Incluso algunos conspicuos representantes del ex presidente aseguraban que no iba a afectar la suerte parlamentaria de las iniciativas del Ejecutivo: “La coparticipación está dentro de un paraguas protector”, aseguró a Página/12 uno de los hombres que suele acompañar a Duhalde en los viajes que le implican su cargo en el Mercosur.
Sin embargo, una vez que Duhalde se incorporó a la disputa el cacareado paraguas desapareció. La prueba más palpable fue la caída de la sesión referida al caso Haití. “Ese día ocurrieron cosas raras en el recinto”, señaló uno de los dirigentes de la conducción del bloque. El hecho raro al que hace referencia fue el cierre de las puertas del recinto que ordenó Camaño momentos antes de votar la habilitación del tema Haití. “No existe en el reglamento un artículo que le permita al presidente mandar a cerrar las puertas. Lo hizo convencido de que perdíamos la votación porque de lo contrario postergaba unos minutos la votación hasta tanto llegaban los diputados retrasados”, aseguró el legislador kirchnerista. Los retrasados, vale la pena recordarlo, eran los hiperduhaldistas Alfredo Atanasof y Daniel “Chicho” Basile, entre otros.
Ese día Camaño acusó a los radicales de ser los responsables del fracaso porque habían cambiado su voto horas antes de la sesión. Díaz Bancalari dijo lo contrario, ya que aseguró que su comprovinciano había acordado con las huestes de Adolfo Rodríguez Saá. “La estrategia duhaldista es sencilla. Van a complicar las votaciones, van a extender la definición de las leyes del Ejecutivo que a la larga van a ser aprobadas. Es decir, estorban pero no impiden, por ahora”, sostienen los legisladores que respaldan a Bancalari.
Hay kirchneristas que disfrutan de la crisis que vive la alianza con Duhalde. Recuerdan con alegría el “maltrato” que les dispensa el Presidente cuando les dice “burócratas corporativos”. Otros, en cambio, consideran que esos calificativos endurecerán más las posiciones y harán más difícil la ya complicada vida cotidiana del bloque.
Desde el grupo Talcahuano hay una mirada más desapasionada, fruto de la virtual exclusión a la que fueron sometidos tanto desde el duhaldismo comode los hombres K del bloque luego de que se reabriera la causa por los sobresueldos que denunciaron. “El Presidente golpea a Solá y a los duhaldistas porque sabe que tienen una pésima imagen ante la sociedad. Pero cuidado, la gente se puede cansar de esta pelea permanente y terminarán perdiendo todos”, sostuvo uno de sus representantes. Por otra parte, los talcahuanos ven a Camaño como un verdadero Maquiavelo al que tarde o temprano “le van a cobrar sus trapisondas”.

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