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El nuncio Calabresi

 Por Washington Uranga

Ayer, a la edad de 79 años, falleció en Roma el arzobispo Ubaldo Calabresi, quien se desempeñó como nuncio (embajador) del Vaticano en la Argentina entre 1981 y el año 2000, cumpliendo el más largo período que se conozca de un representante eclesiástico en nuestro país y sobrepasando también el plazo de cinco años que la Santa Sede asigna a los destinos diplomáticos. Calabresi llegó a la Argentina cuando aún gobernaba el régimen militar, acompañó el proceso de regreso a la democracia y tuvo las mejores relaciones con el gobierno encabezado por Carlos Menem. Aproximadamente 60 obispos (sobre un total de 100) fueron designados durante la nunciatura de Calabresi y en el Episcopado y en la Iglesia las opiniones son divergentes respecto de la influencia que Calabresi tuvo en la Iglesia y en la sociedad durante sus casi veinte años en Argentina. Está claro, sin embargo, que no fue una figura que permaneció ajena a los acontecimientos del país, se vinculó estrechamente con las personalidades políticas y, como pocos de sus colegas, no tuvo mayores prejuicios a la hora de comprometer sus opiniones y ejercer influencias en los espacios políticos y eclesiales. De mirada conservadora, Calabresi trabajó activamente para lograr la reconciliación matrimonial de Carlos Menem y Zulema Yoma durante la campaña presidencial que precedió a la primera presidencia del riojano. En un discreto segundo plano se lo vio incluso en actos políticos de campaña del menemismo. En la misma línea apoyó al grupo de los obispos más conservadores que, liderados por el también fallecido cardenal Antonio Quarracino, rodearon de apoyo eclesiástico a la gestión menemista. Desde esta trama Calabresi fue construyendo una relación con el gobierno de Menem que logró el alineamiento de la política internacional argentina en materia de familia y aborto con las posiciones sostenidas por el Vaticano. Frente a las críticas a la jerarquía católica por su actuación durante la dictadura militar, Calabresi no sólo fue firme defensor de la posición eclesiástica, sino que mantuvo estrechas relaciones con algunos de los militares que tuvieron directa participación en el régimen militar. Esteban Caselli, quien fuera embajador de Menem ante el Vaticano, era uno de los asiduos visitantes de la nunciatura mientras Calabresi ocupó allí la máxima responsabilidad. El propio Caselli solía ufanarse tanto de su relación con el nuncio Calabresi como de su estrecha vinculación con el poderoso secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Angelo Sodano. Calabresi fue, más que un diplomático del Vaticano, un activo personaje de la vida eclesiástica y política de la Argentina.

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