EL PAíS › INSPECCION EN PREFECTURA Y BASE NAVAL DE ZARATE

Más que recuerdos, pruebas

“Nos debemos sentir orgullosos de contar con una institución que progresa día a día en beneficio de toda la sociedad”, dijo con una sonrisa el vicepresidente, Daniel Scioli, parado en la Plaza de Armas de la Prefectura de Zárate. Sin embargo ayer, tan sólo 24 horas después, un grupo de sobrevivientes recorrió la misma base y no encontró una institución de la que estar orgullosos sino el lugar donde estuvieron desaparecidos durante la última dictadura. En la Base Naval, a pocos metros de donde funcionó otro de los centros clandestinos de Zárate, el represor Alfredo Astiz pasa sus días de prisión en un cómodo alojamiento y entre camaradas.
Fue un momento tenso. La llegada de los sobrevivientes a la Base Naval provocó cierto revuelo y varias caras de preocupación entre los marinos. Aunque jamás habían vuelto a pisar el enorme predio, ya desde antes de entrar, los doce ex detenidos-desaparecidos sabían que el lugar había sufrido modificaciones y que no sería tan fácil reconocerlo. Pero el horror deja marcas imborrables en la memoria y, quizá por eso, a pesar de que los prefectos que encabezaron el recorrido los llevaron por un camino que en el ’76 no existía, cada uno logró identificar el sector donde los mantuvieron en cautiverio. “Por acá tiene que haber una lomada donde nos manguereaban”, recordó una de las mujeres señalando por la ventana de la trafic. Otro de los sobrevivientes, detenido cuando tenía apenas 17 años, contó que “cuando nos secuestraron, nos trajeron por una calle asfaltada que terminaba en el río. Allí nos subieron a un bote y nos llevaron al Murature que estaba anclado en la orilla de enfrente”.
Detrás de una gran arboleda, a unos cien metros de donde frenó el grupo, asoma el tejado de una antigua edificación. Dicen que en esa casona está alojado Alfredo Astiz. Aunque desde 1998 ya no tiene grado militar, el Angel Rubio fue enviado a cumplir su prisión preventiva a la Base Naval para “garantizar su integridad física y psíquica”. También dicen que, casualmente ayer, Astiz no estaba en el predio de la Marina porque tuvo que cumplir con un trámite judicial.
El recorrido para identificar los lugares que formaron parte de una red de centros clandestinos en la zona de Campana, Zárate y Escobar, continuó en la sede que Prefectura tiene a orillas del Paraná, muy cerca de la Base Naval. “Aquí había dos ventanas”, señaló en una pared de ladrillos una de las sobrevivientes. La modificación no había sido la única. Al entrar, caminó de memoria el trayecto por donde la ingresaron al edificio, pero se frenó sorprendida cuando en lugar de una puerta encontró un pequeño hueco por donde actualmente los marinos intercambian papeles entre oficinas. Los que sí estaban intactos eran los dos calabozos. “Aquí me tuvieron durante algunas horas hasta que me trasladaron a la Base Naval y de allí al barco”, relató frente a las rejas de un oscuro espacio de dos por uno.
Con los reconocimientos de ayer, el juez federal Federico Faggionato Márquez lleva identificado cuatro centros clandestinos en la llamada “área 400”, uno de los cuales es el buque de guerra “Murature” por donde pasó la mayoría. La investigación comenzó hace más de seis meses, a partir de una presentación que realizó la subsecretaria de Derechos Humanos bonaerense, Sara Cobacho, en base a denuncias y a testimonios recogidos en el Juicio por la Verdad de La Plata. Desde que se inició la causa, el grupo de sobrevivientes testigos es cada vez más grande.
Informe: Martina Noailles.

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