EL PAíS › LA PRESIDENTA DE ABUELAS DE PLAZA DE MAYO HABLA SOBRE JUAN CARLOS BLUMBERG

“Mi nieto está secuestrado hace 27 años”

Estela Carlotto respeta el dolor de Juan Carlos Blumberg y de la madre de Nicolás Garnil, pero marca diferencias con sus reclamos y sus métodos y responde a la crítica al Museo de la Memoria. Cree que la marcha del jueves contribuye a crear “un ambiente de inseguridad”.

 Por Victoria Ginzberg

Como Juan Carlos Blumberg, se inició a la vida pública a partir de una tragedia personal. Pero la pérdida de su hija y la desaparición de su nieto hicieron a Estela Carlotto recorrer un camino cada vez más abarcativo, sin diferencias entre las víctimas. “No deben existir divisiones sociales para interpretar qué es el dolor”, asegura la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo al responder a la mamá de Nicolás Garnil, quien criticó la creación de un museo para las víctimas de la última dictadura. Carlotto comprende el sufrimiento de quienes padecieron el secuestro de un hijo, pero no comparte la metodología de Blumberg. Cree que la convocatoria de este jueves contribuye a crear un “ambiente de inseguridad que está horadando a la sociedad de una manera muy fuerte”.
–¿Qué le pasa cuando escucha a víctimas de secuestros extorsivos criticar el Museo de la Memoria?
–En los últimos tiempos, donde lógicamente la seguridad es el planteo más preocupante de la ciudadanía, surgen dos personas afectadas por la desaparición de sus hijos. A Blumberg, su único hijo asesinado brutalmente lo lleva a una demanda natural nacida del dolor. Desde nuestro lugar acompañamos, comprendemos y estuvimos pendientes con la oración o con la disposición para que ese jovencito apareciera con vida. Lamentablemente no fue así y nació la figura de este hombre, que pertenece a un nivel social determinado. No pudimos dejar de salir al cruce de sus exclusiones. Respetando lo que cada quien considera que debe hacer para que estas cosas no se repitan, no comparto la metodología de querer imponer con el dedo en alto sus criterios en lo político, ingresando en el Parlamento de viva voz, imponiéndose ante los espacios de poder. Me obligó a manifestar una opinión al cuestionar la designación en la procuración de la provincia de Buenos Aires de María del Carmen Falbo, a quien considero una mujer con altísimas condiciones para desempeñar ese cargo.
–Y dijo que Blumberg no existía.
–La prensa me preguntó qué opinaba sobre el rechazo a esta designación y dije que “Blumberg no existe”. Esta expresión se hizo muy mediática, fue magnificada. Sostengo lo que dije, refiriéndome específicamente a la impugnación de Falbo. Siempre aclarando que respeto el dolor de Blumberg.
–¿Y la madre de Nicolás Garnil?
–También con terrible dolor y preocupación seguimos el caso hasta la liberación, que nos llenó de satisfacción. Brindamos con gran alegría por el triunfo de la vida. Pero luego surgió esta carta donde directa o indirectamente dice que nosotros estamos haciendo un museo porque tenemos venganza, odio, donde habla de dos museos y se pregunta si el Presidente haría un museo para las víctimas de los secuestros extorsivos. A mí me tocó decir que está equivocada. Respeto su dolor, pero tenemos que estar juntos para estas cosas. No me voy a poner un crespón negro ni sacar un trapo blanco porque ella lo diga. El crespón nosotros lo llevamos hace 27 años en nuestro pecho, en nuestro corazón. El dolor, la llaga. Muchos sectores, sobre todo estos a los que pertenecen tanto Blumberg como esta señora, no fueron acompañantes de nuestra lucha. Existe un monstruo que es esto que produjo la impunidad, la corrupción, cosas por las que no se protestó en su momento. Me preocupa el mensaje que se da a los jóvenes. El dolor hay que ponerlo en queja, pero también dar soluciones.
–Hubo otros afectados por la pérdida de sus hijos que, en vez de confrontar, tomaron a las Madres y Abuelas como referentes. ¿Por qué cree que estos quieren diferenciarse?
–Nosotros, en nuestra lucha, nunca excluimos a nadie, al contrario, se iban sumando. Menciono especialmente a Rosa Bru, que está llevando una lucha de once años por el hijo que le asesinaron. Ella nos llama, nos convoca y tiene humildad. Es inclaudicable con la Justicia, no concibe el retroceso, pero jamás es injusta, agresiva. Insisto en que no deben existir divisiones sociales para interpretar lo que es el dolor.
–Pero Madres y Abuelas de Plaza de Mayo hubo de todas clases sociales.
–Abuelas es un organismo formado por mujeres que no nos conocíamos y que pertenecemos a diferentes sectores sociales, culturales y religiosos y estamos hace 27 años juntas tirando para adelante: tratando de que las cosas mejoren, dando propuestas, acompañando gestiones. No es que nos pongamos como ejemplo, pero justamente tenemos esos 27 años, cada vez con más respeto y reconocimiento social, por una conducta. Si nosotros no camináramos juntos, no conseguiríamos nada. No podemos decir que hay víctimas rubias de ojos celestes y víctimas morochas de villas. La situación social y económica del país es consecuencia de haberla permitido. Entonces, qué protestas hicieron cuando estaban pasando cosas terribles y no las querían ver o decían esa famosa frase de “por algo será”. Yo tengo un nieto desaparecido hace 27 años. Está secuestrado hace 27 años. No sé dónde está, cómo está, quién lo tiene, qué ha sido de su vida, qué destino le obligaron a tener fuera de su familia y, sin embargo, no tengo la soberbia de ponerme contra una persona que no esté de acuerdo con algunas cosas que hacemos las Abuelas. ¿Quién pide por estos 500 chicos que hoy están secuestrados, que siguen secuestrados todavía? Lamentablemente se llega a eso, a preguntar “por qué no viniste vos también a mis filas, a mis marchas, a mis demandas”.
–Muchos critican a Blumberg porque aparece como especialista en seguridad a partir de la muerte de su hijo. Pero las Madres y Abuelas también comenzaron una vida pública con una tragedia personal. ¿Reconoce esa similitud?
–Sí. Indudablemente nosotros no sabíamos qué hacer y aprendimos. Pero es muy distinto el discurso, la demanda y la imposición en dictadura, donde está el terrorismo desde el Estado, a etapas constitucionales. Llevamos más de un año de gestión con cosas inéditas realizadas en materia de derechos humanos. Sin ser política, sino simplemente ciudadana, yo me encuentro representada en esta gestión. Me parece peligroso responsabilizar a este gobierno de todos los males con una campaña feroz de desprestigio que se nota, se lee.
–¿La marcha de Blumberg es parte de esta campaña?
–Las marchas de este tipo, acusatorias y demandantes de algo que no se puede solucionar de un día para el otro contribuyen a este ambiente de inseguridad que está horadando a la sociedad de una manera muy fuerte. Tenemos que cuidarnos mucho porque hemos sabido de estas situaciones de inestabilidad social donde se producen situaciones de riesgo. No digo que vaya a haber un golpe de Estado militar, pero hemos sufrido hace no mucho cinco presidentes en poco tiempo.
–¿Ve a Blumberg como un futuro dirigente político?
–No. Creo que es un señor que hace lo que siente, no sé si solo o acompañado. Ofrecérselo se lo van a ofrecer. A mí me lo ofrecen, pero cada uno sabe lo que tiene que hacer.

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“Nosotras llevamos el crespón hace 27 años en nuestro corazón”, dice Estela Carlotto.
 
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