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Una discusión por el duro tema del salario en negro

Cuando el Consejo del Salario suba el mínimo faltará ver cómo quedan los que trabajan en negro y ganan 385 pesos en promedio. Según el Gobierno, se beneficiarán. Según la CTA, no tanto.

 Por Claudio Scaletta

Para el próximo jueves se espera que el Consejo del Salario aumente el haber mínimo en 50o 100 pesos, con lo que lo pasaría los 400. Se trata de un valor distante de los casi 730 pesos que necesita una familia tipo con dos hijos para adquirir una canasta básica y superar así la línea de pobreza. Visto en positivo, como lo hace el Ministerio de Trabajo, el nuevo salario sería más del doble del vigente en junio de 2003. De aprobarse este nuevo piso formal, aprobación sobre la que existe consenso entre la cartera laboral y algunos sectores sindicales y empresarios, el mínimo se situaría por debajo de la mitad del promedio salarial existente en el ámbito privado registrado, que es de 828,4 pesos, pero por encima del “promedio” del sector informal, que es de 385,5 pesos. En un país donde el trabajo en negro alcanza al 65,1 por ciento de la fuerza laboral, la pregunta es en qué medida los aumentos en el Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM) beneficiarán al empleo en negro. Los relevamientos realizados por el Ministerio de Trabajo indican que el arrastre existe. Los presentados en un documento de la CTA difundido esta semana sostienen que el derrame no alcanza para contrarrestar el deterioro de la fuerza laboral.
El trabajo de la CTA, que detalla su propuesta en el marco de las discusiones que se darán en el Consejo esta semana, presenta también un balance de la situación salarial sobre la base de los últimos datos de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec. Su principal conclusión es que el conjunto de los trabajadores en negro posee ingresos promedio que resultan más del 50 por ciento inferiores a los del sector formal. Por supuesto, dejando de lado la evasión de los empleadores, esta diferencia no puede explicarse solamente por las diferencias de calificación, ya que el trabajo en negro, en mayor o menor medida, atraviesa todos los sectores y niveles de la economía.
Si se considera los salarios en conjunto, formales e informales, los aumentos ya concedidos, del 75 por ciento para el mínimo, no fueron suficientes para conseguir una recomposición sobre los deprimidos valores de 2001. “A junio de 2004 el nivel general de salarios se encuentra el 15,22 por ciento por debajo del 2001”, reseña la CTA. Pero como toda estadística, el agregado oculta disparidades que en este caso resultan importantes. Mientras en el período considerado el empleo formal recuperó su poder adquisitivo, pues su retroceso fue sólo del 2,66 por ciento, en el sector informal se mantiene un retraso del 28,37 por ciento. Esta cifra es mayor aún que la del sector público, que alcanza al 27,55 por ciento.
Este conjunto de cifras y variaciones puede ser incompleto para concluir que los aumentos del salario mínimo no se trasladan al empleo en negro, pues se trata de comparaciones entre retribuciones promedio. Existe, no obstante, otro dato adicional; según la CTA, la brecha del poder de compra de los trabajadores formales e informales continuó creciendo: “A finales del primer semestre de 2004 ésta es de 25,71 puntos, que implica una expansión del 21 por ciento durante el presente año”.
Con estos datos, la discusión por el arrastre del aumento del SMVM se reduce a una cuestión de matices. El Ministerio de Trabajo relevó hasta el cuarto trimestre de 2003 que los aumentos decretados durante ese año sí habían impactado sobre los retribuciones más bajas de los trabajadores informales. Vale aclarar que el año en cuestión se corresponde con una fuerte recuperación económica. Las cifras más recientes, pertenecientes a un documento interno del ministerio entregado a los integrantes del Consejo del Salario, afirman que en la comparación entre el primer trimestre de 2004 y el primero de 2003, mientras el SMVM creció el 75 por ciento, “el 69 por ciento de un panel de trabajadores no registrados vieron incrementado su ingreso en un promedio del 62,7 por ciento”, con lo que sus remuneraciones promedio mensuales pasaron de 278 a 402 pesos. Sin embargo, el 27 por ciento del mismo panel vio caer sus ingresos en cerca del 25 por ciento, pasando de 408 a 351 pesos. Como se ve, los datos presentan una gran dispersión y una recuperación vinculada sólo a los niveles más bajos de la pirámide salarial.
En términos de la situación global, la CTA consideró que “el 83,5 por ciento de los puestos de trabajo de hasta un año de antigüedad son precarios” y este alto porcentaje “es el que gobierna la creación de los nuevos empleos”. En consecuencia, la creación de un millón de puestos de trabajo durante 2003 no logró “alterar sustantivamente el deterioro de la fuerza laboral”, dato que a esta altura resulta evidente.

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