EL PAíS › BIELSA, CANDIDATO DE CONSENSO PARA DIPUTADO

La pelea Capital

Sin ser hombre del riñón de Kirchner ni de Ibarra, el canciller es el elegido para encabezar la lista de diputados nacionales para las elecciones de 2005 en el distrito porteño. Las razones, los deseos, las limitaciones. Cómo evalúan a ambos lados de la Plaza de Mayo a Carrió, Macri y López Murphy. La nacionalización de las elecciones.

 Por Sergio Moreno

En los principales despachos de la Casa Rosada tanto como en las oficinas centrales de la Jefatura de la Ciudad de Buenos Aires se ha gestado un curioso consenso alrededor del canciller Rafael Bielsa. Si las elecciones fuesen hoy, él sería el primer candidato a diputado nacional en la Capital, llevando el doble sombrero de ser el elegido por los señores que mandan a ambos lados de la Plaza de Mayo. Curioso porque el candidato elegido por Néstor Kirchner y Aníbal Ibarra no proviene precisamente del riñón de ninguno. Si bien falta casi un año para las elecciones nacionales, Bielsa será el aspirante oficialista en un distrito donde deberá competir con una fuerte rival, Elisa Carrió, en un comicio que el Gobierno tratará de nacionalizar lo máximo posible para agigantar un hipotético triunfo a la hora de contar los porotos.
Paradójicamente, Bielsa no puede ser computado como “propio” ni por el Presidente ni por el jefe de Gobierno. No obstante, el canciller será un soldado a la hora de tomar las decisiones. Eso ocurrirá cuando alguien le haga una propuesta, situación que aún no ha acontecido. El anhelo del canciller es mantenerse al frente del Palacio San Martín hasta que finalice el mandato de Kirchner, en 2007. Bielsa se siente cómodo en su lugar ejecutivo y cree que su gestión es más que aceptable.
Su imagen pública es buena y eso ha sido, quizás, la característica que está torciendo su destino desde la diplomacia hacia el más fangoso escenario de la compulsa electoral. Si el Presidente le solicitase que encabece la nómina de diputados nacionales para el 2005, Bielsa aceptaría el convite. Dicho esto, quienes conocen el pensamiento del canciller, en el moderno edificio de Esmeralda y Juncal se animan a afirmar que nunca aceptaría el desafío, si ello implicase algún tipo de regreso al peronismo porteño. “Yo no me fui del peronismo en épocas de Pilo (José Bordón) para volver ahora. Soy kirchnerista desde 2002 y ahí me voy a quedar”, dicen que dijo, cuando conoció la primera maniobra para exponer su candidatura.
La reflexión viene a cuento debido a que el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, prepara un desembarco fulminante en el PJ porteño, aliado en esta oportunidad al vicepresidente Daniel Scioli (ver aparte). El temor del jefe de la diplomacia es que alguna maniobra termine en ese territorio. Sin embargo, como el personaje en cuestión es materia de análisis en diversas tertulias, Bielsa debería desechar ese temor; su candidatura será producto de una alquimia que contará partes iguales de oficialismos nacional y capitalino. Aníbal Ibarra cuenta también con él para encabezar la lista y dar la batalla del 2005.
Bielsa entiende que, de ser candidato, su postulación debería surgir de un amplio consenso, consenso que, quizás sin trabajarlo, se está construyendo por decantación. “Nadie mueve el amperímetro; Rafael lo mueve –especulan, pragmáticamente, en la jefatura porteña–. Pero además, es un muy buen candidato para esta ciudad”, abundan.
La vidriera
La Ciudad Autónoma es un territorio arisco, donde los aparatos políticos no existen, los que existían desaparecieron y los restos que quedan de alguno del pasado carece de peso electoral decisivo. Los candidatos se imponen a fuerza de debate y medio de comunicación, en un distrito rico e inconformista. En ese escenario, Elisa Carrió ha crecido en parroquias donde su pensamiento es rechazado, los más ricos del norte de la ciudad. Los habitantes de esos barrios, lejos de comulgar con el ideario de la jefa del ARI, ven en ella a una cerril opositora al gobierno de Kirchner. “Es la candidata antigobierno”, afirman a ambos lados de la Plaza de Mayo. “Voy a ganar en la Recoleta”, se ufana, sabedora de estas adherencias, la ex diputada.
Hace cinco meses, Chacho Alvarez adelantó a este diario el advenimiento de ese fenómeno, que según los sondeos se está cumpliendo: una candidata de centroizquierda votada por la derecha.
Los devaneos de Mauricio Macri allende la General Paz le han costado algo más que un disgusto al empresario. “Si había alguien a quien no debía ver en este momento, era a (Eduardo) Duhalde. Duhalde está muy bien con el gobierno nacional. Cuando Macri lo fue a ver, le hizo un favor al Gordo (Ricardo) López Murphy, que rápidamente se despegó de Macri y marcó el terreno: Duhalde es el enemigo a vencer en la provincia de Buenos Aires, y ahí se quedó. Va a competir por la senaduría en provincia, y tiene chances de salir segundo y entrar”, coligen en la Rosada. Según este análisis, López Murphy tiene en ciernes un acuerdo con los intendentes radicales díscolos (Gustavo Posse, de San Isidro, Enrique “Japonés” García, de Vicente López, entre otros), lo que le garantizaría un arrastre adicional a sus votos de derecha y lo ayudaría a ingresar en el Senado. “Los radicales le ponen un aparato no menor, difícil de armar si no lo tenés”, dice a Página/12 un estratega de Balcarce 50.
Volviendo a Macri, hay en el gobierno nacional quien considera que desde la cúspide del poder debería ayudárselo. “Macri tendría que quedarse en la ciudad, juntar al peronismo antikirchnerista y comenzar la campaña. A nosotros nos convendría, porque los votos de derecha que hoy capta la Gorda (Carrió) regresarían a su sitio, y el escenario quedaría más repartido”, dice un antiguo batallador de mil confrontaciones electorales.
Bielsa no piensa así. Según ensaya el canciller, Macri finalmente no se presentaría a elecciones ni en la Capital ni en la provincia. “El tipo se mantiene con el sostén que le da Boca”, suele decir ante sus íntimos.
En la Jefatura de Gobierno de la ciudad, en tanto, Macri no es un asunto en este momento. “Desde la Casa Rosada, hace unos meses atrás, no dejaban de castigar a Carrió con lo que tuvieran a mano, hasta con querellas. Esa política, creemos, era equivocada: la hicieron crecer. Ella, por su parte, endulzó su discurso a oídos de la derecha y del centro, está bronceada, más flaca, arreglada y sin cruces a la vista. Tiene una estrategia que, por ahora, le rinde sus frutos. Hay que entender que esta pelea, en esta ciudad, no es de vida o muerte, como en algún momento creyeron en la Rosada”, dicen.
Sin embargo, los mismos arquitectos ibarristas sostienen que, en un escenario comicial, el oficialismo porteño debe “ganar en el centro de la ciudad”. “No podemos perder en esos barrios (Caballito, Flores, Floresta, Almagro, etc.); en el sur andamos bien, pero el peso electoral es escaso; y en el norte de la ciudad (Barrio Norte, Palermo, Belgrano, Saavedra, Núñez, etc.) pelearemos casa a casa con Carrió”, especulan adelantándose muchísimo a lo que vendrá.
El nacional
“Debemos nacionalizar las elecciones de 2005. Al Gobierno le va a ir muy, pero muy bien. Pero no podemos dejar que los triunfos sean de los gobernadores y las derrotas, si las hay, sean del Presidente”, revela a este diario un centurión del patagónico. De este razonamiento surge la idea de unificar los comicios en todas las provincias en 2005. “Pero es también una cuestión de discurso”, se ataja el confidente de Página/12. El consejero sostiene que dicha nacionalización debe impedir que, si hubiese algún traspié en la Capital, sea contabilizada como una derrota de Kirchner. “¿Se imagina la tapa de algunos diarios al día siguiente? Dirían que el Presidente perdió en el único distrito donde hizo una apuesta, ganó con Cristina en la provincia de Buenos Aires gracias a los votos de Duhalde y en las provincias ganaron Obeid, Fellner, Das Neves, De la Sota, etc. Ya me los veo venir. Debemos evitar eso”, dice, anticipatorio.
El secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, cuenta que Kirchner suele cortarlo en seco cada vez que hablan de candidaturas. “De eso hablaremos en marzo del año que viene”, aclara.
Semanas atrás, Bielsa fue abordado en la calle por un grupo de jóvenes que, dijeron, iban a hacer pintadas con la leyenda “Bielsa Diputado 2005”. El canciller, algo sorprendido, le hizo el comentario al Presidente.
–¿Los mandaron ustedes? –quiso saber, tibiamente, Bielsa.
–No. Pero malo no es –dijo Kir-chner–. Lo que sí, es temprano.

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Canciller Bielsa, prenda favorita de Kirchner e Ibarra, sin ser del riñón de ninguno de los dos.
 
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