EL PAíS › FUERON ENTREGADOS LOS RESTOS DE UNA DESAPARECIDA

“Que paguen los culpables”

Las hijas de Hilda Palacios recibieron el cuerpo de su madre en la morgue judicial de Córdoba.

Por Camilo Ratti
Desde Córdoba

Los restos de Hilda Flora Palacios, asesinada por la dictadura en diciembre de 1977, fueron finalmente entregados ayer a sus dos hijas, que la llevaron a su Santa Fe natal para enterrarla junto a sus familiares. Esta ex militante del PRT acribillada a balazos por una patota de La Perla es uno de los cuerpos exhumados hace dos años en el cementerio San Vicente, donde el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) realiza un trabajo de identificación de cadáveres, y forma parte de la causa en la que se investiga la muerte y desaparición de Humberto Brandalisis, Osvaldo Cardozo y Carlos Lajas, en la que están procesados Luciano Benjamín Menéndez y otros siete represores.
“Tu mamá se murió en una guerra”, explicaba el abuelo. “Pero ¿en la guerra contra qué país?”, preguntaba desconcertada la pequeña Soledad Chávez, una de las dos hijas de Hilda Flora Palacios, asesinada junto a otros tres compañeros en una esquina de Córdoba el 15 de diciembre de 1977. Palacios dejó ayer de ser “desaparecida” luego de que sus restos fueran entregados a Valeria y Soledad en la morgue judicial de esta ciudad.
“Siempre supimos que nuestra mamá estaba muerta, pero nunca nadie nos podía decir cómo murió, ni a dónde estaba. A medida que íbamos creciendo, mi abuelo intentaba explicarnos algo... pero él tampoco sabía qué había pasado con su cuerpo”, recuerda Soledad, mientras intenta equilibrar los sentimientos que le genera saber la verdad sobre su madre.
El cuerpo de Palacios fue encontrado en una fosa individual del cementerio San Vicente por EAAF en diciembre del 2002, pero recién esta semana pudo confirmarse su identificación. “Los huesos no estaban completos, sufrían un deterioro muy importante y los dos exámenes que se hicieron anteriormente, uno en Córdoba y otro en Canadá, no habían arrojado resultados positivos. Pero después del examen de ADN practicado a su hija Valeria, obtuvimos una probabilidad del 99,97 por ciento de que fuera Hilda Palacios”, contó a este diario Carlos Vullo, director del Instituto de Inmunogenética y Diagnóstico Molecular, perito oficial en la causa.
“Yo no sabía nada ni buscaba nada, pero el año pasado me enteré de que uno de los cuerpos encontrados podía ser el de mi madre, y comenzó todo este proceso que culmina hoy con la entrega de sus restos”, dice con lágrimas en sus ojos Valeria, que vive con su marido en Córdoba. “La sensación es ambigua. Por un lado estoy feliz de saber que encontré a mi mamá, que está en un lugar, que puedo explicarles a mis hijas que tienen un abuela que está muerta, pero que está y, por otra parte, estoy triste de confirmar que sucedió lo que sucedió. Es una experiencia rarísima.”
Profundamente agradecida a todo el equipo que trabajó en la búsqueda de su madre, Valeria quiere “justicia” y “que paguen los culpables de lo que les sucedió a mi mamá y a tantos otros”. Aunque entiende que la justicia no llega rápido en este país, está convencida de que algún día su madre será redimida con el procesamiento de los genocidas: “Esto es muy contundente, por eso creo que va a haber justicia. Por ahora la llevamos al lugar donde ella nació y creció. A la ciudad donde están nuestras abuelas, nuestros familiares, a la tierra que nos tira.”
Para el equipo que trabajó en esta investigación, la confirmación de que el cuerpo encontrado corresponde a Palacios significa una posibilidad de que la familia y la sociedad sepan qué pasó con los desaparecidos. “Es el fruto de nuestro trabajo y lo vivimos como una pequeña batalla ganada, aunque como los familiares compartimos el dolor de lo perverso que fue todo, pero también la satisfacción de poder ir cerrando cosas. Si no cerramos el pasado, no podemos avanzar sobre el futuro”, aseguran Beatriz Pfeifer y Darío Olmo del EAAF.

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