EL PAíS › LO QUE SE JUEGA CON LA PROPUESTA A LOS TENEDORES DE BONOS PARA SALIR DEL DEFAULT

Para soñar con la vida después del canje

Kirchner no viajó al sur, como siempre. Lavagna trasnochó en Economía. Ambos miraban de cerca el lanzamiento de lo que ven como “el punto de inflexión” de la vida económica nacional. Nadie espera un “aluvión” de inversiones, pero ya se habla –en voz baja– de cómo puede mejorar todo cuando termine la negociación.

 Por Mario Wainfeld

Néstor Kirchner, contrariando sus hábitos, se quedó el viernes a la tarde en Buenos Aires. Roberto Lavagna permaneció en su despacho hasta entrada la noche. El Presidente y el ministro de Economía quisieron orejear el arranque del canje de la deuda todo lo cerca que podían. Su primera conclusión, compartida, es que el comienzo fue auspicioso. En sus respectivos estilos, Lavagna y Kirchner estaban el viernes de muy buen humor. Ninguno de ellos se apartará, en público, de la cifra de cincuenta por ciento de aceptación que mencionó Lavagna en su discurso del miércoles, compartiendo la estricta sugerencia de Kirchner. La idea de ambos es no inflar las expectativas para no verse confrontados a un resultado inferior a los anuncios. De todos modos, en la Rosada y en el palacio de Hacienda se cree estar viviendo un momento de inflexión, al que se llegó bregando contra adversarios poderosos. Tan es así que hasta se maquina, siempre en reserva, cómo será la vida después del canje.
“Haber llegado a esto ya es un logro”, reflexionó Lavagna ante su equipo. Aunque no la ostenta, el ministro tiene una visión confrontativa de la historia. Honrándola, anteayer se preciaba de haber doblado un par de muñecas poderosas. “No querían que llegáramos acá. Pudimos hacerlo en septiembre o en noviembre, pero nos pusieron escollos. Pero llegamos. Ahora, no podrán decir más que Argentina no quiere pagar.” El “ellos”, sujeto de la frase precedente, concierne también a quienes forzaron (en la tozuda lectura del ministro) el entredicho con el Banco de Nueva York que demoró el lanzamiento. No hubo negligencia propia, sino dolo ajeno (de “ellos”) cabría traducir.
La adhesión de las AFJP, trabajada durante meses por el Gobierno, era un dato esperado, pero no por eso resultó menos satisfactorio. El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, arrimó por teléfono otro dato a Lavagna: el Citibank habría sido uno de los primeros, acaso el primer acreedor, que pasó por ventanilla. El jueves, un alto directivo del Citi, argentino él, le informó al ministro-jefe que ese banco leía como muy buenas las perspectivas del canje. El Citi es una “bestia negra” tanto para Kirchner como para Lavagna, pero (por lo que) su aceptación equivale a un trofeo. “Muchos que vociferaban contra la oferta aceptarán más pronto que tarde”, se regodea Lavagna, repitiendo uno de sus caballitos de batalla: algunos discursos institucionales no fueron otra cosa que una táctica de regateo. “Viendo que no habrá mejora de la oferta, callarán y aceptarán”, se entusiasma, menos británico que de costumbre.
Desde España, Rodrigo (?) de la Dehesa le hacía llegar una mirada similar a Fernández, explicándole que las buenas ondas provenían tanto de los mercados europeos, cuanto del gobierno del PSOE.
El 50 por ciento verbalizado por el Gobierno, calculan en Economía, es algo menos que el montante de los créditos que atesoran argentinos. “Hasta podría llegar al 60 por ciento”, tabulan muy cerca de Lavagna, asumiendo que son estimaciones a ojo. La hipótesis es que los argentinos, aun aquellos que manejan fondos radicados en el exterior, más impelidos por cálculo o resignación que por espíritu patriótico, serán masiva vanguardia entre los aceptantes.
A prevenir la inflación
“El 2005 será un año de crecimiento y redistribución”, evalúa Kirchner quien, ante oídos de su confianza, pondera que el crecimiento anual puede oscilar entre el 4 y el 6 por ciento del PBI. “Vamos a seguir incentivando la demanda”, se entusiasmó el Presidente ante sus cofrades de la mesa chica con quien compartió estas reflexiones el fin de semana pasado en El Calafate y anteayer en Balcarce 50. Según la mirada de Kirchner, aun “si hacemos las cosas bien”, hay dos riesgos a tomar en cuenta vinculados al crecimiento de la demanda: la inflación y la carencia de energía.
El Presidente rezonga ante lo que le parece una conducta culturalmente recurrente y negativa: la feroz remarcación de precios en los sitios turísticos. Uno de sus contertulios patagónicos cuenta que, en El Calafate, regañó de cuerpo presente a varios empresarios con los que tiene muy buen trato. “El 75 por ciento de los turistas son europeos. No cobran en dólares sino en euros y encima suben los precios”, les habría espetado. Lo que escuece a Kirchner es que, en otras plazas, la conducta se repite, claro que expresada en el modesto peso argentino.
La avidez de los capitalistas y la puja por la redistribución del ingreso que despuntó en 2004 pueden acicatear la inflación. Lo que induce al Presidente a imaginar que en el año que se inicia empresarios y dirigentes gremiales deberán generar instancias institucionales para evitar desbordes. Kirchner es poco afecto a “mesas”, concertaciones, consejos federales y otras yerbas que suele fulminar como “corporativas”..., pero en este caso (revisionista de sí mismo) piensa que se trata de una necesidad. El Consejo del Salario, explica un intérprete fiel de su pensamiento, será una instancia necesaria, pero debe haber otras más perdurables, más flexibles, de agenda más vasta. “Nada que ver con el Pacto Social del ’73” –evoca y diferencia, setentista, el hombre–. “Eso era posible en un marco de pleno empleo y relativa paridad de fuerzas. Pero sí algo en lo que empresarios y sindicalistas tengan diálogo y articulación permanente.”
Esta historia, se supone, continuará.
Energía positiva
Los cuellos de botella han sido un problema recurrente en 2004. La producción de insumos y la generación de energía reaccionaron, más de una vez, por debajo de la demanda. El Gobierno, curtido por la experiencia, aspira a no reincidir. Para la provisión de energía, como se aprendió de arrebato el año pasado, habrá que mirar al inmediato norte, a dos países hermanos, Bolivia y Venezuela. “Bolivia –extrapola Kirchner– será central para la provisión de energía a Argentina y Chile”, lo que anticipa futuras pulseadas con los bolivianos, fortalecidos por su relativamente nueva condición de potencia gasífera, que tiende a atenuar su congénita debilidad en la América del Sur.
El fuel oil venezolano también seguirá fluyendo hacia acá. En Cancillería y Economía hay algunas protestas porque el gobierno de Hugo Chávez no está cumpliendo acabadamente una contrapartida prometida en su momento: la de formar un fondo especial con los pagos argentinos del fuel para, a su vez, comprar productos en estas pampas. Los pesos que van, comentan, no vuelven en tropel. Más allá de esta diferencia, que se viene discutiendo con buena onda, en la Rosada se sigue viendo a Venezuela como un aliado estratégico y bien dispuesto. El ministro de Planificación, Julio De Vido, y Kirchner se entusiasman con inversiones energéticas que, ponderan, se empezarán a conocer cuando Chávez visite próximamente Argentina.
El Fondo puede esperar
Ni Kirchner ni Lavagna creen que, pasado el canje, las inversiones extranjeras vendrán en malón. Quizá el Presidente sea de ambos el más avaro en las predicciones. A Lavagna, por añadidura, le preocupa el flujo de capitales golondrina y prepara las consiguientes medidas (ver nota aparte en página 2). La negociación con el Fondo Monetario Internacional es un (formidable) dato de contexto que el Gobierno prefiere poner entre paréntesis mientras permanezca abierta la oferta del canje. Lavagna leyó como positivas y en esa misma línea las declaraciones del vocero del organismo de los últimos días. ¿Y la idea de “desendeudar” que enriqueció el glosario oficial a fin del 2004? Sigue ahí, pero releída. “Desendeudar es lo que venimos haciendo, reducir la deuda y no someternos a las condicionalidades”, reversiona el jefe de Gabinete. El viaje de Kirchner a Francia, con una comitiva bien amplia que incluye a Lavagna, De Vido y quizá el propio Fernández, no será vehículo de anuncios fuertes en tal sentido, pero sí de ir buscando “comprensión” de otro importante gobierno europeo. Pero no todas serán fleurs, allí en Francia, también habrá discusiones duras.
Vienen por el agua
La concesionaria francesa que gerencia Aguas Argentinas está de punta con el gobierno nacional. Kirchner y De Vido trinan con las demandas de los galos que incluyen aumentos siderales de tarifas, pesificación y (en su percepción) irrisorias promesas de inversión, circunscriptas al mantenimiento. La misma empresa viene arrastrando un conflicto fenomenal, pueblada incluida, en la estratégica ciudad boliviana de El Alto. Los funcionarios argentinos citan esa jurisprudencia, concluyen que los franceses son intratables y van dispuestos a porfiar duramente en Francia sobre el tópico.
Kirchner, asegura un allegado muy íntimo, está dispuesto a que De Vido ponga sobre la mesa la revocación de la concesión, para lo que ha previsto un “plan de contingencia”. El Gobierno, confía el interlocutor de Página/12, ha sondeado la opinión ciudadana y percibe que “la gente no es dogmática en materia de privatizaciones”. Más allá de los entuertos con las telefónicas, un 70 por ciento considera que la respectiva privatización era necesaria; el resto se opone. Las proporciones, cuentan en la Rosada, se invierten cuando del agua se trata. Con esa baraja en la mano, se vaticina una discusión firme en suelo francés.
Puede ser un caso piloto, de la agenda de las privatizaciones que será otro issue poscanje. El Gobierno pretende ser tan pragmático como “la gente”. El funcionamiento actual del Correo, por ejemplo, complace al Presidente, tanto como la falta de discusión pública ulterior a la caída de la concesión. “Da superávit; la estampilla está a 75 centavos; no se destruyó a los correos privados”, resume Kirchner.
La nueva agenda, por ahora en fermentación, abarca “terceras posiciones”. “¿Por qué no exigirle a Eurnekian parte de las acciones de Aeropuertos a cambio de su actual deuda?”, pregunta, avizora, explora, un alto ocupante de la Rosada.
Versus Resto del Mundo
Los protagonistas de la política, aunque los cronistas a veces lo olviden, son hombres y mujeres de carne y hueso. La magnitud del canje, su peso histórico también conmueven a quienes lo vienen conduciendo. “Es impresionante la cantidad de personas importantes que han participado en esta etapa” –hace balance Lavagna ante orejas confidentes–; “no todos serán santos ni probos, pero muchos son importantes en todo el mundo”. Kirchner también se abisma ante la dimensión histórica de lo que está por venir.
“La oposición no produce nada interesante, ni propuestas, ni ideas” –reprocha el Presidente–; “nuestros únicos oponentes fuertes son los problemas y nuestras dificultades para resolverlos”. Una confrontación, cabe añadir, que es bien peliaguda y que no siempre encuentra al Gobierno bien munido y bien parado.
Como fuera, tras una semana cuyas secuelas recordará la historia, el hombre se tiene fe.

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En privado, Lavagna dijo que “haber llegado a esto ya es un logro”. Con su Presidente, ya empiezan a pensar en la próxima etapa.
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