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El último “esfuercito” de Alfonsín para volver a gobernar en la UCR

Los planes del ex presidente para encabezar el Comité Nacional y regresar al primer plano partidario. Ya habló con Moreau y Storani.

 Por José Natanson

A pesar del cansancio, de una larguísima carrera política y de las marcas del accidente automovilístico que casi le cuesta la vida, Raúl Alfonsín no se rinde. Conversó con algunos dirigentes amigos –Federico Storani y Leopoldo Moreau, entre otros– sobre sus planes para encabezar la lista de delegados partidarios de su distrito, condición necesaria para pelear, en noviembre, la jefatura del Comité Nacional: a los 76 años, el ex presidente quiere ser nuevamente titular del radicalismo. “No me importa hacer un esfuercito”, aseguró ayer.
El último cargo político que ocupó fue la banca de senador por la provincia, a la que renunció en junio de 2002, ofendido por la decisión de un grupo de senadores, liderados por Rodolfo Terragno, de abandonar el bloque ante el alineamiento incondicional con Eduardo Duhalde, en ese entonces presidente.
A partir de ese momento, Alfonsín se retiró formalmente de la actividad pública, aunque siguió operando en las sombras: su intervención más importante fue el respaldo a la renovadora candidatura de Luis “Changui” Cáceres como titular de la Convención Nacional. Intervino personalmente, saturando los teléfonos de los convencionales, pero no logró evitar el triunfo de la coalición rival, que capitaneó Angel Rozas y que también apostó a la sangre joven en la persona de Adolfo Stubrin.
Superada aquella derrota, Alfonsín quiere volver al primer plano como nuevo titular del Comité Nacional, cargo que ejerció por última vez durante la primera etapa de la gestión De la Rúa. El proyecto ya está en marcha. Fuentes del radicalismo bonaerense aseguraron a Página/12 que conversó con los dos jefes políticos de su distrito (Storani y Moreau) sobre la posibilidad de encabezar la boleta de delegados de su provincia al Comité Nacional. Aunque sorprendidos, tanto Moreau como Storani apoyaron la idea, dejando el camino definitivamente liberado: la otra línea interna está liderada por Ricardo Alfonsín, hijo del ex presidente, que obviamente no se opone a la candidatura de su padre.
La elección como delegado es clave, ya que sólo uno de ellos puede disputar el cargo. Una vez elegido, Alfonsín debe contar con el apoyo del resto de los delegados, que se reunirán en noviembre para elegir al próximo titular de la UCR.
El grupo liderado por Rozas buscaba alternativas para la sucesión del chaqueño, que no puede ser reelecto por segunda vez. Aunque la idea era candidatear al senador jujeño Gerardo Morales, parece difícil que se animen a enfrentar al ex presidente. “Nosotros venimos trabajando para fortalecer un polo interno, integrado por dirigentes del interior, gobernadores e intendentes. El objetivo era retener el control del partido, pero obviamente la candidatura de Alfonsín nos va a obligar a rever los planes”, dijo un seguidor de Rozas consultado por este diario.
“No es una cuestión de ganas”, respondió ayer Alfonsín cuando le preguntaron por Radio del Plata sobre sus planes para reasumir la presidencia del partido. “Me lo están pidiendo mucho. Estoy dispuesto, no me importa hacer un esfuercito”, agregó.
La decisión de Alfonsín llega en un momento de cierta recuperación para el radicalismo, que al triunfo del domingo pasado en Santiago del Estero probablemente añada una victoria en la elecciones de hoy en Catamarca. Los resultados, sumados a una buena perspectiva en algunos distritos para las elecciones de octubre, renovaron la esperanza de los radicales, que creen estar superando la crisis. El gobierno nacional pareció percibir algo de esto, a juzgar por los elogios que Alfonsín recibió de Néstor Kirchner el jueves pasado, en la presentación del canje de la deuda.
La pregunta, en todo caso, es qué motivo lleva a Alfonsín a querer pelear otra vez la jefatura partidaria. Las especulaciones son infinitas: quizá busque recuperarse de la derrota en la interna de la Convención Nacional, quizás extrañe el día a día de la política, quizás crea que es el más adecuado para articular la relación con el Gobierno, o quizás simplemente no sepa vivir de otra manera. En cualquier caso, no sería una novedad: Hipólito Yrigoyen asumió su segundo mandato a los 76 años y murió cinco años después, lejos del poder pero no de la política. Marcelo T. de Alvear continuó en la actividad política y cuando murió, en 1942, todavía ejercía la jefatura partidaria. Lo mismo ocurrió con Ricardo Balbín, el último gran líder radical antes del ascenso de Alfonsín.

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El ex presidente Raúl Alfonsín el jueves, durante el anuncio del canje.
 
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