EL PAíS › ULTIMA CHANCE PARA CONSEGUIR UNA NEGOCIACION ENTRE KIRCHNER Y DUHALDE

Humores

A pesar de los gestos conciliadores que esta semana se hicieron Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde, no hay otras señales para evitar la confrontación en la provincia. Los halcones interpretan mejor a sus líderes que los acuerdistas. El enojo de Duhalde por una supuesta promesa incumplida. La “épica” de Chiche. Una mesa de dos o de tres.

 Por Sergio Moreno

“Hoy, los gurkas interpretan mejor a nuestros jefes que los moderados. (Alfredo) Atanasof y (Baldomero) ‘Cacho’ Alvarez guardan mejor timbre del duhaldsimo que Juanjo Alvarez y (José María) Díaz Bancalari; lo mismo pasa con el kirchnerismo: (Luis) D’Elía interpreta mejor el sentir de su jefe que (José) Pampuro y Alberto Fernández.” La reflexión pertenece a un duhaldista muy cercano al caudillo de Lomas de Zamora que integra el bando negociador allende la General Paz. El hombre, que desde la grupación “Lealtad” fatiga teléfonos y alfombras buscando arribar a un arreglo entre Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, no es lo que se dice un optimista. A pesar de eso no se rinde, pero pone plazos. “Si en esta semana que empieza no se avanza en un consenso básico, me parece que vamos a ir a una confrontación, que no le conviene a nadie”, especula. Y agrega: “A esta altura del conflicto, nosotros (los negociadores) estamos de más, desgastados. Esto lo arreglan Kirchner y Duhalde mano a mano o no se arregla”.
La semana que acaba fue mucho más pródiga de lo acostumbrado en gestos entre ambos jefes. Primero fue el Presidente quien, en un agasajo al periodismo, dijo que con Duhalde se llevaba excelentemente bien; Duhalde respondió en la presentación de un libro, en Berazategui, y dijo que la relación con Kirchner era algo así como la panacea. Exageraciones al margen, ambos se hicieron un guiño público. Ello puso un poco de sustancia donde sólo había vacío.
El silencio de los principales centuriones de uno y otro bando también aportó. Según la fuente consultada por Página/12, “si hay silencio no hay puteadas. Mientras las groserías las digan (Luis) Barrionuevo y (Luis) D’Elía, no hay problema, es lo mismo que nada. Ahora, si hablan algunos un poco más importantes, todo se complica”. El negociador duhaldista cuenta que la semana pasada llegaron a un acuerdo con Hilda “Chiche” Duhalde sobre una impasse de silencio. “Ella prometió callarse hasta el martes, a lo sumo miércoles de la semana que viene; después vuelve a hablar”, relata sobre la señora, que ha ido subiendo su belicosidad a medida que se acerca la fecha del cierre de listas. Eso será el 8 de julio.
¿Por qué hablan de una semana de plazo para que Kirchner y Duhalde acuerden? Porque el duhaldismo tiene que rearmar la ingeniería de su aparato en los municipios donde los intendentes crucen la frontera hacia el kirchnerismo. Uno de los encargados de reconstruir tal entramado cuenta a este diario que, en los municipios donde haya transfugueada, o sea, que los noveles intendentes kirchneristas vayan a las urnas con los blazones del Frente para la Victoria, van a conformar las listas del Partido Justicialista, que les saldrán a competir. “Por cada boleta con el Frente, habrá una del PJ, eso es seguro, en todos los municipios”, amenazan desde Lomas de Zamora.

Humores:

Los piropos que se prodigaron públicamente Kirchner y Duhalde esta semana dieron un poco de oxígeno a las esperanzas de los conciliadores a ambos lados de la muralla troyana. Sin embargo, el estado de ánimo de los líderes de cada mesnada poco ha cambiado. Veamos qué le pasa a Duhalde.
“El Negro está muy dolido”, describe uno de sus principalísimos capitanes, y revela una frase que suele dejar caer el viejo caudillo: “El Flaco me traicionó”, dicen que dice Duhalde. “El Flaco” de esa frase es, claro, Kirchner. Para ejemplificar por qué el ex procónsul de la provincia atesoró ese recelo, su trujimán recuerda un episodio que ocurrió hace apenas tres meses. Cuenta que estaban en la casa del caudillo en Lomas, cuando llegó uno de sus tantos y habituales encuestadores con los últimos sondeos sobre imagen e intención de voto. El consultor comenzó hablando de que iba ganado Cristina Fernández de Kirchner por tantos puntos. Duhalde lo cortó abruptamente, enojado. “¿Para qué la mediste a Cristina?”, le preguntó Duhalde, todo colorado, muy fastidiado. “Bueno... por sentido común. ¿Cómo no voy a medirla si...?”, intentó explicar el profesional, pero no llegó a finalizar su frase ante la contundencia de la interrupción de Duhalde. “No la midas más. ¡Basta de Cristina! El Flaco me prometió que no iba a competir en la provincia. Cristina se terminó, ¿me entendés?”
El relato da cuenta, como se puede ver, de una supuesta promesa que el Presidente le habría hecho a su antecesor. Duhalde dice que así fue. Sus escuderos sostienen que ésa es una de las razones centrales del encono del caudillo para con el Presidente. En el Gobierno nadie dice conocer la anécdota.
El jueves pasado, Página/12 reveló que en la Casa Rosada condicionaban un hipotético acuerdo con el duhaldismo a que, en primer lugar, el bonaerense declinase la candidatura de su mujer, Hilda “Chiche” González. “Para acordar no hay que ser belicoso, para eso no debe tener candidatos”, dijeron en Balcarce 50 a este cronista. Allende la General Paz no están dispuestos a entregar esa prenda tempranamente. “El gesto ya lo hizo esta semana, y fue devolverle las flores que le tiró Kirchner. Duhalde no va a bajar a Chiche antes de hablar con Kirchner; posiblemente lo haga después, si hay arreglo, no antes. ¿Qué pasa si la baja y después tenemos que confrontar?”, argumenta un negociador de la cohorte bonaerense.
El hombre, fiel intérprete del pensamiento del ex presidente, pone su lupa sobre la otra dama en cuestión. Dice: “El problema tanto para el Gobierno como para Duhalde es Chiche. Para nosotros es que Chiche no mide 30 puntos en las encuestas; y para el Gobierno lo es porque no mide 10 puntos en las encuestas. Chiche mide 20 puntos. He aquí el problema para ambos”.
Desglosemos este razonamiento. Si Chiche midiese 30 puntos, sería ganadora y el duhaldismo podría imponer sus condiciones sobre el kirchnerismo; si midiese 10, sería a la inversa. Pero con 20 puntos de intención de voto, no les alcanza a los aqueos ni les sobra a los troyanos. Esta semana fue dado a conocer un sondeo del consultor Hugo Haime, que realizó a pedido de los bonaerenses. El trabajo arrojó que la diputada atesora un 23 por ciento de intención de voto. En el campamento del ex gobernador dicen que cuentan con un trabajo de otro consultor, Ricardo Rouviere, en el que Chiche marcha con 21 por ciento de intención de voto. En base a estos estudios, los centuriones duhaldistas especularon ante Página/12: “Con 18 puntos, sacamos 9 diputados con una diferencia residual por la cual podríamos disputar el décimo; con 21 puntos, son 11 diputados nacionales cómodamente. ¿Por qué debemos regalar semejante caudal?”, se preguntan retóricamente.
Otro negociador homo bonaerensis recoge el argumento que les dan los sondeos y acomete: “Con estos porcentajes, que implican más o menos entre un millón y medio y un millón 800 mil votos, arruinamos la idea del plebiscito de Kirchner. Hubiese hecho una gran elección, e incluso la hará –es más, hasta puede ganarnos por mucho–, pero un plebiscito es 50 por ciento más un voto. Kirchner puso la línea muy alta y, si vamos en listas separadas, con los votos que sacaremos nosotros en la provincia no le alcanza”. (En el gobierno nacional piensan que hay que plebiscitar la gestión y para ello no es necesario el 50 por ciento de los votos. Dicha diferencia semántica ha sido utilizada esta semana que termina por el propio Presidente. Es muy probable que sus adversarios, y algunos que no los son, no acepten este argumento.)
Mientras algunos se hunden en estas especulaciones, Hilda González no ha dejado de hacer campaña, de “caminar” la provincia, como gustan decir los arquitectos electorales. Quienes la conocen y tratan a diario dicen que está encerrada en la idea de confrontar, un halcón en tailleur. Esta semana, para conseguir que guarde silencio por siete días a fin de permitir abrir un paréntesis en el cual los jefes se avengan a negociar, Chiche formó parte de un debate acalorado que tuvo como protagonistas al también halcón Atanasof y al negociador Juanjo Alvarez. Tras la discusión, de tono elevado, donde no faltaron duros reproches y pases de factura, Chiche se avino a sostener la posición de Alvarez y aceptó llamarse a silencio público por ese lapso.
“Está con un ataque de épica”, cuenta de la neocandidata uno de sus lugartenientes. Y abunda: “Cree que hace esto por la provincia, para defender a los compañeros. No le va mal, tiene 20 puntos de intención de voto, tiene un target y una audiencia cautiva, muy de ella, que la sigue. En estas condiciones, se hace difícil decirle que debe dejar de lado sus anhelos”.

La mesa:

A pesar de todos estos relatos, escollos, contratiempos, Duhalde ha aceptado que la candidatura de CFK puede ser una de las prendas de unidad del peronismo bonaerense con el Presidente. Uno de sus consejeros, que lo conoce largamente y no se ha apartado de su vera, sostiene que el viejo caudillo podría acceder a que CFK encabece algo que podría darse en llamar “Frente Peronista para la Victoria”, un alquímico mix de las mesnadas de ambos líderes, en proporciones que deberán establecerse en una mesa de negociación.
Ahora, ¿cuántos comensales deberían sentarse a esa mesa? Depende del paladar de quien la imagine. Duhalde sostiene que el gobernador Felipe Solá no debe apoltronarse allí. “Ni siquiera si esa mesa termina siendo de negociadores –dice a Página/12 uno de los negociadores que podrían sentarse a dicha tabla con los estandartes del duhaldismo–. Imagínese que, con la bendición de la Casa Rosada y de Lomas (o el San Juan Tenis, que es el sitio que suele frecuentar con mucha asiduidad Eduardo Duhalde cada vez que está en el país), se reabren las negociaciones por las listas. Ahí se sentarían Alberto Fernández por Kirchner y Díaz Bancalari por Duhalde, por poner dos ejemplos que bien podrían ser realidad. Duhalde jamás aceptaría que ahí estuviese sentado también Florencio Randazzo.” Randazzo es el ministro de Gobierno de la provincia y uno de los principales armadores del gobernador Solá.
Como puede observarse a lo largo del presente texto, la situación sigue trabada y los escollos son los mismos que hace una semana. Los decires de Kirchner y Duhalde sobre su imaginaria buena relación han encendido una pequeña luz de esperanza en quienes aspiran a un acuerdo.
“Pero si esto es una pelea que Kirchner nos está dando para quedarse con la provincia, si cae la máscara de que, a pesar de la pelea, siguen siendo aliados estratégicos para mantener la gobernabilidad en la Argentina, entonces habrá pelea y será más dura de lo que algunos imaginan”, dice el trujimán duhaldista, como saliendo, amenazante, de un ensueño.
¿Acaso no es ésta una confrontación de poder?

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