EL PAíS › HUGO ESTANISLA0 OCHOA, DESAPARECIDO EN 1975

Identidad para otro cuerpo

 Por Camilo Ratti
Desde Córdoba

El Juzgado Federal Número 3 confirmó la identidad de Hugo Estanislao Ochoa, un gremialista del Sindicato de Empleados Públicos que fue secuestrado de su casa por una patota de la policía el 11 de noviembre de 1975. Enterrado como NN en una de las fosas comunes del cementerio San Vicente de esta ciudad, es el séptimo cuerpo de un desaparecido que identifican el Equipo Argentino de Antropología Forense (Eaaf), el Laboratorio Lidmo y el Museo de Antropología de la Universidad Nacional de Córdoba. El hallazgo confirma el accionar represivo del Comando Libertadores de América, la fuerza parapolicial que sembró el terror en esta provincia un tiempo antes de que se produjera el golpe de Videla y compañía. Mañana serán entregados los restos a su familia.
“Estábamos en casa, llegaron hombres vestidos de policías y se lo llevaron. Nos dijeron que era por ‘averiguación de antecedentes’, pero nunca más volvimos a saber nada de él”, cuenta con indignación Adriana del Valle Ochoa, una de los cinco hijos de Hugo Estanislao Ochoa.
Aunque la familia peregrinó en vano por juzgados y comisarías en busca de su paradero, este empleado del Ministerio de Bienestar provincial fue muerto y enterrado el 14 de abril del ’76 en el piso 2 de una de las fosas comunes del cementerio San Vicente, el mismo lugar donde el Eaaf encontró el cuerpo de Mario Osatinsky, el líder montonero que fuera la primera víctima identificada por el trabajo que los forenses llevan a cabo en Córdoba desde el año 2003.
Según la resolución judicial y el testimonio que su hija Adriana brindó a este diario, el esqueleto de Ochoa se hallaba incompleto, con la zapatilla izquierda y una media de hombre. Además, el dictamen forense especifica que “la muerte es compatible con traumatismo craneal causado por, al menos, dos impactos de proyectil de arma de fuego”. Para el abogado patrocinante de la familia, Martín Fresneda, esta información “confirma que Ochoa fue torturado y ultimado antes de ser enterrado”.
La confirmación de que los huesos exhumados pertenecían a este sindicalista se produjo el 2 de marzo pasado, cuando los forenses entregaron al perito Carlos Vullo piezas dentales del cuerpo, que fueron contrastadas con la muestra de sangre de su hija Adriana. Del resultado surgió que la probabilidad porcentual de que los restos analizados pertenecieran a Ochoa era de 99,99 por ciento.
Como cada vez que se identifica a un desaparecido, los sentimientos son contradictorios. “Por un lado sentimos rabia, dolor, impotencia, pero por otro ahora sabemos que no es un desaparecido más, que mi papá volvió y lo tenemos con nosotros”, señaló conmovida Adriana, que tenía 16 años cuando a Hugo Estanislao se lo llevaron para siempre. “Por una información que escuchamos en una radio, en el ’77 fuimos a ver esa fosa en la cual los cuerpos estaban semitapados, con la ropa sobresaliendo de la tierra. Pero no logramos nada; el miedo y el terror de aquellos años impidió cualquier investigación”, agregó.

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