SOCIEDAD › VECINOS PIDEN QUE REUBIQUEN A LOS ARTESANOS

La batalla de Plaza Cortázar

Mientras el gobierno porteño estudia convertir en peatonales las calles de la zona, los vecinos se oponen a un nuevo permiso precario para los feriantes que trabajan los fines de semana.

 Por Eduardo Videla

El gobierno porteño estudia convertir en peatonales, durante los fines de semana, las calles adyacentes a la Plaza Cortázar, en Palermo Viejo. La medida, reclamada por los artesanos y vendedores que, en una cantidad superior al centenar, ofrecen sus productos en ese espacio público, es rechazada en forma terminante por vecinos y comerciantes del barrio, que proponen la reubicación de la feria en otras zonas del barrio. Hoy, la Legislatura porteña podría tratar una prórroga del permiso precario que había otorgado a los puesteros y que venció en estos días.
“Si otorgan una prórroga, estamos perdidos”, se lamenta un antiguo vecino, propietario de un comercio frente a la plaza ubicada en Honduras y Jorge Luis Borges. Argumenta que, desde que los artesanos se instalaron en el lugar, el barrio perdió su tradicional tranquilidad y las ventas de sus negocios se resintieron. Los puesteros, por su parte, defienden su derecho a trabajar.
El conflicto se inició hace varios meses pero recrudeció en abril, cuando una fiscal contravencional ordenó a la Policía Federal que impidiera la instalación de los puestos. Poco después, los artesanos y vendedores lograron que la Legislatura les otorgara un permiso precario de 90 días. Ese permiso está vencido y por eso el diputado Héctor Bidonde (Bloque del Sur) presentó una nueva iniciativa para extenderla por un nuevo plazo.
El secretario de Producción, Turismo y Desarrollo Sustentable de la ciudad, Eduardo Epszteyn, adelantó a Página/12 que pidió estudios a la Dirección de Tránsito porteña para saber si es posible cambiar la circulación de las calles en la zona y analizar qué impacto tendría la peatonalización de esa área. “No tenemos una posición tomada, estamos estudiando las distintas alternativas”, aseguró el funcionario.
El proyecto para convertir en peatonales las calles adyacentes a la Plaza Cortázar está impulsado por los feriantes. De hecho, el gobierno porteño, a través del director del Ordenamiento del Espacio Público, Eduardo Torres, implementó una experiencia piloto, el fin de semana del 9 y 10 de julio últimos, que consistió en cortar Honduras y Borges e instalar los puestos en la calle. “No fuimos consultados”, se quejan los vecinos.
Los comerciantes argumentan que esta medida provocó una caída en la actividad de sus negocios. Dicen que, a diferencia de los feriantes, ellos pagan impuestos y tienen la habilitación en regla. Y reivindican al barrio como un “espacio cultural”. Admiten, sin embargo, que muchos de los comercios –en su mayoría, del rubro gastronómico– subalquilan su espacio los fines de semana para que artesanos o diseñadores ofrezcan sus productos detrás de sus marquesinas o en las veredas frente a su local.
Lo cierto es que Palermo Viejo ya no es aquel barrio apacible de hace una década. Los negocios dedicados al diseño y los locales gastronómicos le cambiaron el perfil al barrio, que se convirtió en uno de los polos turísticos de la ciudad. La Sociedad de Fomento, incluso, fue la primera que instaló allí una feria de arte, en octubre de 2002, con permiso oficial, para la exposición y venta de pinturas, dibujos y grabados de 20 artistas. Sin quererlo, fue la semilla de plaza actual: desde principios de 2003 se instalaron artesanos y vendedores hasta llegar a los 120 puestos que se denuncian en la actualidad.
Los vecinos lanzaron esta semana una ofensiva para frenar el tratamiento en la Legislatura de una nueva prórroga. “Mi proyecto prevé extenderla por 180 días pero, después de hablar con los vecinos, podría reducirse a 30 o 90 días”, dijo a Página/12 el diputado Bidonde.
Ocurre que ni siquiera se cumplió el propósito de la primera prórroga, que era formar una comisión integrada por legisladores, vecinos, artesanos y el Poder Ejecutivo para buscar una solución consensuada. “Ni siquiera fueron designados los diputados que van a integrar esa comisión”, protestó Bidonde. El legislador, sin embargo, dejó sentada su posición sobre laventa callejera: “No se pueden limpiar los espacios públicos como si esto fuera Bruselas, pero tampoco deben convertirse en un mercado persa”.
Esta semana, los vecinos y comerciantes llevaron a la Legislatura y al Ejecutivo propuestas para relocalizar a los feriantes: sugieren la Plaza Italia, un ex mercado municipal en Nicaragua y Gurruchaga o un espacio sobre la calle Darwin, entre Honduras y Gorriti. Denunciaron además que uno de los comerciantes más activos en los reclamos fue escrachado el fin de semana por un grupo que apoya a los artesanos. “Lo peor es que si no interviene el Estado, esto va a terminar en una batalla campal”, dicen.
El proyecto de prórroga debe tratarse hoy sobre tablas, según se aprobó en la sesión de la semana pasada. Pero ayer, después de entrevistarse con los vecinos, en la Legislatura no se sabe si la iniciativa contará con los votos necesarios.

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Sobre la plaza de Borges y Honduras hay unos 120 puestos, que le cambiaron la fisonomía al barrio.
 
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