EL PAíS › JAVIER AUYERO PLANTEA OTRO ENFOQUE SOBRE EL CLIENTELISMO

“Buscan cuestionar los planes”

Es sociólogo, profesor en la Universidad de Nueva York e investigador en los temas de marginalidad y exclusión. Dice que las críticas a los planes son interesadas y que lo que debería discutirse son los escasos recursos que se destinan a los sectores más postergados. Propone universalizar la asistencia.

 Por Miguel Jorquera

“Critican el clientelismo para cuestionar los propios planes, cuando los verdaderos ejes de la discusión deberían ser los paupérrimos y escasos recursos económicos que se destinan a los planes sociales”, afirmó a Página/12 el sociólogo Javier Auyero, profesor de la Universidad del Estado de Nueva York –donde actualmente reside–, para diferenciar las críticas interesadas contra los subsidios a pobres y desocupados. Investigador sobre temas de marginalidad y exclusión, y autor, entre otros libros, de La política de los pobres, insiste en que para terminar con el uso clientelar–partidario de los planes “no hay muchos secretos, hay que universalizarlos porque el clientelismo no es el responsable de la pobreza y la miseria”.
–Un cruzamiento de datos realizado por la UCR reveló que el 51 por ciento de los beneficiarios de los planes Jefas y Jefes de Hogar son afiliados a partidos políticos. ¿Se puede afirmar con este sólo dato que el reparto de subsidios está asociado al uso clientelar de los mismos?
–Primero habría que ver qué porcentaje de afiliados hay en relación a la población mayor de 18 años. Segundo, en la Argentina está afiliado todo el mundo, los padrones no han sido depurados. Asociar afiliación partidaria con distribución de planes sociales y clientelismo es una suerte de acto de fe. Tercero, contradiciendo lo anterior, en realidad no me sorprende: hace dos años atrás un estudio del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) afirmó que los programas sociales y en particular los planes Jefas y Jefes de Hogar se ha hecho por canales partidarios. Lo que da cuenta que es un recurso con el que se mantiene la maquinaria política.
–Pero éste dato ha pasado a ser el principal eje de las críticas a los planes que sostienen económicamente a cientos de miles de personas.
–Son recurrentes las críticas al plan Jefas y Jefes y a su uso clientelar. Pero no critican el clientelismo sino al plan, cuando en realidad, la verdadera discusión es lo escaso de los recursos que se distribuyen y el acceso que no es universal, que debería ser el verdadero eje de la discusión. No si se lo utiliza clientelarmente, porque el clientelismo no es responsable de la pobreza, de la miseria.
–Tampoco hubo controles en las asignaciones. Lo manejaron los intendentes y los Consejos Consultivos o no se crearon o no funcionaron.
–No voy a negar que se utilizan los recursos del Estado para hacer política partidaria, se llame clientelismo o intentos de manipulación o de monopolizar los recursos para aceitar y hacer funcionar la maquinaria política. El ejemplo más claro es el caso del peronismo, pero todos los partidos provinciales hacen más o menos lo mismo, incluso la UCR que elaboró el informe.
–¿Esto ayudó a digitar las asignaciones por las que hoy se critican los planes?
–Hay un otorgamiento personalizado. No es lo mismo estar dentro del partido que no estarlo. Había un lema de una tarjeta de crédito que decía “pertenecer tiene sus privilegios”. Pertenecer a un partido político tiene sus privilegios, esto es acceso más rápido a los recursos del Estado. Esto es así con el peronismo, y lo fue así con el radicalismo. No es sorprendente que alguien que esté en una red partidaria o de movilización como los piqueteros tenga mejor acceso a los recursos del Estado, porque alguien que está organizado tiene más poder, por decirlo así, que alguien que no lo está. Porque tienen más facilidad de acceso a la información. La red partidaria le garantiza saber cuándo se está empadronando. Esto fue lo que pasó al inicio del plan. El primero que se enteraba era el tipo que estaba en la unidad básica y cuando cerraron el padrón los que llegaron tarde, por falta de información, se quedaron afuera. Y esto no es por un sistema perverso, de un puntero maldito. Tiene que ver con su organización, sea política o piquetera.
–La oposición volvió a plantear duras críticas a la asignación de planes.
–A mí me asombran el parroquialismo, el provincialismo y el localismo de la discusión que hay sobre estos temas en la Argentina. Se sabe en todo el mundo que al clientelismo o el patronazgo se lo combate con el acceso universal, en esto no hay mucho secreto y hay ejemplos históricos. El ejemplo más claro fue el propio Estados Unidos, donde el fin del Estado clientelar fue cuando se aseguró el acceso universal a los subsidios y ahora todos cobran en base a su número de documento y se acabó. Sin entrar de lleno en temas económicos, lo que habría que discutir para combatir en serio el tema del clientelismo y la pobreza es el ingreso ciudadano. Por su calidad de ciudadano y no de pertenecer a una organización política.
–Tampoco faltaron cuestionamientos empresarios a la supuesta deformación que los planes ejercen sobre el mercado laboral.
–Hace un año se discutió, con bastante protagonismo de la Iglesia y la derecha, que el plan Jefas y Jefes desalentaba el trabajo y fomentaba la vagancia sin ninguna evidencia empírica sobre eso. Es una afirmación ilógica porque en la Argentina contemporánea nadie vive con 150 pesos. Todas las personas que yo entrevisté y con lo cual hice la investigación, ninguna recibe el plan Jefas y Jefes y se queda en casa. Igual salen a trabajar, aun si tienen que realizar alguna contraprestación, porque necesitan, nadie vive con 150 pesos ni siquiera con 350. Si alguien intenta subsistir con lo que el Gobierno define como canasta básica se muere de hambre. Es de sentido común. Es constante la crítica política y politizada del plan por su uso clientelar y por los efectos desalentadores del trabajo. Habría que preguntarse entonces cuáles son los salarios que se pagan en la Argentina, para que un plan de apenas 150 pesos desaliente a una persona a conseguir un trabajo.
–¿Qué hubiese pasado si los planes no hubieran existido?
–Su implementación, hace más de dos años, disminuyó considerablemente el nivel de conflictividad social en un país sumergido en una grave crisis económica y social. Las organizaciones piqueteras ayudaron a contener a la gente más marginada y desesperada. Las molestias que ocasionan los piqueteros, en problemas cotidianos como el tránsito vehicular, son infinitamente menores a los problemas que esas organizaciones lograron evitar organizando y ayudando a los desocupados. Como algunas vez lo plantee, la clase media debería estar agradecida a los piqueteros.

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El sociólogo Javier Auyero investiga desde hace años los temas de marginalidad y exclusión.
 
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