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La última defensa

A los gritos, frente a cada uno de los micrófonos que buscaban su testimonio, se limitaba a repetir: “Es una infamia lo que están haciendo”. Los medios fueron el último acto de la defensa de Antonio Boggiano en el Senado. El magistrado repetía que no había pruebas en su contra y que “a alguien le convendrá” su separación de la Corte Suprema. No negó que “hay un rumor de que mi destitución es segura”. Antes había dicho que con el único senador con el que se había comunicado es con el jefe de la bancada justicialista en la Cámara alta, Miguel Angel Pichetto. Puso el acento en decir: Piketo. “Yo siempre lo llamé así, aunque ahora está de moda”, subrayó en referencia a unos afiches aparecidos hace unas semanas atrás en los que se ponía el acento en la condición oficialista del rionegrino. La picardía fue el único gesto distendido de un magistrado más cerca del llanto y la rabia que de la sutileza. Cuando leyó las cuartillas con las que realizó su defensa, no dejó de transitar ninguno de los lugares comunes. “Escucharlo fue recordar un viejo manual de Instrucción Cívica describiendo las virtudes de un buen juez. Precisamente lo que Boggiano no es”, dijo a este diario el diputado Ricardo Falú opinando del alegato del juez de la Corte.

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