EL PAíS › AGUAS DE BARCELONA PODRIA QUEDARSE EN ARGENTINA PARA SIEMPRE

Promesa de amor con acento español

El ministro De Vido anunció que Zapatero gestiona la permanencia de la empresa española al frente de Aguas Argentinas.

Por Fernando Cibeira
Desde Salamanca

Satisfecho con la solución “española” encontrada al problema planteado por la salida de la francesa Suez de Aguas Argentinas, el Gobierno aspira a prolongarla. El ministro de Planificación, Julio De Vido, informó que durante la reunión que mantuvieron el viernes con el presidente Néstor Kirchner, el jefe de gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, adelantó que hablaría con las autoridades de Aguas de Barcelona (Agbar) para que su permanencia al frente de la gestión de Aguas Argentinas no sea sólo dos años “sino definitiva”. “Aguas de Barcelona tendrá una solución para quedarse en Argentina”, insistió ayer el jefe de gobierno español cuando lo consultaron por el tema en la conferencia de prensa de cierre de la XV Cumbre Iberoamericana. “Conseguimos todo lo que vinimos a buscar”, aseguró luego Kirchner.
La comitiva argentina viajó a Salamanca para participar de la Cumbre Iberoamericana que cada año reúne a los 19 países de América latina con los europeos España, Portugal y Andorra. Pero la actualidad quiso que la reunión bilateral de Kirchner con Rodríguez Zapatero se convirtiera, por lejos, en el principal justificativo de la expedición. Para peor, el Presidente comió en la cena de gala del viernes algo que le cayó mal, así que ayer pasó casi todo el día recluido en el hotel sin participar de las reuniones formales del encuentro de jefes de Estado.
Para que su ausencia no se leyera como un desaire al jefe de gobierno español, que tanto empeño puso en la organización del encuentro, por la noche fue el único presidente que presenció en primera fila la conferencia de prensa de cierre que ofreció Rodríguez Zapatero junto al uruguayo Tabaré Vázquez, quien será el anfitrión de la próxima cumbre.
Luego de hablar largamente sobre el trabajo de la Cumbre, Rodríguez Zapatero tuvo una pregunta sobre el acuerdo alcanzado con Aguas de Barcelona en Argentina. El jefe de gobierno español repitió entonces algunos de los conceptos que habló con los periodistas argentinos luego del encuentro con Kirchner, pero que sonaron amplificados en una conferencia de más amplio alcance. “Las empresas españolas quieren quedarse en Iberoamérica y especialmente en Argentina”, ratificó. Y consideró esa política “casi como un deseo personal”. Mencionó la necesidad de “un marco de seguridad” para las inversiones pero también que las empresas españolas deben seguir “comprometiéndose” con Argentina y “su proceso de recuperación”.
Rodríguez Zapatero volvió a hablar del pasado argentino –“fue un gran país”, dijo– y consideró la gestión de Kirchner como un esfuerzo para retornar a ese esplendor. Y que su intención es que quede en la historia que las empresas españolas contribuyeron a recuperar la economía argentina.

Migas malditas

Esas palabras del presidente español –sobre todo la confirmación de su boca acerca de que Agbar “tendrá una solución” para permanecer en el país– se complementaron con los detalles que aportó De Vido del encuentro bilateral con Kirchner. Ya se sabía que, pese a disminuir su capital accionario, Agbar había aceptado tomar a su cargo la gestión efectiva de Aguas Argentinas para garantizar la calidad del servicio. La información era que la gestión sería por dos años con opción a otros tres adicionales. Ayer, el ministro de Planificación reveló la intención de Rodríguez Zapatero de que la empresa catalana maneje Aguas en forma definitiva. Por otro lado, De Vido aseguró que en ninguna de las renegociaciones de contratos con empresas de servicios que se encuentran en marcha se analiza la posibilidad de aumento de las tarifas. “Los únicos aumentos de tarifas son los de público conocimiento”, sostuvo el ministro. Esos aumentos ya acordados no incluyen las tarifas domiciliarias.
De esta manera, la situación de las empresas españolas en el país se convirtió en el principal dato del viaje presidencial realizado en la semana previa a las elecciones. “Fue mucho más que Aguas”, se entusiasmó ayer el Presidente cuando le preguntaron si se sentía satisfecho con la solución alcanzada con esa empresa. En la comitiva argentina también destacaban el acuerdo de cooperación para la entrega de material ferroviario, más el encauce de las negociaciones con Telefónica y Aerolíneas Argentinas, como para redondear un saldo más que positivo.
El plato haría fantasear a cualquiera: faisán de Castilla asado a las uvas con migas dulces. Al Presidente lo hizo maldecir. Al parecer fueron las migas –una fritura que tiene entre sus ingredientes chorizo español y ajo– lo que cayó muy mal a Kirchner, quien pudo dormir poco el viernes y ayer debió guardar varias horas de reposo. Por lo tanto, no pudo hablar ni participar de ninguna de las cuatro sesiones de trabajo de jefes de Estado que incluyó la Cumbre. Como el canciller Rafael Bielsa daba por descontado esa participación presidencial, él tampoco tenía preparado un discurso. En la mayoría de los encuentros grupales, Argentina estuvo representada en la cumbre por el jefe de gabinete de la Cancillería, Aníbal Gutiérrez.
El Presidente sólo apareció para participar de la ceremonia de clausura. Luego caminó por las deliciosas calles de Salamanca hasta el Auditorio del Palacio de Congresos, donde funcionó el muy equipado y moderno centro de prensa. El Presidente, junto a su esposa, la senadora Cristina Fernández, el canciller Bielsa y el embajador en España, Carlos Bettini, esperaron sentados en un rincón que llegara Rodríguez Zapatero y su canciller Miguel Angel Moratinos para la conferencia de prensa. Luego ocuparon la primera fila del despoblado auditorio acaparando los flashes de los medios españoles. El gesto de delicadeza hacia Rodríguez Zapatero sería correspondido desde el escenario.

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“Las empresas españolas quieren quedarse especialmente en Argentina”, dijo Zapatero.
 
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