EL PAíS › COMO TOMO KIRCHNER LA DECISION DE PAGAR AHORA TODA LA DEUDA CON EL FMI

Esa vieja obsesión del desendeudamiento

Reunido con su mujer, CFK, y el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, el Presidente adelantó una decisión que pensaba concretar antes de fin de año pero más cerca de la Navidad. La decisión de Lula ayudó a acelerar el plazo. La idea de soberanía económica y autonomía.

 Por Sergio Moreno

“Viene la Argentina soberana.” Néstor Kirchner estaba entre ansioso, triunfalista y un poco ofuscado el miércoles por la tarde, en su despacho, cuando disparó la frase que abre estas líneas. Acababa de ver por televisión a un locutor que anunciaba que su ex ministro de Economía Roberto Lavagna alababa la decisión del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva de pagar su deuda con el Fondo Monetario Internacional. El anuncio hecho por Brasil el martes pasado aceleró una medida que el Presidente venía madurando desde el inicio de su gestión, pero que definió tras las elecciones de octubre. Este diario había adelantado, en su edición del domingo 18 de septiembre pasado, que Kirchner pensaba tomar medidas para cambiar la relación con el FMI. Anteayer, con el anuncio de Lula flotando en el aire, el Presidente cruzó su Rubicón.
La confrontación con el Fondo Monetario fue una gimnasia que Kirchner acometió desde un comienzo de su gestión, con picos de exposición en cada viaje que realizó a países centrales, tanto europeos cuanto los Estados Unidos, y especialmente en Nueva York, capital financiera del mundo. Así comenzó a madurar una estrategia que tuvo un emisor de privilegio, el Premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz, adoptado por el Presidente y su esposa, la senadora Cristina Fernández, como una suerte de consultor a la vez que socio en las durísimas críticas a las funciones, rol y efectividad del organismo de crédito internacional nacido tras los acuerdos de Bretton Woods, en 1944.
Desde su asunción a la primera magistratura, Kirchner medía diariamente el nivel de reservas que acumulaba el Banco Central de la República Argentina. En 2004 solía decir que si contase con 20.000 millones de dólares en reservas no tendría problemas con el FMI. Un año después elevó esa cifra para obtener igual resultado a 30.000 millones de dólares. A fin de este año, las granjerías atesoradas en el BCRA arañarían esa cifra, cosa que no terminará de ocurrir porque se desembolsarán al organismo que conduce Rodrigo Rato 9810 millones de dólares de tales ahorros para saldar la totalidad de la deuda con él.
En septiembre pasado, Kirchner regresó de Nueva York –tras su participación en la Asamblea General de la ONU y la Cumbre del Milenio– con una obsesión: cambiar la relación con el Fondo. Tal como adelantó Página/12 el 18 de aquel mes, el patagónico pergeñaba la manera de desembarazarse de la tutela y monitoreo del FMI, ultraortodoxo y equivocado, al paladar del Presidente, “arcaico y desprestigiado”, según la calificación que suele hacer ante sus íntimos. “Soy muy optimista sobre el futuro del país, sobre los próximos 20 años. El único problema de la Argentina es el Fondo Monetario”, repetía aquellos días neoyorquinos, cuando fustigó al organismo en cada discurso que debió dar en la Gran Manzana. Entonces, Kir-chner esperaba el resultado de las elecciones de octubre; estaba convencido de que, para dar un golpe de timón con el Fondo, debía tener legitimidad política y masa crítica para enfrentar el empellón. Los votos aportarían ambas cualidades.
Hacía tiempo que la palabra “desendeudamiento” había sido instalada por el Gobierno como un escenario para nada descabellado. Para Kirchner, era una obsesión. Lula aceleró los tiempos.

La decisión

El miércoles, el despacho presidencial fue testigo de idas y venidas de ministros, secretarios de Estado y otros diversos funcionarios. El Presidente pasó gran parte de la tarde con CFK y el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini. Discutieron la decisión de su parceiro Lula, que saldó sus acreencias con el FMI. Kirchner es crítico del camino económico que emprendió Brasil, incluso de la relación que el socio comercial y estratégico mantiene con el organismo de marras, pero reconoció que la decisión fortalecía la situación económica y política de la región, especialmente de la Argentina.
El Fondo mantiene, en la actualidad, programas con apenas dos países (Turquía y Portugal), está debilitado y desprestigiado. La decisión brasileña lo dejó un poco más ayuno de poder de decisión en el mundo. La que ayer tomó la Argentina agudiza esta situación.
Kirchner sintió un poco de envidia por Lula: le había ganado la cuerda, tomó la decisión antes que él, que pensaba hacerlo antes de fin de año, pero más cerca de la Navidad.
“Ganamos autonomía, vamos a ser soberanos en nuestras decisiones económicas”, dijo el Presidente a sus contertulios de anteayer. Por la principal oficina del primer piso de la Casa Rosada, pasaron, tras CFK y Zannini, el titular del BCRA, Martín Redrado (aportante de los fondos de reservas para hacer el pago del desendeudamiento), y el ministro de Planificación, Julio De Vido. Posteriormente, desfilaron por el despacho Aníbal Fernández, ministro de Interior, y Oscar Parrilli, secretario general de la Presidencia. La ministra de Economía, Felisa Miceli, estaba en Madrid junto al jefe de Gabinete, Alberto Fernández.
Kirchner atosigaba a sus ocasionales interlocutores con datos, cifras y reflexiones, propias del Presidente cuando lo entusiasma la hiperactividad. “Argentina está mejor en términos relativos que Brasil. Brasil tiene pendiente una deuda interna de 416.000 millones de dólares; nosotros no”, fue una de sus comparaciones. “Nosotros, si desendeudamos, vamos a tener autonomía total”, reiteraba el miércoles, poniendo en condicional la decisión que concretaría en menos de 24 horas.
No todos los que pasaron por su escritorio el miércoles sabían que ayer sería el anuncio; tampoco que sería lo que fue.
“Los sacamos de la discusión política-económica de la Argentina”, se ufanaba (¿esperanzaba?) un altísimo miembro del gabinete que conversó ayer con este reportero. Kirchner está convencido de que el de la víspera fue un día bisagra en la relación con el Fondo y en la historia económica reciente del país. También, que es un mérito suyo, de la política económica que reconoce como propia.

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El Presidente estuvo reunido con su mujer, CFK, anteayer, cuando terminó de definir el pago al FMI.
 
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