EL PAíS

Tres economistas opinan sobre el desendeudamiento con el FMI

ALDO FERRER.
“Es positivo”


“Es una medida positiva. Demuestra que el país ha recuperado el comando de su economía y su capacidad financiera para tomar una determinación de estas características. De ahora en más nuestra relación con el FMI será normal, porque no le deberemos nada. Porque la mayoría de los países que lo componen no le deben nada al FMI, que se pone realmente incómodo cuando le deben plata. Ya no será una relación de súplica ante el organismo de crédito internacional ni de subordinación a sus políticas de mercado. Ahora incluso podremos plantear dentro del FMI propuestas para su futuro funcionamiento, al que le hemos hecho no pocas críticas, de igual a igual, como verdaderos pares. Creo que es el discurso más importante que he escuchado del presidente Kirchner y no sólo por la trascendencia del anuncio sino por el planteo en el cual enmarcó la decisión gubernamental: la necesidad de poner a la Argentina de pie y de recuperar la autoconfianza del país y la de nuestra población. De igual modo también remarcó que éste no es un logro de un solo partido político sino de toda la sociedad argentina, así como generar el consenso necesario y el pluralismo democrático en políticas de Estado. Creo que en la economía argentina existen dos etapas en los últimos tiempos: dejamos el clivaje de la hegemonía liberal, para pasar a la concentración económica nacional sobre bases reales.”

JULIO GAMBINA.
“Es privilegiado”


“Esto no es más que la continuidad y profundización de la política de pago a los organismos de crédito internacionales y el privilegio del pago al FMI. La cancelación anticipada con los recursos existentes, que se podían destinar a múltiples necesidades, se usa para privilegiar a los acreedores externos, postergando la deuda pública con vastos sectores sociales argentinos como la generación de empleo, salud y educación. Se argumenta que se ahorran 1000 millones de dólares cancelando por adelantado una deuda a tres años, cuando con esos 10 mil millones garantizaríamos por diez años el costo de los planes Jefas y Jefes de Hogar que abarca a 1,7 millón de personas. Además, se quiere sobredimensionar la medida que apenas representa menos del diez por ciento de la deuda pública estimada en 160 mil millones de dólares. Esto también muestra quién maneja el tema de la deuda: mientras el Congreso vota el Presupuesto 2006, en el que hay comprometido un determinado pago de intereses y capital de la deuda, el Gobierno toma una determinación que anula todo el superávit y ahorro interno de los últimos tres años. Tampoco se trata de una decisión de autonomía política sino de cumplir con las demandas del FMI, del que no teníamos condicionamientos, pero al que le pagábamos religiosamente. La decisión de Argentina y Brasil, igual que lo hizo Rusia y lo hace Turquía, es lo que quería el FMI y su principal accionista, los Estados Unidos.”

JORGE SCHVARTZER.
“Interesante”


“Hay que terminar con toda esta franela de opiniones: la medida es positiva. Es una política interesante y audaz, que nunca podrían haber llevado adelante los gurúes económicos que propiciaron el endeudamiento. Si no se compromete seriamente la baja de reservas y la política monetaria, la decisión no tiene por qué causar inconvenientes. Es como en la economía doméstica, a uno le fue bien unos años, juntó una plata y levantó un pagaré que debía. Si no, tarde o temprano esa deuda afectaría cualquier posibilidad de desarrollar políticas públicas propias. Esto genera una independencia y autonomía relativa para determinar más claramente un proyecto económico. Lo podemos enmarcar dentro del pensamiento nacional y popular que habla de soberanía política, independencia económica y justicia social. Internamente podrá tener detractores, pero habrá que esperar cuál es la repercusión en el exterior. No se puede vivir aislado y sin apoyo. Necesitamos apoyo internacional, de a poco, para acceder al crédito y promover inversiones industriales para dejar de ser un país sojero, que depende de una cosecha y no genera valor agregado ni empleo. Ya vivimos una etapa de desarrollo industrial, para sustitución de importaciones, que abrió la puerta a una situación de bienestar en la población. Incorporando también, dentro de esta independencia económica relativa, el desarrollo educativo de las nuevas generaciones.”

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