EL PAíS › EL GOBIERNO AMENAZA CON SUBIR LAS RETENCIONES, LOS GANADEROS SE DEFIENDEN

La carne se arrebata en la parrilla

Después de fracasar la firma del acuerdo para reducir el precio de la carne, el Poder Ejecutivo hizo conocer su enojo. Néstor Kirchner habló de avaricia y Aníbal Fernández dijo que “no nos temblará el pulso”. Los ruralistas intentaron aplacar la crisis.

 Por David Cufré

Néstor Kirchner lo tomó como un desaire personal. Felisa Miceli está indignada. Miguel Campos, el secretario de Agricultura, habla de traición. El Gobierno reaccionó de ese modo ante la decisión de la Sociedad Rural, Confederaciones Rurales y otras seis entidades de la industria de la carne de tachar su nombre del acuerdo que habían firmado anteayer delante del Presidente. Al Poder Ejecutivo “no le temblará el pulso para tomar una decisión de fondo, como subir las retenciones” a las exportaciones del sector, amenazó el ministro del Interior, Aníbal Fernández. La reaparición del funcionario menos sutil de todo el Gobierno para intervenir en una polémica que está muy lejos de su radio de acción fue un mensaje en sí mismo. El sentido de sus palabras, a su vez, pareció una declaración de guerra. Por el lado de los ganaderos, Luciano Miguens, de la Sociedad Rural, no anduvo con vueltas: dijo que no es “optimista” sobre el resultado de ese tipo de acuerdos para frenar precios y reclamó la baja de las retenciones.

Los empresarios respondieron sin embargo en conjunto con un comunicado en el que hicieron equilibrio para resultar conciliadores y ratificar su postura al mismo tiempo. No era fácil atender al frente interno, que les exige dureza, y poner un freno a la confrontación con la Casa Rosada. “Las entidades abajo firmantes, que por razones ajenas a su voluntad no llegaron a un acuerdo con el Gobierno, manifiestan”, dice de entrada la declaración que suscribieron la Sociedad Rural, Confederaciones Rurales, Centro de Consignatarios de Hacienda, Centro de Consignatarios de Productos del País, Cámara de Consignatarios de Ganado, Asociación de Productores Exportadores, Cámara de Engordadores de Hacienda y Frente Agropecuario Nacional.

El comunicado tiene sólo dos puntos. Después de manifestar que ellos no fueron responsables por el fracaso en la firma del acuerdo de precios, los ganaderos expresaron que “compartimos el esfuerzo del Gobierno por combatir el avance de la inflación”, y, en segundo lugar, “que en tal sentido, reiteramos nuestra vocación de diálogo”. Las conversaciones, aclararon, deberían servir para “lograr un aumento de la producción que determine un adecuado equilibrio entre el mercado de exportación y el doméstico, haciendo sustentable el nivel de consumo para nuestra población a precios accesibles”.

La pelea alcanzó tal intensidad que llevará tiempo hasta que las partes puedan encontrar una solución. También influyen las profundas diferencias que existen entre los protagonistas: de un lado tildan a los ganaderos de oligarcas y del otro califican a los funcionarios de setentistas. Kirchner habló de “avaricia”. “Les pedimos responsabilidad a todos los sectores, especialmente a los más fuertes de la economía, a aquellos que tienen mayor nivel de rentabilidad, que están exportando”, reclamó el Presidente anoche en un acto en Casa Rosada destinado a anunciar obras. En ningún momento mencionó de manera directa a los ganaderos, aunque dio todas las pistas para que se supiera que se refería a ellos.

“Fíjense que tienen un dólar competitivo y que están ganando bien. Sean solidarios con el resto del pueblo argentino”, exigió Kirchner. Y completó: “Les pido, no de corazón porque sé que esos sectores muchas veces no tienen corazón y sé como se mueven, que no haya avaricia, que haya comprensión, queremos que les vaya bien, pero queremos que les vaya bien a todos los argentinos”.

Los negociadores de uno y otro lado coincidieron ante Página/12 que no será fácil encontrar una salida a la crisis. Lo primero es aplacar los ánimos y tender puentes para retomar el diálogo. Y después idear un atajo para salvar políticamente la situación. Según ruralistas que quedaron al margen de la discusión, porque firmaron el acuerdo que congela por un año el precio de la carne, la actitud de quienes repudiaron el convenio fue “irracional”. El Gobierno había dado señales concretas de que las retenciones a la carne serían reducidas, pero que eso ocurriría recién a fines de febrero. “Lo dijeron Nebbia y Miceli”, aseguró uno de los participantes de las reuniones con los funcionarios.Fernando Nebbia es subsecretario de Política Agropecuaria. El habría manifestado que el tema de las retenciones estaba resuelto en un encuentro de la Mesa de Ganados y Carne el último viernes. Miceli, en tanto, habría insistido con el punto anteayer, luego de que la Sociedad Rural encabezó la anulación de las firmas del acuerdo que habían suscripto minutos antes frente a Kirchner. El vicepresidente de la entidad, Hugo Biolcatti, justificó esa decisión en que “el compromiso del Gobierno incluía bajar las retenciones, pero después nos dijeron que no iba a figurar en el acuerdo y que lo iban a anunciar por separado. Como no sucedió, nos tuvimos que bajar”.

Miceli argumentó en esa oportunidad que anunciaría la baja de las retenciones recién después de tres o cuatro semanas, plazo que se tomaría para evaluar el efectivo cumplimiento del convenio. Esto es, una caída del precio de la carne. Pero una parte significativa de los ganaderos presentes no lo aceptó. El acuerdo estableció en su punto G que el Ejecutivo “reconsiderará de inmediato el tratamiento arancelario en los distintos cortes vacunos”.

El arma de presión que tienen los productores es el precio de la carne en el Mercado de Liniers. El valor del novillo subió ayer de 2,461 a 2,525 pesos, con el ingreso de 9000 vacunos. El clima en ese mercado es tenso y hay gran incertidumbre. “El Estado tiene una batería de instrumentos para responder, empezando por la AFIP”, afirmaron desde Hacienda. Allí negaron que haya intención de reducir las retenciones. Y también admiten que después de este conflicto será engorroso tomar una medida semejante. Sobre la amenaza de subir el gravamen si los ruralistas no revén su posición, indicaron que no sería apropiado pues castigaría igual a quienes sí firmaron.

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Néstor Kirchner entró al Salón Blanco de la Casa de Gobierno sabiendo muy bien qué diría.
 
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