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Una historia que fue de amor y que hace años que es de espanto

Armaron fórmula juntos. Se elogiaron hasta la desmesura. Duhalde hasta bailó en Anillaco. Luego vino la ruptura: Yabrán, Cabezas, la re-re.

Durante los últimos 13 años se han dicho de todo. Desde “Menem es predicador del amor y la tolerancia” hasta “Menem es un psicótico del poder”. Cosas dulces como “Duhalde es un hermano de siempre, no hay aspecto que nos separe” hasta insultos cargados de odio: “Es un inepto y pésimo para gobernar”. En 1989 fueron compañeros en la fórmula presidencial, y durante los 5 años siguientes la relación marchó sobre ruedas –Duhalde llegó a bailar con una damajuana en la cabeza en Anillaco–, pero los roces aumentaron a medida que la carrera política del bonaerense despegaba. Desde 1999, los dos líderes justicialistas no se reunían.
Su luna de miel duró hasta 1995, época de oro del menemismo. Como ejemplo de la armonía que reinaba en ese momento, en 1990 Duhalde declaró que “ser menemista es un sentimiento”, entre otras frases célebres. Pero los problemas se agudizaron desde 1997, debido al caso Cabezas –investigado por las autoridades bonaerenses– y a la competencia con miras a las elecciones presidenciales de 1999. En marzo de ese año mantuvieron una reunión en la quinta de Olivos para establecer una tregua hasta las elecciones legislativas de octubre –donde se enfrentaron Graciela Fernández Meijide y “Chiche” Duhalde–. En esa oportunidad el tema de la discordia fue el intento menemista de presentar un proyecto de consulta popular con el fin de instalar una nueva reelección presidencial. Luego del encuentro, Duhalde declaró satisfecho que “el Presidente ha sido muy claro, yo también he sido muy claro y creo que este tema está terminado”. No lo estaba, ciertamente.
A partir de allí se sucedieron los actos de campaña y los cumplidos que buscaban disimular las diferencias entre ambos. En junio volvieron a reunirse para jugar al fútbol, comer un asado y comentar el desarrollo de la campaña. “Estoy aquí, querido gobernador, para desvirtuar un montón de versiones, estoy aquí para demostrar que no estamos peleados –declaró Menem en esa oportunidad–, y por eso le digo que nuestra amistad, nuestro afecto, es indestructible.” Pero a pesar de las palabras dulces, la frecuencia de los encuentros entre los dos creció paralelamente al nivel del enfrentamiento. Unos días después que la Policía Bonaerense difundió la existencia de 35 llamadas telefónicas entre la Casa Rosada y Alfredo Yabrán (el principal sospechoso del crimen de José Luis Cabezas), hubo un nuevo encuentro. “Querido gobernador y amigo: quiero que busques la forma para que nuestros adversarios no nos agravien ni nos insulten permanentemente”, le pidió Menem a Duhalde en un encuentro que tuvieron el 1º de julio, para inaugurar el tramo Moreno-Luján de la autopista oeste.
Luego de las elecciones de octubre, ya no hubo necesidad de posar para las fotos, y el enfrentamiento se hizo más intenso a medida que se acercaban los comicios presidenciales. El 1º de junio de 1998 ambos compartieron el escenario en un acto del Ministerio de Educación, donde apenas se dirigieron la palabra. “Fue puro maquillaje”, declararon luego de la ceremonia los colaboradores del gobernador. Luego se sucedieron encuentros protocolares, ninguna reconciliación.
Las últimas reuniones entre Menem y Duhalde se realizaron en 1999, durante la campaña presidencial. En febrero los dos dirigentes volvieron a sellar una tregua en un encuentro de dos horas en la quinta de Olivos. “Mirá Eduardo, entendéme, yo no aliento movidas por la reelección”, declaró aquella vez el entonces Presidente. Pero antes de las elecciones, Duhalde volvió a denunciar a los menemistas de boicotear la campaña. “Cuando yo apoyo a un candidato no lo hago con hechos concretos”, declaró nueve días antes de los comicios, “y en cambio la actitud de Menem se caracteriza por la falta de acciones u omisiones”. La última vez que compartieron un palco fue durante los festejo por la victoria de José Manuel de la Sota en las elecciones de gobernador. Luego de la derrota, la relación entre ambos entró en su peor etapa, que llegó a su punto cúlmine a partir de la asunción de Duhalde a principio de este año. “Las medidas del Gobierno son pésimas desde el punto de vistapolítico, económico y social. Duhalde y su equipo son pésimos para gobernar” declaró Menem el 9 de enero, para intensificar de nuevo un conflicto que parece no tener fin.

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Un recuerdo de los tiempos felices, que también son
muy remotos. Hace años
que no dialogan.
 
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