EL PAíS › RAUL ALFONSIN DECLARO EN EL JUICIO CONTRA ETCHECOLATZ

“Se buscaba la pacificación”

El ex presidente justificó la sanción de las leyes de impunidad al declarar como testigo de la defensa del represor. También criticó a Kirchner. Fue cuestionado por organismos de derechos humanos.

“¿No soy yo el imputado, no?”, ironizó el ex presidente Raúl Alfonsín, ofuscado por las preguntas del fiscal Carlos Dulau Dumm sobre las leyes de impunidad. No lo era: había sido citado como testigo de la defensa del represor Miguel Etchecolatz en el proceso en el que lo juzga por secuestros, torturas y asesinatos. “Dictamos esas leyes con dolor. Queríamos evitar la interrupción del orden constitucional. Se buscaba la pacificación del país”, argumentó Alfonsín para justificar la sanción de las leyes de obediencia debida y punto final y señaló que estaba contento porque hoy “se pueda hacer justicia”. A la salida, criticó al presidente Néstor Kirchner. “No nació de un repollo”, dijo (ver aparte).

El testimonio de Alfonsín cerró la última jornada de testimonios del juicio al ex director de Investigaciones de la policía de Ramón Camps, cuya sentencia se conocerá a mediados de septiembre. Hoy continuará con una inspección ocular al Pozo de Quilmes.

La defensa de Etchecolatz había pedido que asistieran sólo tres testigos: Alfonsín, Italo Luder e Isabel Perón. El ex presidente fue el único que pudo concurrir al Salón Dorado de la Municipalidad de La Plata, donde se desarrolla el proceso. Los otros dos se excusaron por motivos de salud. Al entrar a la sala, Alfonsín se encontró con los militantes de H.I.J.O.S., que junto con familiares y Ex Detenidos Desaparecidos le dieron la espalda en señal de protesta. Lo acompañaban el ex ministro de Justicia Ricardo Gil Lavedra y el ex edil Santiago Alconada.

La estrategia del abogado defensor Luis Boffi Carri Pérez consistía en probar que las leyes de impunidad no se aprobaron por coacción. En ese sentido se dirigieron sus preguntas. “Me niego a decir que fuera extorsionado, pero los jefes del Estado Mayor me hacían conocer la situación en que se encontraban las fuerzas que comandaban y eso me hacía suponer que era necesaria una solución”, apuntó el ex mandatario, quien sostuvo que “la situación militar estaba complicada. Había presiones muy duras. No podíamos llevar a mil militares en actividad a proceso, no teníamos la fuerza necesaria. Esto nos llevó a tomar estas medidas”.

–¡Sos un caradura! –explotó un militante de H.I.J.O.S., entre el público.

El presidente del Tribunal, Carlos Rozansky, pidió orden. También amonestó a los abogados querellantes por una serie de volantes que circulaban en la sala, donde se aseguraba que Alfonsín era “el padre de la impunidad”. En tanto, algunos de los militantes de los organismos de derechos humanos se quejaron porque –según aseguraron– les requisaron las mochilas al entrar a la Municipalidad.

“Son muchos los que tenían 10 años en esa época y quieren hacer creer que están iniciando la lucha por los derechos humanos”, lanzó un Alfonsín bastante enojado, quien continuó explicando que “era perentorio realizar una acción que sacara la espada de Damocles sobre cada militar que estaba en actividad. Pensamos que la ley iba a circunscribir el espectro de los procesados”. El ex presidente se lamentó de que la ley de punto final “no cumplió para nada con su objetivo, tuvo el efecto paradójico de ampliar el universo de quienes aparecían como imputados. Las presiones seguían, eran muy duras, recordemos que después sufrimos tres levantamientos militares. Se hacía perentorio otro tipo de soluciones”, insistió.

En su favor, citó el contexto internacional. “En Europa se produjeron leyes, no como ésta, sino amnistías a nazis, a franquistas italianos, a quienes torturaron en Argelia”, ejemplificó. “Y en América latina todos los países que hicieron la transición (a la democracia) entablaron conversaciones con los dictadores”, recordó. Tomó los ejemplos de Brasil, Uruguay y Chile, donde “incluso hubo que aceptar poner al dictador como jefe de las Fuerzas Armadas”.

El fiscal volvió sobre las promesas de su campaña, pero Alfonsín lo cortó diciendo que no estaba imputado. “Usted no ha vivido o ha estado durmiendo permanentemente, porque la diferencia es abismal”, arremetió.

Además, recordó que en la campaña de la UCR “había tres niveles de responsabilidad: primero, quienes dieron órdenes y sobre los que recaería la persecución penal; segundo, los que se habían excedido en el cumplimiento de ellas; y tercero, los que las habían cumplido, sobre los que decidimos no actuar”.

Los abogados querellantes repreguntaron sobre la palabra “excesos”, que Alfonsín también usó para hablar del robo de bebés. Un tanto fastidiado, el ex presidente concedió que “estábamos frente a hechos de terrorismo de Estado”. “Me alegro de que se puedan llevar adelante juicios que en ese momento era imposible llevar adelante”, sostuvo. Pero no pudo con su genio: “Quienes tienen 30 años ni saben lo que ocurrió, por ese motivo se pueden hacer prédicas que niegan la historia”, aseguró. El ex mandatario se marchó entre los abucheos de los militantes de H.I.J.O.S.

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El testimonio de Raúl Alfonsín cerró la última jornada de testigos en el juicio contra Etchecolatz.
 
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