EL PAíS › EL PJ NO LOGRO QUORUM EN DIPUTADOS

La Corte aún no zafa

Los justicialistas estaban convencidos de que iban a arañar el quórum de 129 diputados. Pero sólo sumaron 74 propios y un puñado de aliados. Camaño levantó la sesión. Lo que puede venir.

 Por Felipe Yapur

Fue un fracaso estrepitoso. El justicialismo había jurado que estaba en condiciones de arañar el quórum de la sesión especial con la que pensaban rechazar el juicio político a la Corte Suprema. Ocurrió todo lo contrario. El oficialismo apenas consiguió sentar 74 diputados en sus bancas y al presidente del cuerpo, Eduardo Camaño, no le quedó otra alternativa que permitir algunas expresiones en minoría como para el bochorno no se transformara en vergüenza. A su turno, el titular del bloque peronista, Humberto Roggero, hizo gala de su capacidad de mirar lo que le conviene al considerar un “éxito” el fracaso que protagonizó al sostener que “acá estamos los que queremos trabajar, los que queremos debatir”.
El miércoles por la tarde, Camaño junto a Roggero habían “punteado” la presencia de 103 legisladores justicialistas. Sin embargo, poco antes de las 11.30 –hora prevista para el comienzo de la sesión– los rostros justicialistas denotaban preocupación. Los números no daban por lo que las sonrisas crecían entre los justicialistas del grupo Talcahuano que promueven la destitución de los supremos. Sin poder disimular la indignación que le provocaba la demora de algunos y el faltazo de notorias caras menemistas y duhaldistas, a la riojana Alejandra Oviedo le faltaban los dedos para marcar los números telefónicos de los ausentes. “¿Por qué no vienen?”, repetía a sus interlocutores levantando la voz ante su diminuto teléfono celular.
Mientras Oviedo hablaba, en el sector que ocupan los partidos provinciales se ubicaron 16 diputados. Un poco más allá estaban dos de la UCDE, cuatro cavallistas y el único representante del partido Fiscal de Mendoza. El resto de las bancas, que ocupan el ARI, el Frepaso, el Frente para el Cambio y la UCR estaban completamente vacías.
Camaño, responsable ante el gobierno del esperado éxito, se valió de todas las artimañas conocidas para estirar lo más posible el comienzo de la sesión. A diferencia de lo que hizo durante la primera sesión especial que se convocó para impedir el voto negativo contra Cuba en la ONU, el duhaldista dejó sonar el timbre que convoca a sesión más allá de los 30 minutos que estipula el reglamento. A su turno Roggero le pidió 20 minutos más de espera y el duhaldista aceptó con un argumento rebuscado: “Yo no tengo obligación de levantar la sesión, son los diputados los que tienen la obligación de permanecer en el recinto”. El tiempo no les alcanzó. El inevitable fracaso no impidió que Oviedo siguiera llamando. Con dureza miró a los duhaldistas como Daniel Basile y Jorge Casanovas, este último integrante de la comisión de juicio político, que llegaron con dos horas de retraso. Con la misma intensidad dirigió su mirada al reutemista Jorge Obeid. Nadie sabe lo que pensó y dijo del duhaldista Hugo Toledo que priorizó un acto con Eduardo Duhalde en el Mercado Central antes que la sesión, y mucho menos de los menemistas Martha Alarcia y Enrique Tanoni que ni siquiera estaban en Buenos Aires.
Con el fracaso ya confirmado, Camaño permitió las expresiones en minoría. Fue en ese momento que Roggero elaboró una de sus más extrañas lecturas de la realidad al sostener que por el recinto habían pasado 107 legisladores, aunque el tablero electrónico se empecinó en no superar el número 97. Antes de recordar que los que allí estaban sentados querían “trabajar”, Roggero justificó las razones que tiene el PJ para rechazar el dictamen acusatorio contra los supremos: “No se puede vivir en la incertidumbre, en la inseguridad. Esta es una cuestión de Estado y es preciso pagar los costos políticos de nuestra decisión de no gobernar desde la incertidumbre”.
Cerca de las dos de la tarde, Camaño no encontró razones para seguir sentado en su banca presidencial y se fue. El recinto rápidamente se vació. En el salón de los Pasos Perdidos, Oviedo repetía que el bloquehabía conseguido un éxito: “Sentamos la cantidad necesaria para demostrar que el día que haya sesión podremos desactivar el juicio”, dijo y se fue asegurando, con una sonrisa en sus labios, que hubo algo más de ochenta peronistas.
Más allá de los forzados justificativos de los peronistas, la primera consecuencia de su traspié de ayer es que no habrá nuevos pedidos de sesiones especiales. “Por ahora no hay más”, reconoció un encumbrado integrante del bloque. Los menemistas no coinciden con esa lectura. Está en juego su feroz defensa de los supremos y ya anunciaron, a pesar de lo que dijo Manuel Baladrón en el recinto, que “no habrá más sesiones en el Congreso hasta que no se defina la situación de los jueces”. El martes llevarán a la reunión de bloque su propuesta.
En el justicialismo todos tienen motivos para rechazar el juicio. Las motivaciones de los menemistas es la más clara. A los duhaldistas les gustaría sacarse esta “Corte que extorsiona a Duhalde”, pero la debilidad del Gobierno los obliga a desactivar el juicio. Sin embargo, el resto se opone porque sostienen que en el hipotético caso de que progresara la destitución de los supremos no les gustaría que el Presidente ponga su gente en la Corte: “No sacaremos a los malos para que ellos pongan a los peores”, reconoció un importante diputado peronista que acompaña a un precandidato presidencial que no crece en las encuestas.
Sobre los radicales, los justicialistas hablan pestes. Maldicen lo que definen como “falsa postura ética” al considerar que “están negociando la coparticipación y cuando sus gobernadores consigan lo que piden, todo cambiará”, sostuvo el mismo legislador que no es menemista y mucho menos duhaldista.
A su turno, los radicales rechazan de plano ese análisis: “No entramos en negociaciones”, repiten. Sin embargo, saben que sus gobernadores en algún momento pueden entrar a tallar en este tema y, al revés de lo que ocurrió cuando la senadora Amanda Isidori se levantó de su banca para permitir la derogación de Subversión Económica, obliguen a sentarse a algunos para que el PJ consiga su objetivo.

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Saúl Ubaldini y Oraldo Britos, en primera fila, ceñudos.
 
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