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 Por Claudio Zlotnik

La vida después del default: ¿habrá algún impacto sobre la economía real o todo quedará restringido a lo financiero? ¿Cuál es la agenda económica que se viene? ¿Habrá otra mejora a la propuesta para cerrar trato con los acreedores? La visión preponderante entre consultores y analistas es que, una vez cerrado el trato con los bonistas, el Gobierno tendrá el desafío de evitar que se produzca una burbuja especulativa. Algunos ven el peligro de que el precio de las propiedades crezca de manera exuberante. Una situación que puede ser explosiva si encima viene combinada con una apreciación del tipo de cambio. Aun cuando la salida de la cesación de pagos es rescatada como un hecho positivo, que va en el camino de la normalización financiera tras el desastre provocado por la crisis, lo cierto es que podrían darse efectos perjudiciales para el actual modelo.
Tanto en el Gobierno como en la city coinciden en que el fin del default impulsará las inversiones. En algunos bancos líderes consultados por Página/12 aseguraron que se nota un cambio en su relación con las empresas: mientras hasta hace un par de meses sólo se armaban reuniones para analizar las reestructuraciones de las deudas de esas compañías, ahora empezaron a discutirse los planes de financiamiento para sus próximas inversiones.
En las empresas también admiten que el panorama se modificó, sobre todo en las filiales extranjeras que dependen de la decisión de las casas matrices. “Un acuerdo con los bonistas flexibilizará la postura de los directorios. Necesitamos inversiones para ampliar nuestra capacidad de producción”, contaron a este diario en una empresa láctea líder.
Miguel Peirano, vicepresidente del BICE, un banco con estrechos vínculos con las empresas, aseguró que cuando se rubrique el acuerdo habrá “un salto a gran escala” de las inversiones de industrias locales. “En todos los sectores fabriles se necesitan ampliaciones de la capacidad instalada. Son empresarios que ahora tendrán mejores perspectivas para invertir. También hay que esperar un fuerte repunte en la inyección de capital en la construcción”, apuntó el economista.
Roberto Lavagna ya adelantó que habrá una diferenciación entre las inversiones productivas y las especulativas de corto plazo. Las primeras sirven para reforzar la marcha de la economía. Los capitales golondrina, en cambio, pueden ser muy perjudiciales porque generan burbujas que, en el momento que explotan, provocan graves crisis. El ministro se inclina por imponer controles a esos fondos “a la chilena”. En el país vecino pusieron impuestos a los capitales que se quedaban menos de un semestre. Si bien en la Argentina existen controles, sólo atañen a los capitales de residentes extranjeros pero excluyen a los pertenecientes a argentinos.
En diálogo con Página/12, el economista Eduardo Curia, asesor del ministro De Vido, consideró que las próximas decisiones del Gobierno serán clave para saber si la salida del default fue beneficiosa. “El arreglo es positivo en sí mismo pero a partir de ese momento se abren distintos andariveles: si el Gobierno es consciente de ello debe tomar medidas que profundicen la estrategia de desarrollo”, manifestó. En opinión de Curia, para que el arreglo con los bonistas tenga un efecto positivo sobre la economía haría falta que no sólo se controle la entrada de capitales golondrina sino también mantener en los actuales niveles el tipo de cambio a través de la activa intervención del Banco Central y del Tesoro.
El peligro es que la especulación financiera provoque una caída del dólar. Para sostener el tipo de cambio, el Central compró 1400 millones de dólares durante diciembre. Este mes morigeró las intervenciones y la cotización del billete verde cayó cinco centavos.
Otro efecto del post-default, creen los analistas, sería el exacerbamiento de un fenómeno que ya es palpable: la ola de compras de propiedades por parte de inversores del exterior. Aprovechando los atractivos precios en dólares de los edificios de primer nivel, en la city no descartan que los valores sigan subiendo y se infle la burbuja inmobiliaria.El economista de izquierda Claudio Katz cuestionó la estrategia oficial. Consultado por este diario opinó que la economía sufre de un “problema estructural” ya que “no es compatible sostener un superávit fiscal de tres puntos del PIB durante las próximas décadas, con el objetivo de pagar deuda, con un mercado interno en expansión”.
Respecto de la posibilidad de que el fin del default mejore las perspectivas, Katz también fue escéptico: “¿Acaso alguien podría asegurar que las inversiones no vendrían igual en caso de que sigamos en cesación de pagos?”. El especialista se contestó: “En un sistema capitalista, los empresarios deciden sus inversiones en base a la rentabilidad esperada. La Argentina creció en los últimos dos años sin acordar con los acreedores”.
Aldo Abram, de la consultora Exante, piensa exactamente lo contrario. No sólo cree que el arreglo con los bonistas es condición necesaria para que la economía siga en la senda de crecimiento sino que planteó que no es suficiente. “El Gobierno debería, también, dar seguridad jurídica a las empresas si busca que haya inversiones.” Desde el sistema financiero, en cambio, Miguel Peirano pronosticó que es muy probable que los bancos aumenten su oferta de créditos y alarguen los plazos de las líneas.
Al momento de evaluar las chances de la Argentina post-default, no puede dejarse de lado la cuestión internacional. La situación cambiaria en Brasil o el nivel de las tasas de interés en Estados Unidos tienen efectos al menos tan relevantes como la normalización financiera.

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