EL PAíS › CóMO EVALUó EL GOBIERNO LA DECISIóN DE PAGAR LA DEUDA

Más en el haber que en el debe

La medida se evaluaba desde que Néstor Kirchner era presidente. Hubo pedidos del mundo financiero y gobiernos extranjeros, aunque apuntaban a reestructurar la deuda y no a saldarla. Buscan despejar el frente externo para ganar terreno en el interno.

 Por Daniel Miguez

La noticia sorprendió a la mayoría de los invitados al Salón Blanco. Aunque hubo pistas. Estaban absolutamente todos los ministros, además de otros altos funcionarios y gobernadores, lo que hacía presagiar algún anuncio de peso de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. El gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, en plena etapa de reconciliación con el Gobierno, ya había avisado de su presencia (para el mismo día él le había pedido a la Presidenta que viajara a su provincia a inaugurar un colegio y en pocas horas pasó de anfitrión a invitado), pero cuando aparecieron los mandatarios de Santa Fe, Hermes Binner, y el de Chubut, Mario Das Neves, más otra decena de gobernadores y vices, el elenco hacía pensar en un anuncio de trascendencia. El único que no recibió invitación fue el vicepresidente, Julio César Cleto Cobos.

La Presidenta se guardó para el final de sus anuncios la decisión de cancelar la deuda con el Club de París con reservas del Banco Central y provocó un largo estallido de aplausos y algunos gritos de aprobación. Una escena similar a la que se dio cuando Néstor Kirchner proclamó que pagaría la deuda con el FMI. La mayoría de los invitados confesaron a PáginaI12 que no tenían idea de que iba a anunciar eso. Y sólo algunos alardearon de que algo intuían. Es más, a algunos convocados personalmente por el jefe de Gabinete, Sergio Massa, se les anticipó que era muy importante que estuvieran, sin más detalles.

La decisión se venía meditando desde hace mucho tiempo. Tanto que Kirchner, aún presidente y a poco de transferirle el cargo a su esposa ya electa, y el entonces jefe de Gabinete, Alberto Fernández, hablaron seriamente varias veces de que “cuando asuma Cristina, le pagamos al Club de París con reservas del Banco Central y después salimos por el mundo a buscar inversiones”.

Desde entonces distintos funcionarios, desde la Presidenta para abajo, fueron recibiendo señales del mundo financiero y de la política exterior. Lo escuchó la propia CFK de boca del presidente francés Nicolas Sarkozy cuando se reunió con él en abril. Ya había sudado la gota gorda el ministro de Planificación, Julio De Vido, para conseguir financiamiento privado para el tren bala por el condicionamiento de las malas notas que recibía Argentina por estar en default con el Club de París. En junio, el presidente Silvio Berlusconi también había mencionado con sutileza el tema cuando tuvo la deferencia de sentar a CFK a su lado en la cena ofrecida a los presidentes que concurrieron a la cumbre de la FAO en Roma. Y por último, fue un tema recurrente en las tres visitas que hizo este año a la Argentina el secretario de Asuntos Hemisféricos de Estados Unidos, Tom Shannon. Es más, fue el ítem central en el último encuentro que mantuvo con la Presidenta la semana pasada, tal como informó en esa ocasión PáginaI12.

De todas maneras, muchos de los consejos del exterior apuntaban a reestructurar la deuda y no a saldarla. Incluso iba en ese sentido la promesa de Shannon de ayuda para convencer a los principales acreedores de Argentina en el Club de París (Alemania, Japón, Holanda e Italia).

Esa variante estuvo siempre en el análisis del Gobierno. Pero pesaron dos hechos fuertes que finalmente llevaron a la Presidenta a la determinación de pagar el 100 por ciento de una vez y acabar con el asunto. Por un lado, las pocas chances que había para lograr una buena refinanciación, ya que el Gobierno había recibido negativas en sus tanteos, tanto respecto a la baja tasa de interés que pretendía como al largo plazo para pagar. Pero, sobre todo, una reestructuración de la deuda haría reaparecer en escena al FMI y su odiada y legendaria tarea de monitoreo e injerencia en las cuentas de Argentina. Si Kirchner había conseguido sacarse ese sayo cuando canceló la deuda con ese organismo, no iba a ser su sucesora quien volviera a calzárselo.

Más allá de estas dos cuestiones centrales, la Presidenta también hizo otras cuentas políticas antes de tomar la decisión, según lo comentó a sus más allegados de acuerdo con los testimonios recogidos por PáginaI12.

En el debe puso las críticas previsibles que podía recibir de izquierda y derecha: por ejemplo, por qué no usaba fondos de la reserva para saldar cuentas sociales internas o por qué no cancelaba con reservas parte de la deuda externa privada por las que Argentina paga tasas más altas que las del Club de París. Pero pesó más la columna del haber, donde apuntó que el mundo financiero tomaría nota de la voluntad y la capacidad de pago de Argentina, con la esperanza de que la medida abra las puertas a nuevas inversiones y financiamiento para el sector privado y estatal. Además, en lo inmediato –dicen que calculó la Presidenta– esto haría subir el precio de los bonos argentinos y bajar las tasas. También creen en el Gobierno en un efecto secundario que va en línea con otras acciones sutiles que viene tomando la Casa Rosada para buscar sociedades políticas y financieras que sean una alternativa a Venezuela, que así como ayuda comprando bonos argentinos, cuando los vende a mansalva, como días atrás, hace bajar el precio en forma alarmante. Como estrategia general, la Presidenta supone que la decisión debería implicar un frente externo más tranquilo, mientras trata de ganar terreno en el interno después del desgaste que le produjo el conflicto de las cámaras de productores agropecuarios.

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La presidenta Cristina Fernández de Kirchner seguida por el jefe de Gabinete, Sergio Massa.
 
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