EL PAíS › EL SECUESTRO DE MAURICIO

Una banda policial

En 1991, Mauricio Macri estuvo secuestrado doce días por la “banda de los comisarios”.

Para muchos ayer volvía a repetirse la historia. Hace doce años, durante los primeros años del gobierno de Carlos Menem, el secuestro de Mauricio Macri puso al descubierto el trabajo de los grupos de tareas que se habían reconvertido durante la democracia. Con su caso, la Justicia encontró a los responsables de una saga de secuestros extorsivos que se habían disparado durante la dictadura. Los responsables pasaron a la historia como la “banda de los comisarios”. Entre ellos había un suboficial del Ejército, un ex comisario y uno de los condenados por el caso Sivak. En aquel momento, el secuestro de Macri se leyó con clave política. La banda ponía al descubierto algunas de las mutaciones de los grupos de tareas de los años de plomo y las derivaciones de una mano de obra supuestamente desocupada. Esa misma inquietud aún sigue vigente.
Hasta ahora, los parangones de este nuevo secuestro con el de Mauricio Macri son solo definiciones de casos policiales. Es otro secuestro que por las características se ha vuelto extorsivo. Esa es hasta aquí, y de acuerdo a la primera información que ha circulado, la única similitud. Aquella mano de obra desocupada, clave y símbolo del secuestro del hijo dilecto de don Franco, aún no ha aparecido en escena.
A Mauricio lo secuestraron de la puerta de su casa de Villa del Parque, la madrugada del domingo 25 de agosto de 1991. Estuvo doce días encerrado en un sótano de la avenida Garay 2882, en Boedo, a treinta metros de profundidad. Como muchos años después le sucedería a Antonio Echarri, durante su cautiverio estuvo acompañado por una sola presencia constante y solitaria: un televisor, en su caso blanco y negro de 14 pulgadas, que le iba acercando intermitentemente los movimientos de su familia, las negociaciones y probablemente las conjeturas que se iban tejiendo desde el poder político.
Por quien ahora espera las elecciones de la Ciudad de Buenos Aires como candidato a jefe de Gobierno los secuestradores pedían 6 millones de dólares de rescate. Una suma en cuya negociación y financiación tuvo participación, incluso, hasta el gobierno del ex presidente Carlos Menem. El rescate finalmente fue gestionado con los secuestradores directamente por don Francisco, once días después de la desaparición. “El 2 de setiembre a las nueve de la noche, el señor Francisco Macri me comunicó que había llegado el momento”, le diría tiempo después a la Justicia Roberto Osvaldo Pascual, el chofer de Mauricio que formó parte de la comisión que entregaría el dinero. Junto a él fue también Nicolás Martín Caputo, uno de los amigos personales del empresario.
En unos pocos meses, la Justicia logró encontrar las primeras piezas de lo que sería la conexión policial con el secuestro, y el comienzo de un escándalo. El juez Nerio Bonifati, a cargo de la instrucción del caso, consiguió a través de distintas fuentes, entre ellas anónimos y policías arrepentidos, los nombres de un dúo clave de una banda que a partir de allí comenzó a desmoronarse como un castillo de naipes. Uno era el del suboficial Juan Carlos Bayarri, apodado “El Pelado”, y el otro el de su colega Carlos Benítez. Los dos nombres aparecieron en una esquela en el despacho de Bonifati: “En el secuestro de Macri –decía la nota– tienen algo que ver el Pelado Bayarri y Carlos Benítez”.
Antes del mes, El Pelado Bayarri y Benítez estaban detenidos. En poco tiempo, sucedería lo mismo con los otros cinco miembros de la banda. En el juicio oral que se llevó adelante en agosto de 2001 se conoció cada una de las actividades que cumplían dentro de la organización.
- El subcomisario de la Federal José Ahmed, alias El Turco, condenado por el secuestro de Sivak en 1989. Durante el juicio por el caso Macri, el juez federal Rodolfo Canicoba Corral lo consideró el hombre fuerte de la banda. Organizaba y planificaba los hechos que se cometieran, elegía a la víctima y asignaba los roles a sus compañeros. Planeó también el secuestro de Macri, lo hizo reunido en una mesa del bar Politeama junto a Bayarri y su hermano Camilo, ahora suicidado.
- Suboficial Juan Carlos Bayarri y Miguel Angel Ramírez, alias “El Jopo”; se ocupaban del secuestro, cobrar el rescate y liberarlo. Para el caso Macri, Bayarri estuvo a cargo del diseño de la puesta en escena. Consiguió un micro escolar para ponerlo en el playón de ATC, frente a la casa del empresario, una estructura que les servía de base de operaciones. Bayarri y Ramírez fueron condenados a prisión perpetua. La Justicia les dio parte en la desaparición de un empresario hotelero secuestrado en 1980.
- El comerciante Ramón Oscar Avaberarla; se encargaba de los cuidados del secuestrado. Fue condenado a 15 años de prisión.
- El suboficial del Ejército Héctor Ferrer y el ex comisario mayor Raúl González; dieron el apoyo logístico en el caso de Macri. Ferrer consiguió el departamento y González monitoreó desde adentro de la Federal los movimientos de los investigadores. Ambos fueron condenados a 5 años de prisión.
- El ex subcomisario Alfredo Hugo Vidal, alias Poroto; es otro de los involucrados en el secuestro de Sivak, estuvo prófugo durante una década y fue detenido el 11 de mayo de 2001, poco antes del juicio oral.
Macri se convirtió en el último gran caso de la banda de los ex comisarios. El grupo, o una parte de la estructura, estaba activa y operaba como tal al menos desde 1978, cuando secuestraron a Karina Werthein, una adolescente de 15 años, sobrina de quien por entonces estaba al frente del Banco Mercantil. Su familia pagó 500 mil dólares por el rescate y su cautiverio se mantuvo durante seis meses.
Un año después, la banda secuestró en pleno centro a un empresario joyero. Roberto Apstein pasó varios días con los secuestradores mientras su familia negociaba los 2 millones de dólares que pedían para liberarlo. El dinero exigido pasó de 2 millones a medio millón en unas semanas. Apstein estuvo casi 4 meses secuestrado y finalmente fue liberado.
A los dos años del primer secuestro, el 19 de noviembre de 1980, aún bajo los años duros de la dictadura, la banda volvió a la escena. Esta vez para llevarse a Julio Ducdoc, un empresario hotelero que jamás apareció con vida.
La banda siguió activa durante los primeros años de democracia. En el ’84 organizaron un falso operativo para secuestrar a Sergio Meller, un empresario textil de Valentín Alsina. El 6 de noviembre, un Falcón verde interceptó su auto. Pidieron tres millones de dólares para liberarlo, pero la familia pagó un millón más de “multa” porque, según los negociadores, el caso había tomado demasiada trascendencia pública.

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