EL PAíS › UN AGUJERO NEGRO DONDE NADIE QUIERE METERSE A FONDO

La Gendarmería, fuerza sagrada

Mostrada a menudo como la fuerza incorruptible capaz de controlar el orden urbano sin contaminarse con transas, los episodios de Santa Fe dejaron al descubierto los baches de la historia.

 Por Martín Granovsky

Además de la Bonaerense y del Servicio Penitenciario Bonaerense, otro terreno donde cruzadas, epopeyas y gestas chocan con la realidad es la Gendarmería Nacional.

Derechistas e izquierdistas, peronistas y antiperonistas, kirchneristas y antikirchneristas, macristas y antimacristas, los dirigentes políticos, funcionarios y ex funcionarios dedicaron los últimos años a la sacralización de la Gendarmería. El estereotipo vigente sobre las fuerzas de seguridad nacionales se resumía de este modo: “La Policía Federal es el desastre que ya sabemos y de la Prefectura mejor ni hablar, pero por suerte tenemos a la Gendarmería”. Así, la fuerza con más vocación militar de las cuatro (la cuarta es la Policía de Seguridad Aeroportuaria) tuvo vía libre para aumentar la cantidad de efectivos y se convirtió en la estrella. La que supuestamente podía entrar a las villas sin congeniar con los transas. La que podía patrullar el Gran Buenos Aires sin cambiar atención por pizzas.

La Prefectura había sido desmilitarizada por Raúl Alfonsín después de su apoyo a las rebeliones carapintadas.

El propio Néstor Kirchner tomó a su cargo personalmente en 2004 el cambio de cúpula y de criterios de la Policía Federal.

En cambio ni Carlos Menem, que la dejó crecer y ramificarse, ni uno solo de los otros presidentes, cambió de raíz a la Gendarmería. Allí, a diferencia de lo que sucede en la Policía Federal y la Prefectura, se mantuvieron en pie y con poder comandantes que alguna vez, como oficiales jóvenes, fueron ayudantes de altos jefes pasados a retiro por contrabando de distintas sustancias o tolerancia con tráficos y negocios turbios. Un retirado de alto nivel que pidió reserva de su identidad dijo a este diario que de las cuatro fuerzas, además, la Gendarmería es la que mantiene los lazos más estrechos con la DEA y con la red de inteligencia que respondía o responde al cesanteado Antonio Stiuso.

Los cuadros de rango más bajo son los que terminan padeciendo los juegos de poder en las alturas a través del frío en las custodias nocturnas en sitios peligrosos –frío que a veces soportan por la compañía de una chica prostituida por el dealer de la zona– o incluso hasta la muerte como ocurrió con el ómnibus de gendarmes que se despeñó en Jujuy.

Tiroteos

La santificación de la Gendarmería tal como está también mostró también sus límites en la Epopeya de Santa Fe, donde efectivos de la fuerza se tirotearon unos a otros quizás porque estaban preocupados por su disputa con la policía local. Era una réplica de la pelea que mantuvieron el gobernador Miguel Lifschitz y el gobierno nacional luego de que la Casa Rosada achacara responsabilidades a los santafesinos. Cuando pase la pelea, o Lifschitz o Patricia Bullrich, la ministra de Seguridad de quien dependen Burzaco y las fuerzas federales, tendrán tiempo de revisar quién acompañó una decisión que sí tomó Bonfatti: la designación como secretario de Seguridad Pública del comandante de Gendarmería retirado Gerardo Chaumont, un oficial que tal como documentó este diario mientras estaba en actividad se dedicaba a perseguir a los subalternos que denunciaran a jefes dedicados al contrabando.

El tema no preocupó en su momento al PRO ni a la rama local de la Fundación Pensar, que no estaba encabezada por el articulado Iván Petrella, de la sede central porteña, sino por ex ministro de la dictadura y ex senador peronista Juan Carlos Mercier.

En febrero de 2014 el PRO en pleno se concentró en Rosario para discutir la cuestión de las drogas. Salvo Bullrich, que mencionó la importancia de separar al adicto de los narcos, el tono general fue bélico y tan carente de datos como en las otras fuerzas políticas. Era el momento en que Miguel Del Sel parecía imparable como futuro gobernador.

Del Sel fue postulado por Macri como embajador en Panamá, sitio ideal para que un diplomático inquieto se haga experto en un tema ligado no solo al narcotráfico sino al mundo de las altas finanzas. El asunto no formó parte de la Cruzada. Tampoco de la Epopeya de Santa Fe o de la Gesta de Buenos Aires. Se trata del lavado de activos.

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La Gendarmería es la fuerza de seguridad que mantiene los lazos más estrechas con la DEA.
Imagen: Pablo Piovano
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