EL PAíS › CUANDO Y POR QUE SE PRESCRIBE HIERRO A UN PACIENTE

Un mineral contra la anemia

Se dice que el argentino no come vidrio. Pero sí hierro que, aunque se lo recete, no es una droga, sino un mineral, un producto natural que está en muchos alimentos (con mayor presencia en las verduras verdes oscuras, carnes rojas y leche fortificada). Pero tampoco es cuestión de chupar un clavo. Un médico receta hierro cuando el paciente necesita complementar el nivel de esa sustancia que ya tiene en su organismo. Las pastillas no son ni más ni menos que limadura de hierro. Comparativamente del mismo que está en las rejas, nada más que molido hasta volverse casi imperceptible. Las alergias a ese material son casi “inexistentes”. El problema más habitual que surge ante su ingesta excesiva es un dolor de estómago. “Es casi imposible que alguien pueda morir por la ingesta de hierro, aunque sí puede presentar una alergia a algún otro componente; por ejemplo, el colorante de alguna pastilla”, admitió meticulosamente un especialista.
“El motivo por el cual una persona necesita hierro es porque está anémico o tiene una dieta estrafalaria; entonces se le dan pastillas. Normalmente se lo absorbe por la vía oral porque la naturaleza es sabia y preparó el tubo digestivo para recibir mejor al hierro. Pero los que tienen alguna intolerancia o fueron operados del estómago y tienen problemas de absorción prefieren la vía inyectable”, observó Jorge Galperín, titular de la materia Medicina Familiar, en la Universidad Favaloro.
Habitualmente se lo prescribe a las embarazadas que presentan una anemia ferropriva importante que puede comprometer su estado. La razón de esto suele ser tanto por el aumento de líquido durante el embarazo como por el que se pierde luego de él. Lo que hace la sustancia es facilitar que la hemoglobina y los glóbulos rojos transporten fácilmente el oxígeno a los tejidos tanto de la madre como del niño. En la primera etapa del embarazo se utiliza el ácido fólico, importante para evitar las malformaciones del tipo de la anencefalia.
Después del primer trimestre se receta hierro, habitualmente en dosis bajas y por la vía oral. “Se inyecta si la anemia es severa y la paciente necesita una recuperación rápida”, aseveró Liliana Macci, directora del Hospital Rivadavia. “Es muy raro que alguien tenga alergia al hierro. El único problema que puede producir una inyección es el dolor; y las pastillas, tal vez, intolerancia gástrica con cólicos o diarreas. Puede haber alergias producidas por la anemia, pero no por el hierro”, adujo la obstetra. Aunque concedió que ello puede ocurrir si “el paciente tiene alguna idiosincrasia especial de algún signo previo o desconocido a la ingesta del hierro”.
Inclusive, añadió Galperín, “si se lo da en una proporción mayor, el organismo se encarga de eliminarlo. Las embarazadas lo ingieren y los deportistas también en polivitamínicos. Imagínese que si el problema fuera el hierro, muchas personas la habrían pasado mal”, concluyó.

Informe: Adrián Figueroa Díaz.

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