EL PAíS › PROYECTOS Y EXPECTATIVAS PARA EL SECTOR SALUD

Kambio, como en educación

La consigna parece ser racionalizar un sistema que tiene 100 obras sociales, de las cuales a lo sumo 30 son viables. Los lugares donde invertir, el problema de la capacitación y la atención primaria.

Por M. W.
@“En Salud hay que hacer lo mismo que en Educación, volver a nacionalizar el sistema.” La frase brota de labios de varios funcionarios, de variopintas áreas de gobierno, incluidos dos contertulios de la exclusiva mesa chica. Lo que (por ser más precisos) se está predicando hacer en Educación es reasumir desde el gobierno central el manejo del sistema y afectar una asignación presupuestaria muy superior a la actual. La idea es acabar con la tupacamarización de las áreas sociales, consecuencia del modelo noventista. La supuesta cruzada tiene, pues, numerosos paladines, pero requiere bastante más que la –siempre necesaria– voluntad política. Hace falta un cambio de rumbo y muchos recursos, tanto humanos como económicos.
En la Casa Rosada y zonas de influencia se comenta que el actual sistema de Salud, que tiene como pilares más de cien obras sociales (“de las cuales sólo 30 funcionan bien y son viables”, se arguye), ha tocado un techo muy bajo. Y además funciona en línea con el denostado Consenso de Washington. “Varios de los mejores planes que tenemos actualmente se mantienen con financiamiento externo, lo que contradice nuestras banderas y aumenta la deuda”, comentan varios funcionarios de áreas sociales.
Ese cambio de rumbo, como acontece con el de Educación, excede largamente al ministerio del rubro. Habría que acometer variadas políticas públicas, muy ligadas a la mejora de las condiciones sociales y económicas de los argentinos más humildes. No es posible, reconocen funcionarios de pura cepa K, mejorar mucho los indicadores de salud si no se logra lo mismo con la alimentación, el suministro de agua potable y la educación.
La orientación actual de la política de Salud, centrada en la atención primaria, sigue siendo valorizada. Pero voces con acceso fácil al oído del Presidente destacan que, aun en ese sentido, se llegó a un límite. “Faltan más centros de salud, porque la lejanía es un factor de enorme capacidad disuasiva para los pacientes más pobres”, detallan. Además puntualizan que es necesario mejorar mucho la atención primaria, que en muchos lugares no funciona como una actividad resolutiva de los casos sino como mero expendio de medicamentos. “Eso exige más personal, más capacitado y, por lo tanto, mejor pago”, proponen.
También se brega por la ampliación de la red hospitalaria nacional que ha quedado muy desactualizada. Ahí se invoca la voz del Presidente. “Kirchner dice siempre que el hospital no debe ser el lugar-consuelo para que se atiendan los más humildes, sino el piso de atención para todos los argentinos. Los hospitales deben poder atender con eficacia y, dentro lo posible, con hotelería digna a todos los argentinos. De ahí para arriba, el que tenga dinero puede aspirar a más”, comenta un pingüino de ley que computa que el Presidente siendo gobernador santacruceño erigió doce hospitales. En dos años de gobierno nacional, no se han construido muchos más.
“La necesidad es acuciante –comenta un protagonista que trasegó la provincia de Buenos Aires junto a Cristina Kirchner–, en La Matanza hay la mitad de las camas que se necesitan”.
Esa deuda, ya se dijo, es de todo el gobierno nacional. Las obras públicas son la niña mimada del actual gobierno, su política más consistente en materia de creación de mano de obra. Pero la construcción de escuelas y hospitales está muy en mora. Existe un plan de erección de escuelas, 700 en total, una gota en el mar de las respectivas necesidades. Por razones variadas, que exceden el marco de esta nota está muy atrasada, tanto que (según estimaciones voluntaristas del propio Ejecutivo) apenas la mitad podrán funcionar cuando empiece el año lectivo 2006.
Página/12 comenta estos datos con un funcionario K, que le asegura que todo cambiará. “Kirchner está decidido a construir 100 hospitales, si es necesario. Sabe que hay que cambiar el sistema de raíz.” Y narra que dos sanitaristas muy afines al Presidente están plenamente de acuerdo. El primero es Juan Carlos Nadalich, segundo de Graciela Ocaña en el PAMI (ver nota central). El segundo Donato Spacavento, quien como avanzada del oficialismo revista en el Gobierno de la Ciudad como Secretario de Salud.
“¿Cómo será el nuevo sistema?” pregunta este diario, en pos de precisiones. Para su interlocutor, nueve palabras bastan.
“Como en Santa Cruz, mucho hospital y mucho Estado.”
Ajá.

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