EL PAíS › SOLIZ RADA, TITULAR DE HIDROCARBUROS, LO SINTIO UNA VICTORIA PERSONAL

“Paso gigantesco a la nacionalización”

 Por Pablo Stefanoni
Desde La Paz

La crisis de Repsol YPF tuvo ayer fuertes coletazos políticos en Bolivia al aparecer este país como uno de los causantes de la poda del 25 por ciento en sus reservas declaradas. Según la empresa, las reservas cayeron en el país andino un 52,5 por ciento debido a la nueva ley de hidrocarburos, aprobada en mayo del año pasado y producto de la presión de los sectores sociales que reclamaban un mayor control del Estado, el aumento de la carga tributaria y la refundación de la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales de Bolivia (YPFB). Dos mandatarios, el neoliberal Gonzalo Sánchez de Lozada y el “centrista” Carlos Mesa Guisbert, fueron arrastrados por la ola nacionalizadora que ahora transportó al socialista Evo Morales hasta el segundo piso del Palacio Quemado.

La petrolera hispano-argentina frenó las inversiones en exploración de nuevos yacimientos desde que comenzó a discutirse la nueva ley (en septiembre de 2004). El presidente de la compañía, Antonio Brufau, le dijo anteayer a la agencia Efe que las inversiones previstas, de 476 millones de dólares, quedarán congeladas “hasta que se clarifique el marco regulador”. Y apuntó a la nueva legislación como causa de la caída en las reservas. “Se ha reducido la rentabilidad esperada en la producción existente y se han introducido incertidumbres comerciales que pueden afectar la capacidad de cumplir en el futuro los acuerdos de suministro existentes”, agregó Julio Gavito, titular de la filial boliviana de la misma petrolera.

La respuesta vino de quien es ministro de Hidrocarburos desde el pasado lunes, Andrés Soliz Rada, quien aseguró que “no es la nueva norma hidrocarburífera la que propició la baja de las acciones de Repsol sino la respuesta de sus propios socios quienes, anoticiados de la inscripción de reservas que no le pertenecían, decidieron poner a buen recaudo su dinero”. Percibido como “enemigo de las petroleras”, Soliz acusó ayer a Repsol-YPF de “fraude contable” al haber registrado las reservas de gas que explota en Bolivia como propias en la Bolsa de Nueva York. Un tema sacado a la luz por él mismo antes de asumir.

Repsol –que llegó al país en 1997 con dos subsidiarias: Maxus Bolivia y Andina– controla, mediante contratos de riesgo compartido con el Estado, más de 11 trillones de pies cúbicos de gas entre reservas probadas, probables y posibles, según datos del matutino paceño La Razón. El informe ante la Securities and Exchange Comission de Estados Unidos se refiere solamente a reservas probadas, por lo que la reducción no se refiere a una “desaparición física” de los energéticos, sino indica pérdida de control de las reservas, incluida la posibilidad de extracción sin rentabilidad positiva.

En el caso boliviano y venezolano se trata de golpes de timón nacionalistas de los marcos regulatorios. En Bolivia, la norma aprobada el año pasado creó el Impuesto Complementario a los Hidrocarburos (ICH), del 32 por ciento, con la finalidad de llevar la combinación de impuestos y regalías al 50 por ciento. Medida que, según las empresas, inviabiliza la explotación de los pozos más chicos y marginales. Hasta ahora, las empresas se mueven entre gestos tendientes a negociar y amenazas de juicios ante tribunales internacionales, haciendo valer acuerdos bilaterales de “protección de inversiones”. Venezuela, en tanto, aprobó la obligación de las empresas de crear sociedades mixtas con la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa), lo que también afectó los balances de la firma hispano-argentina.

Soliz Rada pareció disfrutar su golpe. “Me atrevería a decir que, con esta situación que ha ocurrido en Repsol, se ha dado un paso gigantesco en la nacionalización de los hidrocarburos, en la medida en que no son las empresas las que van a determinar el manejo de nuestras reservas, sino que lo hará el Estado nacional”, dijo en conferencia de prensa. Y completó: “Hay posibilidades de trabajar como socios, pero cambiando las reglas del juego, definiendo quién es el dueño de las reservas y los yacimientos. Uno se asocia con determinada empresa pero con reglas de juego que sean equilibradas, y no con las barbaridades que nos han impuesto en los años pasados”.

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