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“No me molesta que me digan que soy populista”

La senadora Cristina Fernández de Kirchner dio una conferencia ante estudiantes de la Maestría en Ciencia Política de la Universidad de Columbia. Criticó al FMI y defendió la política económica y de derechos humanos del Gobierno.

 Por F. C.
Desde Nueva York

“Cuando un gobierno defiende sus recursos, quiere tomar decisiones de acuerdo al interés de sus ciudadanos, tiene un proyecto de integración al mundo y no de subordinación a la potencia hegemónica de turno, es tildado de ‘populista’ por los organismos internacionales de crédito”, sostuvo ayer la senadora Cristina Fernández de Kirchner. Con esa frase respondió a la pregunta de Pablo, un estudiante argentino de la Maestría de Ciencia Política y de Relaciones Internacionales de la Universidad de Columbia, donde ayer la senadora expuso durante una hora sobre desarrollo en América latina y globalización. Cristina Kirchner realizó un racconto sobre la historia reciente de la Argentina y destacó los logros del gobierno de su esposo, los que sustentó en su política de derechos humanos, los cambios en la integración de la Corte Suprema y con un detallado cuadro de los indicadores económicos que –aseguró– marcan “el mayor crecimiento de los últimos cien años”. Reclamó un “liderazgo responsable” por parte de Estados Unidos y criticó el rol de los organismos de crédito, que retomó a partir de la pregunta de Pablo y su cita de un informe del FMI en el que tildó de “populistas” a los nuevos gobiernos latinoamericanos, englobando a Néstor Kirchner, Hugo Chávez y Evo Morales. “A mí personalmente no me molesta que me digan populista”, sostuvo, y le devolvió la pelota a los técnicos del Fondo. “Si los tuvieran que mantener en empresas privadas, ya los hubieran echado a todos.”

Cristina Kirchner evaluó importante presentarse en ámbitos académicos porque es un buen marco para repensar el fenómeno de la globalización. “No para negarlo, sería absurdo, pero sí para pensar las formas de multilateralismo que hay que llevar adelante. Siempre hablo del ejercicio del liderazgo responsable. El liderazgo de Estados Unidos es innegable, es hegemónico. Pero sus elites dirigentes deben asumir que ese liderago debe ser responsable. Esto significa concebir la diversidad y la multilateralidad como un hecho”, sostuvo, justo en uno de los centros donde se forman esas elites.

Desde que es presidente, Néstor Kirchner concurrió a todas las asambleas generales de las Naciones Unidas que se realizan a mediados de septiembre en Nueva York. Desde hace un par de años, su mujer aprovecha el viaje para realizar incursiones académicas en Columbia o en la New School University, a la que concurrirá hoy. En esos ámbitos supo compartir escenario con, por ejemplo, el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz. En la organización de esas presentaciones hay varios argentinos implicados. Por ejemplo, el cónsul en Nueva York, Héctor Timerman, y su director de Asuntos con la Comunidad, Ernesto Semán. Los titulares de las maestrías de ayer, los profesores María Victoria Murillo y Pablo Pinto, también son argentinos.

La conferencia comenzó poco después de las 14. La facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales está ubicada en un edificio moderno y sin estilo, a una cuadra del tradicional campus de Columbia, la prestigiosa universidad neoyorquina. En un aula del piso 15 se acomodaron unos cuarenta alumnos, casi todos ellos de origen latino: sólo un par necesitó el auricular para seguir la traducción simultánea al inglés. Varios integrantes de la comitiva presidencial llegaron para escuchar a Cristina. En primera fila, el canciller Jorge Taiana. Atrás, como los alumnos revoltosos, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández; el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini; el embajador en Washington, José Bordón; el delegado ante la ONU, César Mayoral, y el diputado José María Díaz Bancalari. Toda una hinchada propia.

Cristina recordó las épocas en las que la Argentina se destacaba en el continente por su movilidad social ascendente, ciclo cortado abruptamente por el golpe del ’76 y la política económica de Martínez de Hoz. “Hubo una deslegitimación de lo nacional”, sostuvo, para explicar que se “desmanteló” la producción. Siguió con la vuelta de la democracia y esta vez evaluó “tremendamente importante” el juicio a las juntas militares hecho por el gobierno de Raúl Alfonsín. “Pero dos años más tarde esto queda desnaturalizado con el dictado de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final”, agregó. Recordó las recetas del Consenso de Washington en los ’90 y la política privatizadora de Carlos Menem. Sin embargo, defendió la privatización de YPF, en su momento apoyada por Kirchner. “La Nación conservó la acción de oro”, subrayó.

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