EL PAíS › ELISA CARRIO EXPLICA SUS PROPUESTAS

“El nuestro no es un plan para el establishment”

En la crisis ve una oportunidad de generar una redistribución y un nuevo contrato social que se exprese en la economía. Transparencia, competencia de verdad, fin de las complicidades y una base impositiva donde todos paguen menos, pero paguen.

–¿Tiene un proyecto de país el ARI o es, como se los acusa desde algunos sectores, un grupo de personas que sirve para hacer denuncias, pero que carece de propuestas?
–Para ellos, para la derecha, el único plan es la banca offshore, echar un millón de empleados públicos y mantener el proceso de concentración económica y de dependencia con los Estados Unidos. Para este tipo de gente, comunicadores, partidos, economistas, nunca vamos a tener plan. Para el establishment no hay plan que no sea el de la derecha.
–¿Pero en qué están trabajando concretamente?
–En un proyecto económico y social de tipo nacional. Pero no es un plan para el establishment. Se basa en tres contratos: el moral, el institucional y el económico y social.
–¿Qué puede esperar la gente del ARI en materia económica?
–Básicamente, un programa de políticas económicas y sociales por la igualdad, con reglas de juego parejas para todos. Vamos a construir ciudadanía de la niñez, solucionar el problema de la pobreza por ingreso y generar un shock de demanda con reforzamiento de la capacidad de compra de las clases medias. Luego, un fortalecimiento de todo el sector pyme agropecuario, comercial e industrial, sobre la base de mecanismos asociativos entre ellos. Fundamentalmente con vocación exportadora. También se buscará el equilibrio con políticas fiscales.
–¿De qué manera?
–Implementando un contrato tributario muy claro, con un esquema de fuertes sanciones por incumplimiento. La idea es que paguen menos, pero que paguen todos. Y el que no pague será responsable penalmente, porque esto significa la contrapartida del pacto de distribución. Un pacto tributario y uno de distribución son básicos para una sociedad de iguales.
–¿Llevarían adelante la propuesta del Frenapo?
–Sí, en realidad el ingreso universal para la niñez es un proyecto mío y de Alicia Carca, del año 1996, que formuló Rubén Lo Vuolo. Y a partir de ahí la idea llega al Frenapo como ingreso de ciudadanía para la niñez. Ellos le adicionan seguro de desempleo. Tenemos pequeñas diferencias técnicas, pero nosotros estamos en el Frenapo y la propuesta distributiva es esta. Sin shock de demanda, no salimos; hay que empezar a girar la rueda. Ni un auto anda sin nafta ni una sociedad arranca si no se la motoriza desde el Estado, sobre todo después de una recesión como la actual. Y esta no es una cuestión de derecha ni de izquierda; es una cuestión de sentido común técnico.
–¿Qué sector económico sería el aliado de un gobierno del ARI?
–La coalición que gobierne debe ser eminentemente social y recostarse más que en un sector en una franja definida por el tamaño empresario; es decir en la pequeña y mediana empresa de producción nacional. Hay que ayudarlos a fomentar su capacidad exportadora, ya vengan del campo, de la industria, del comercio o de otros servicios. Ahí se debe hacer la alianza junto con los trabajadores. Y el objetivo debe ser el crecimiento y la generación de empleo. Me parece que ese es el nudo que puede sostener un proceso de cambio en Argentina.
–La economía sufrió un fortísimo proceso de extranjerización en la década pasada. ¿El ARI impulsaría la renacionalización del aparato productivo u otorgaría iguales posibilidades al capital nacional que al extranjero?
–Lo que tenemos que tener son reglas muy claras de competencia e igualdad de oportunidades. Si el capital extranjero o el capital nacional se someten clara y explícitamente a reglas de juego transparentes, la nacionalidad no importa. El problema de la violación de las reglas y de la Argentina corporativa no tiene que ver con la bandera del capital. Las grandes corporaciones nacionales han incurrido en un montón decomportamientos absolutamente anticapitalistas, lo mismo que lo han hecho empresas norteamericanas y de otros países. La alianza debe ser sobre nuevas reglas. Y en ese sentido, si hay un inversor extranjero que se comprometa con ellas, bienvenido sea. Y esas reglas implican terminar con la Argentina corporativa, con los privilegios, con monopolios y oligopolios y con todas las estrategias que se han mantenido hasta ahora, con la complicidad de un Estado corrupto.
–En los noventa, las privatizaciones generaron enormes polos de concentración económica que contribuyeron al debilitamiento del poder del Estado. ¿El ARI propone desandar ese camino o trabajar sobre lo que está?
–Hay que hacer cumplir la ley de manera muy estricta. Si en el cumplimiento de esa ley hay que investigar a quienes la violaron, se investigará. Si esa investigación lleva a la caducidad de una concesión, irá a la caducidad. Si no se han violado las reglamentaciones, lo que habrá que hacer es un rediseño absoluto de los mecanismos de control, para estimular la competencia y verificar el cumplimiento estricto de las prestaciones de los servicios desde el lugar del usuario. Y la cuestión petrolera es aparte.
–¿Impulsan la reestatización de YPF?
–Lo que tengo como convicción es que no hay que trasladar a las generaciones futuras ninguna indemnización de ninguna naturaleza. No vamos a romper contratos irresponsablemente. Pero si encontramos dolo, entonces es otra cosa. Y en el tema petrolero hay mucho por investigar.
–¿Cómo se reestructura el sistema financiero?
–Hay que hacer una apuesta a reestructurar el Banco Nación, que tiene serios problemas, y construir a partir del Nación una política de crédito regional orientada a proyectos consensuados desde cada lugar. Un crédito dirigido, auditado y debidamente analizado. Y hay que reestructurar la banca privada aplicándole claras reglas capitalistas.
–¿El país debe tener una economía cerrada o abierta?
–Ni cerrada ni abierta. Tenemos que tener una economía que se debe cerrar en el momento en que sea beneficioso para el país. Y se debe abrir cuando y en las condiciones en que sea necesario. Ningún país capitalista central tiene una política absolutamente abierta ni absolutamente cerrada. Sino que impulsan distintas tácticas que siguen una meta común, que es el desarrollo económico. Lo que sí creo es que debe ser profundamente integrada al Mercosur y a América Latina.
–¿La foto del país hoy es pobreza y debacle económica. ¿Piensa que puede ofrecerle a la gente una salida rápida de esta situación?
–El país va a salir de esta crisis. Si algo trajo el colapso es la posibilidad de generar una nueva matriz de distribución, institucional y moral. Lo que estaba destruyendo el país eran los viejos códigos. Si nosotros reeditamos esas matrices, no tenemos salida; pero si logramos establecer una nueva matriz moral, nuevas instituciones políticas y económicas, creo que en mucho menos plazo del que se piensa vamos a ver los frutos del crecimiento. No quiero generar una ilusión desmedida, pero tengo dos certezas: que todavía falta la contracción más dolorosa y que con esfuerzo en un año y medio vamos a tener muy buenos resultados, sobre todo en materia de pobreza y empleo.

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