EL PAíS › OPINION

Una derecha muy selectiva

 Por Sebastian Etchemendy *

Insistentemente en los últimos tiempos, y con mayor fuerza desde el acto del viernes pasado en el estadio de Ferro, variados exponentes de la derecha local critican al gobierno de Kirchner por su alianza con el régimen de Chávez, al que juzgan escasamente republicano y democrático.

Cierta derecha argentina presenta, nuevamente, una novel y saludable preocupación por la salud de la República y las instituciones de la democracia. Ahora bien, siguiendo esta lógica, uno también podría criticar a Kirchner, no sólo por su silencio respecto del régimen chavista, sino por no criticar los rasgos seriamente deficientes de la democracia norteamericana.

Enumero los siguientes, de acuerdo con criterios estrictamente empíricos y no ideológicos, todos ampliamente probados, incluso por sectores (minoritarios) de la opinión pública y de la academia norteamericanas. El régimen norteamericano actual:

1 Invadió ilegalmente, esto es violando las reglas del Consejo de Seguridad de la ONU, un territorio extranjero en 2003.

2 Administra un campo de concentración en Guantánamo, donde somete a personas sin juicio previo y derecho a la defensa a los más serios vejámenes.

3 Practicó la tortura directamente en Abu Ghraib y la ejerce cotidianamente a través de terceros países, esto es enviando sospechosos a cárceles en Siria y otros lugares para que sean torturados.

4 El actual presidente accedió al poder en 2000 luego de una elección muy dudosa, en la que no obtuvo la mayoría de los votos emitidos y en la que recibió el crucial apoyo de una Corte de mayoría conservadora después de las denuncias de fraude.

5 Sólo vota el 40 por ciento de la población habilitada y los pobres en su mayoría no votan. Estados como California viven virtualmente en una democracia del siglo XIX, esto es, un régimen en que buena parte de la clase trabajadora, inmigrante “ilegal” –más del 50 por ciento–, no tiene derechos políticos. Ninguna democracia desarrollada moderna presenta una exclusión tan flagrante de las clases bajas de la política.

Entonces, ¿qué es peor, el clientelismo chavista o que los pobres y trabajadores sean ignorados o estén fuera del sistema político? ¿Qué es más grave desde el punto de vista liberal del control de poder, que la oposición (con antecedentes golpistas) esté fuera del Congreso, como en Venezuela, o que el gobierno viole el veredicto de las urnas y legalice indirectamente la tortura y los campos de concentración?

Es difícil encontrar una respuesta clara para estos interrogantes. El gobierno de Kirchner, por obvias razones, no opina públicamente demasiado sobre ninguno de estos dilemas. Lo que parece contradictorio es que quienes dicen profesar valores liberales y republicanos critiquen a Kirchner por su cercanía a Chávez a la vez que sugieran el peligro de alejarse de Estados Unidos o del Uruguay, que pacta con un presidente de dudosas credenciales democráticas y liberales como Bush. Se dirá que necesitamos estar cerca de Estados Unidos por cuestiones pragmáticas más que ideológicas o normativas. Si este fuera el caso, entonces, todas las críticas relacionadas con el carácter del complejo régimen de Chávez se desmoronan como un castillo de naipes.

* Politólogo, profesor de la Universidad Torcuato Di Tella.

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