ESPECIALES › GARGANTA PROFUNDA Y LAS GRABACIONES DE NIXON

Cintas, fuentes, periodistas

En la primavera de 1971, Nixon mandó instalar un sistema de grabación secreto en sus oficinas de la Casa Blanca. Quería crear un registro de su presidencia que quedara para la historia, pero la idea se convirtió en su condena. Las cintas fueron la prueba de que Nixon sabía lo de Watergate y había mentido. Los casetes son 950, todos en el Archivo Nacional, pero hay uno –el 342– que les quita el sueño a los historiadores hasta el día de hoy. En él hay 18 minutos y medio de silencio. Nunca se supo quién lo borró y por qué. La secretaria personal de Nixon se echó la culpa, diciendo que mientras transcribía el material apretó sin querer el botón equivocado. La cinta 342 corresponde a una conversación del 20 de junio de 1972 entre Nixon y Bob Haldeman, jefe de personal de la Casa Blanca. Presumiblemente es una discusión sobre cómo encubrir Watergate, similar a la que tuvieron el 23 de junio y que sepultó definitivamente al presidente. Ahora la duda podría disiparse, si la tecnología lo permite. El Archivo Nacional llamó a un concurso público entre expertos en sonido para ver si es posible recuperar el audio. Los interesados deberán demostrar primero que son capaces de rescatar sonidos de tres cintas borradas que les entregará el gobierno. Sólo los que pasen la prueba sin dañar el material, tendrán acceso directo al mítico casete 342, que se guarda bajo siete llaves en una bodega frigorizada. El proceso de selección de candidatos ya está en marcha y se espera que dentro de un año se puedan hacer los experimentos finales sobre la cinta original.
La garganta desconocida
Hasta que apareció Watergate, Garganta Profunda era sólo una película, un clásico del cine porno que protagonizó en 1972 la legendaria y recién fallecida Linda Lovelace. Bob Woodward y Carl Bernstein –en un arranque de humor– bautizaron con ese sobrenombre a su informante anónimo y, de pasada, le dieron un nuevo sentido al término. Menos sexual, pero igual de apasionante. La identidad de esa fuente es uno de los secretos mejor guardados en la historia del periodismo. ¿Quién fue la persona que dateó tan bien a los reporteros de The Washington Post? Sólo ellos dos, su editor Ben Bradlee y –claro– Garganta Profunda saben la verdad.
Durante estos 30 años las especulaciones han sobrado. Entre los sospechosos de siempre están el ex canciller Henry Kissinger, el asesor militar Alexander Haig y varios ex oficiales de la CIA y del FBI.
Pero no por repetido el misterio deja de obsesionar a Estados Unidos. El nuevo aniversario del caso se celebra con tres libros sobre el tema.
En Oficina: La historia secreta del FBI, el periodista Ronald Kessler asegura que Mark Felt es el hombre. Felt fue subdirector asociado del FBI y siempre –como todos– ha negado ser Garganta Profunda. La prueba de su mentira sería una extraña visita que le hizo Woodward en 1999. El encuentro coincidió con la publicación de un artículo en el diario The Hartford Courant donde se informaba que, en un campamento de verano, un hijo de Carl Bernstein le habría contado a un amigo que Felt era el informante de su papá. Queda a criterio del lector si ésta es evidencia suficiente.
El otro libro que especula con la incógnita es Guía de búsqueda para Garganta Profunda. William Gaines, profesor de periodismo de la Universidad de Illinois, investigó con sus alumnos durante tres años y llegó a una lista de siete nombres. El texto saldrá a la venta en junio y Gaines no quiere matar la sorpresa de sus descubrimientos. Por el momento sólo ha dicho que Mark Felt no está entre sus candidatos. Finalmente está el libro que publicará por capítulos, a partir del próximo 17 de junio, la revista virtual Salon.com. El autor es un hombre que vivió Watergate de cerca y que curiosamente también ha sido identificado con Garganta Profunda. John Dean, consejero de Nixon, fue quien reveló al Senado que el presidente sabía de los intentos por encubrir Watergate. Ahora promete revelar otro poco entregando el nombre de la fuente más famosa del mundo.
Versiones más, versiones menos, lo único que se sabe con certeza es que Garganta Profunda es hombre y vive. Lo ha dicho el propio Bob Woodward, quien ha prometido revelar nombre y apellidos sólo cuando su fuente muera.

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