ESPECTáCULOS

“Hay que seguir apostando a la evolución del tango”

El maestro Emilio Balcarce sí puede decir que tocó con todos, desde Pugliese hasta Troilo. A los 85 años, su vocación docente lo lleva a dirigir la Escuela de Tango, que mostrará sus virtudes en el festival.

 Por Karina Micheletto

El 22 de febrero pasado Emilio Balcarce cumplió 85 años. Casi sin interrupciones, desde los 16 se dedica a la música y al tango, como arreglador, compositor, violinista y, a la vuelta de los años, bandoneonista. Estuvo en la cocina de orquestas como las de Alberto Castillo, Osvaldo Pugliese, Aníbal Troilo y Alfredo Gobbi, entre otras formaciones memorables. Y ahora dirige la Orquesta Escuela de Tango, creada para que los músicos jóvenes puedan asimilar estilos de diferentes orquestas históricas. Balcarce tiene una obsesión: con la desaparición de las grandes orquestas en los ‘60, se hizo difícil la evolución del género. Por eso se dedica a transmitir esa “mugre sagrada” de la que hablaba Troilo, aquella posta que años atrás se pasaba naturalmente en ensayos y escenarios. Dentro de la programación del Festival de Tango, mañana a las 20 el músico dará la clínica “Los secretos de las grandes orquestas”, en la sala A-B del teatro San Martín, y el domingo se presentará junto a la Orquesta Escuela en la Final Mundial de Baile de Tango Salón, en Obras Sanitarias. De la orquesta, que tiene directores invitados como Horacio Salgán, Atilio Stampone, Leopoldo Federico, Néstor Marconi, José Libertella, Julián Plaza y Raúl Garello, entre otros, ya egresaron tres camadas de músicos con una edad promedio de veinte años.
Cinco años atrás, Balcarce había decidido retirarse de la música. Dejó el Sexteto Tango y se fue a Neuquén para dedicarse a ser abuelo de tiempo completo. Pero fue imposible: los colegas le reprochaban un retiro tan prematuro y él sentía que no podía quedarse quieto. En Neuquén empezó a estudiar bandoneón. “Hasta entonces sabía algo de bandoneón por arriba, porque de chico había agarrado uno que traía los signos de las notas marcados. Con eso y los conocimientos de música que tenía empecé a hacer las escalas. En el bandoneón las notas no están ordenadas, sino desparramadas de una forma diabólica”, le explica a Página/12.
–¿Qué significa para usted la Orquesta Escuela?
–Además de mi familia, la música es lo más importante para mí. Y en este momento la Orquesta Escuela es una apuesta a la evolución del género. Fijate lo que pasó con Pichuco: al principio era una mezcla de De Caro y Fresedo, después él, los músicos, los arregladores y el público fueron creciendo, de tal manera que no tienen mucho que ver la primera orquesta y la del 60. Ese cambio salió fundamentalmente del público, que se aglutinaba en los clubes de barrio para escucharnos. Cuando se hacía un tema nuevo, cada uno estudiaba la reacción del público. Nos anotábamos en la cabeza si llamaba la atención una expresión más fuerte, un contraste rítmico. Y recién cuando el público realmente aplaudía ese tema, se iba a grabar. Si no se dejaba y no se tocaba más. Nuestra evolución tanguera se produjo desde los años 30 hasta los 60. Ahí sale el Club del Clan y acapara todo. Si eso no hubiera ocurrido, si las orquestas hubieran tenido oportunidad de trabajar intensamente, hoy sabríamos cómo tendríamos que tocar el tango para que les guste a los pibes.
–¿Y Piazzolla?
–Piazzolla siguió con el tango, pero no en Buenos Aires, no se nutrió de lo que nos da nuestra ciudad y nuestra gente. El valor que tiene lo suyo es extraordinario, nadie lo puede negar. Todos se fueron atrás de él, porque fue el que quedó. Estaba Eduardo Rovira, pero no pudo llegar a hacer experimentos fuertes con el público.
–¿Hay posibilidad de recuperar el terreno perdido?
–No es fácil llegar a la juventud. Hay muchos músicos buenos, pero casi todos están deslumbrados con Piazzolla. El público está deseando escuchar música con más claridad, y hay formaciones que hacen las cosas un poco complicadas. Yo les digo a los muchachos que con todos los estilos que aprendieron tienen que buscar su propia manera de sentir. El público nos va a ayudar diciendo qué le gusta. Porque nosotros hacemos tango, que esmúsica popular. ¿Qué quiere decir eso? Para el público. Es el público el que permite la evolución del género. Hay algunos que se olvidan de eso.

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Emilio Balcarce es una de las figuras del festival porteño.
 
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