SOCIEDAD › PRESENTAN UN MODELO DE AYUDA PARA COMUNIDADES CARENCIADAS

Globalización a favor de los pobres

Familias de Entre Ríos se asociarán con consumidores europeos. La experiencia piloto es impulsada por la Comunidad de Madrid.

 Por Eduardo Videla

Una globalización alternativa, que permita integrar a productores pobres de la periferia con consumidores e inversores del Primer Mundo, puede sonar a utopía. Pero el proyecto elaborado por la Comunidad de Madrid, que se presenta hoy en Buenos Aires en sociedad con profesionales de la UBA y representantes locales de la Organización Panamericana de la Salud, pretende hacerlo realidad. Se trata de una propuesta para crear una sociedad global entre trabajadores, desocupados y pequeños productores de los países subdesarrollados con potenciales consumidores de las naciones ricas, que cumplirían la función de microinversores. La fase experimental del proyecto tiene como protagonistas a la ciudad entrerriana de Villa Elisa, a la uruguaya de Paysandú y a tres municipios de Ecuador, que se asociarán con la Comunidad de Madrid y ciudades del norte de Alemania.
El Multiproyecto de Acción Global (MAG), como lo denominan sus impulsores, prevé en su fase local, desde la producción de alimentos precocinados y de cosmética natural, destinados a la exportación, hasta la elaboración de productos dirigidos al consumo de las familias involucradas en el programa. En Villa Elisa –una localidad ubicada a 30 kilómetros de la ciudad de Colón–, la primera etapa contempla la creación de 54 industrias multifamiliares.
La semilla para esta propuesta fue sembrada hace diez años, en la Comunidad de Madrid –la provincia española que incluye a la capital del país–, pero su maduración se acentuó en los últimos tiempos, con la invasión de inmigrantes latinoamericanos que buscan un destino mejor en la prosperidad europea. La ecuación es simple: para evitar la explosión social que provoca el exilio masivo, nada mejor que invertir en los países que expulsan a su gente.
¿Por qué puede interesarle a un ciudadano alemán un producto elaborado en Entre Ríos, Uruguay o Ecuador? “Los productos que se exporten van a tener una marca adicional: además de la homologación ecológica o los productos orgánicos, muy buscados por los consumidores del norte de Europa, tendrán un sello que indique que los productores no han sido explotados durante el proceso de elaboración”, explica Guillermo Vetcher, director del programa MAG y coordinador del Foro Bicontinental que se celebrará en mayo, en Madrid. Pero también serán mejores los precios, por los menores costos pero también por la mayor oferta: “La demanda de los productos naturales en el norte de Europa supera varias veces la oferta”, asegura Vetcher.
Para garantizar que se respeten todos los derechos de los trabajadores involucrados, el proyecto incluye una figura denominada “Unidad de Vida”, una suerte de ingreso mínimo para cubrir las necesidades alimentarias, sanitarias, educativas y de vivienda de las familias que participan del proyecto. Ese ingreso no será únicamente monetario: también incluye productos y servicios.
Vetcher –argentino radicado en Madrid desde hace más de 30 años– llegó a Buenos Aires con una delegación que encabeza el director de Inmigración, Cooperación al Desarrollo y Voluntariado de la Comunidad de Madrid. Hoy a las 11, en la Facultad de Arquitectura de la UBA, se presentará la propuesta, en un evento organizado por el Centro Experimental de la Producción, dirigido por el arquitecto Carlos Levinton. La segunda presentación se realizará dentro de 15 días, en Ecuador, para finalizar en el foro bicontinental que se llevará a cabo en mayo, en Madrid.
La primera etapa del proyecto –al que accedió Página/12– involucra, además de Villa Elisa y Paysandú, a los municipios ecuatorianos de Riobamba, Chambo y Penipe. Para su implementación en la ciudad entrerriana será necesaria una inversión inicial: un campo de 300 hectáreas, destinado a la producción orgánica, granja y cría de ganado; herramientas y equipos para la elaboración de lácteos y cosmética natural; y un equipo termoestabilizador para preparar alimentos precocidos destinados a laexportación. El programa incluye además un plan de atención de medicina preventiva.
“Este prototipo estará en marcha en poco tiempo. En un año tenemos que tener los resultados; si son positivos, estará todo listo para extender la experiencia a otras ciudades y otros países”, anuncia Vetcher. El presupuesto para esta primera etapa es de 180 millones de dólares. “Parte será financiada por la Comunidad de Madrid, otra parte estará integrada por fondos de la Unión Europea. También se gestionarán fondos ante el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)”, agrega.
La experiencia inaugura una nueva forma de asistencia económica, que no es dirigida hacia los gobiernos u organismos del Estado –poco confiables y desprestigiados– sino a los reales destinatarios de los proyectos. La propuesta también intenta seducir a las grandes empresas nacionales y multinacionales, con la idea de que buscar soluciones para la pobreza también puede ser rentable. “Nuestro modelo no confronta con la globalización, sino que utiliza sus herramientas para crear un nuevo sistema”, sostiene Vetcher. “No se trata de una revolución –aclara–, sino de una evolución del modelo económico actual.”

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Guillermo Vetcher (centro), director del programa MAG, que se presenta hoy en la UBA.
 
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