ESPECTáCULOS › VUELVEN LES LUTHIERS CON UN RENOVADO ESPECTACULO, “LAS OBRAS DE AYER (EL REFRITO)”

“Hacemos humor para la clase media que subsiste”

De regreso de otra gira triunfal por España, el quinteto musical más humorístico del mundo de habla castellana celebra sus 35 años en escena con un show cuya novedad es la vuelta a los clásicos. A partir de hoy, siempre en el Teatro Coliseo, propone un condensado de éxitos que perduran en la memoria colectiva de varias generaciones.

 Por Mariano Blejman

Han pasado más de 35 años haciendo del humor paródico una de las bellas artes. Lograron manejar con elegancia, fineza y precisión aquellos lugares sobre los que ironizan. Una orquesta, un blues, un jazz, un coro, son virtuosamente ejecutados por Les Luthiers, el quinteto musical que se sube a su propio talento para reírse de él y de su entorno. Incluso, es sabido que hasta inventan instrumentos para simular lo bien que saben tocarlos. Cada vez, dirían ellos, están más cerca de la edad que tienen ahora. El tiempo no pasa en vano para el grupo que comenzó siendo una parodia de coros en un contexto que ayudaba: el auge de la música grupal que estaba a pleno allá por 1967 cuando se presentaron como “I Musicisti”, la agrupación de donde saldrían los cinco actuales Les Luthiers. Vienen de una gira por España donde reunieron más de 20.000 espectadores en 12 funciones. Carlos López Puccio, Carlos Núñez Cortés, Daniel Rabinovich, Jorge Maronna y Marcos Mundstock conversan con Página/12 antes del estreno –esta noche, en el Teatro Coliseo– de Las obras de ayer (el refrito) que reúne algo de lo mejor de la vasta trayectoria del grupo que no se cansa de reír.
–¿Cuándo eran chicos pensaban una antología de cuando fueran chicos?
Daniel Rabinovich: –Cuando era chiquito yo pensaba en la música, en el rugby y en el fútbol. Cuando fui adolescente pensaba en el rugby, en la música y las minas. Y cuando tenía veintipico de años pensaba: ojalá que este grupo haga algunas funciones y no se desarme.
Carlos Núñez Cortés: -.Yo de muy chiquitito tocaba el piano. Y un día le pregunté a mi vieja: Mamá, ¿cómo se hace para aparecer en los diarios? No sé por qué tenía ese interés...
D.R.: –Ahí había salido tu papá por el asesinato que había cometido.
C.N.C.: –Mi madre me dio una especie de mandato. Me dijo “el día que toques La Polonesa de Frederic Chopin vas a salir en los diarios”. Yo aprendí a tocarla aunque no aparecí en los diarios por eso, sino justamente por la parodia que hacía de eso. Pero tuve que aprender a tocar muy bien para poder hacer Les Luthiers.
–Reírse sabiendo de qué se ríen.
C.N.C.: –Cuando se parodia, lo primero es conocer al objeto parodiado. Si no conocieras sus matices, sería una parodia medio grosera o burda.
Jorge Maronna: –Cuando éramos chicos nadie soñaba con esto. Yo estaba estudiando medicina. Lo divertido era hacer una broma que por ahí nos daba unos pesos para el ómnibus y no mucho más.
–¿Había un contexto socio-cultural que hizo posible su humor?
Carlos López Puccio: –Desde el Instituto Di Tella en adelante comenzó a formarse algo.
Marcos Mundstock: –Hoy tenemos una buena clientela, pero no masiva. Empezamos trabajando para un público que se incrementó y eso no ha cambiado mucho. Hacemos obras para esa clase media que pelea por subsistir. Seguimos haciendo un espectáculo para esa gente que siguió yendo a los teatros después de la crisis. El 2002 fue terrible económicamente pero nuestros shows estuvieron llenos. Nuestro público es el que sigue yendo al médico y si tiene que comprar un remedio lo compra, independientemente de que cada vez sean menos.
C.L.P.: –También hicimos una cierta apertura. Antes éramos muy elitistas, trabajábamos en el Di Tella en una salita donde estaba la vanguardia. Había una gran franja de público que no se le ocurría ir al Di Tella. Hoy no somos masivos, pero somos populares.
–Y Di Tella (Torcuato) es secretario de Cultura.
M.M: –Ese es el hijo del viejo Di Tella.
D.R.: –Hubo otro que era canciller. Pero el Instituto fue un centro de cultura fuertísimo. Yo no sé qué hacía la familia Guggenheim, pero no sé si me interesa. No quisiera estar bajo sus pies cuando se trata de elegiral personal, pero cuando compran cuadros y los muestran me parece bárbaro.
–¿Por qué vuelven con un “refrito”, como lo llaman ustedes?
M.M.: –Los refritos aparecen cada tanto. Se nos va acumulando material, gente que no lo vio, contra la falta de novedad para algunos que ya se saben todo de memoria.
C.L.P.: -.Curiosamente, esos fans que se saben todo de memoria son los que más ganas tienen de venir a ver lo viejo.
M.M.: –Y de paso no tenemos que escribir algo nuevo...
C.L.P.: –Aunque más que falta de ideas es un poco de fiaca. Porque cada vez que hacés algo nuevo tenés que estar a la altura de lo anterior. Y lo anterior es cada vez más alto.
C.N.C.: –El refrito es una especie de curva. Cada tanto nos cuesta hacer un nuevo espectáculo porque implica un esfuerzo terrible. Nos agota espiritualmente aprender canciones, crear instrumentos. Pero después resurgimos como el gato félix. En el ‘77 hicimos Viejos Fracasos, en el ‘92 Grandes Hitos y ahora esto aunque estamos comprometidos a realizar un nuevo espectáculo.
–¿Por qué eligieron esta selección? (Ver recuadro)
D.R.: –Fue difícil la búsqueda. Una vez elegido fue divertido retomar el aire de aquellas épocas. Yo que estoy casado con una misma mujer desde siempre, pensaba en las mujeres de mis compañeros en los estrenos de esas obras. Ellos se han casado más veces que yo. Pensaba en nuestros pelos más oscuros y las caras más juveniles. Pero las obras son parecidas, es impresionante.
M.M.: -.Tuvimos que dejar mucho afuera. La novedad de la no-novedad es que nos permitimos hacer cosas grabadas en disco como Don Rodrigo y El Explicado. Teníamos un dogma: lo que estaba en disco no lo hacíamos porque era muy conocido. Pero funcionó. Hemos comprobado cómo cambió la gente, cuando lo hicimos en el ‘77...
–En esa época, la gente se reía con los dientes apretados.
M.M.: –Pero además, era el auge del folklore americano y estaban las cantatas de Ariel Ramírez, Félix Luna e hicimos una cantata folklórica diestramente realizada. Aquella vigencia se perdió, pero ahora es recuperada por la nostalgia. El sendero de Warren Sánchez (salmos sectarios) son máquinas de reír para el público. Donde lo hacemos, el teatro se viene abajo de placer.
C.L.P.: –En el refrito hay una obra que salió de la manga del inconsciente colectivo: Quien conociera a María amaría a María. Es una de las obras que nadie sabe cuál es. Curiosamente ésta es una obra olvidada, fantástica y que anda bárbaro.
M.M.: –La gente cercana capaz que es un primo que vio 10 veces cada cosa y dice “pero ésa no la habían hecho nunca”.
–¿La coincidencia de “revisión” con la crisis fue casual?
D.R.: –Cuando tomamos la decisión de hacerlo, el corralito era todavía un futuro. El estreno –el año pasado hicimos una primera parte– coincidió con el caos máximo, pero fue una casualidad. Ahora estamos todos muy inquietos pensando qué pasará con nuestro querido país. Porque seguimos viviendo acá.
–¿Cómo recibirá la gente estas obras?
D.R.: –El año pasado anduvo muy bien. Hay tres generaciones que se divierten igual: hasta la mamá de la abuela puede venir, que no es un ser humano completo, pero bueno. (Piensa.) Este es un chiste misógino de la televisión actual.
–¿Les dan risa sus shows?
M.M.: –Risa no sé, pero da placer que siga funcionando.
–¿Se puede terminar Les Luthiers?
C.N.C.: –A pesar del cansancio lógico, amamos mucho este trabajo.
J.M.: –Sí (le responde a Núñez Cortés), pero mirá Gardel.

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Carlos López Puccio, Carlos Núñez Cortés, Daniel Rabinovich, Jorge Maronna y Marcos Mundstock en escena.
 
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