ESPECTáCULOS

La distancia que va desde “Poné a Francella” hasta “Sintonía de amor”

Con “Un día en el paraíso”, el capocómico televisivo consiguió una película que le permite ir más allá de los tics y sensiblerías habituales, para ayudar a la realización de una digna comedia romántica nacional.

 Por Horacio Bernades

Nueva coproducción de Argentina Sono Film y Patagonik con Telefé, Un día en el paraíso es una pequeña sorpresa y mejora los antecedentes de todos los implicados. Rubro tradicionalmente abaratado en el cine industrial local, la nueva comedia popular protagonizada por Guillermo Francella marca un evidente cambio de rumbo respecto de los vehículos anteriores del cómico, que no se habían caracterizado precisamente por su cuidado ni su eficacia. En consonancia con su viraje televisivo –pasó del humor grueso y morcillero de “Poné a Francella” a la comedia de situaciones de “Durmiendo con el jefe”–, con Un día en el paraíso Francella se despoja del stock de tics, sensiblerías y transpiraciones de Un argentino en Nueva York y Papá es un ídolo, probándose en un registro más medido, menos complaciente con lo que, se supone, “su público espera de él”.
A su vez, en lugar de estar rodeado del aire a la Enrique Carreras de aquellos productos-todo por 2 pesos dirigidos por Juan José Jusid, Un día en el paraíso presenta al cómico haciendo pie en la comedia romántica “fina”, con películas como Cuando Harry conoció a Sally o Sintonía de amor como modelos tal vez lejanos, pero modelos al fin. En lugar del total menefreguismo técnico y estético que caracterizaba aquellas burdas transacciones comerciales, se hace aquí evidente, desde las primeras imágenes, una ambición de corrección profesional que abarca todos los rubros. Comenzando por una dirección (a cargo de Juan Bautista Stagnaro, quien en su anterior incursión en el cine “comercial”, con La furia, se había limitado al papel de yes man) que nunca cede al facilismo ni la obviedad, y continuando en el ajustado trabajo de iluminación, musicalización y edición, en todos los casos a cargo de reconocidos profesionales. El solo hecho de haberle encargado el guión a Eduardo Mignogna revela, de parte de los productores, la insospechada voluntad de elevar la puntería con respecto a sus anteriores baratijas.
Francella es aquí Reinaldo, fotógrafo de sociales que una noche conoce a la modelo Tati (Araceli González). Con una rapidez sólo superada por la pasmosa facilidad con que más tarde se resolverá el happy end (cuando todo parecía perdido surge Araceli de la nada, ambos se besan y listo, se terminó), ya en la primera noche Reinaldo y Tati se encantan y hacen el amor en la playa. Cuestión de impresionar al otro, ambos mienten. El dice llamarse Roy, especializarse en la fotografía de aventuras y trabajar para la National Geographic. Rebautizada Brenda, ella quiere ser actriz, aunque es tan “tronca” actuando como cantando. En una escena que bien podría entenderse como venenosa autocrítica (y que resulta infrecuentemente amarga para esta clase de comedias “blancas”), Araceli desafina de lo lindo durante una prueba para una comedia musical, y queda afuera.
“¿Cómo querés que no las muestre si me salieron 1700 dólares?”, dice en un momento una Araceli rubiona, refiriéndose a sus infladísimas lolas nuevas, que tienden a abrirse paso por encima del escote. Así como sorprende esa clase de apuntes autoparódicos, se percibe en Un día en el paraíso un cuidado por los detalles que va desde el guión –los diálogos no dan vergüenza y hay alguna lograda escena cómica, como el comercial en el que Francella debe actuar de cadáver y donde Luis Brandoni le saca el jugo a su cameo– hasta la elección del elenco. Es sin duda un acierto haber llamado a dos excelentes comediantes como Claudia Fontán y Javier Lombardo (el corredor de Historias mínimas) para hacerse cargo de esos personajes claves en toda comedia romántica que son los respectivos amigos y confidentes de los protagonistas. Del mismo modo se luce Márgara Alonso, en un papel de madre edípica y terrible, que tampoco es el más frecuente para la tradición de comedias familiares a la argentina.

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Dos a quererse: Guillermo Francella y Araceli González... o cuando Roy conoció a Brenda.
La producción de Argentina Sono Film, Patagonik y Telefé mejora los antecedentes de los implicados.
 
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