ESPECTáCULOS

Dos muñecos rubios que no se andan con vueltas

El director de “La ceremonia” y “Gracias por el chocolate” regresa al mundo de la alta sociedad de provincia francesa, que viene diseccionando desde hace cuarenta años, y vuelve a encontrar una historia de crímenes y amores incestuosos. A su vez, un programa de cine de animación argentino en el Cosmos propone sueños húmedos de sexo y gloria.

 Por Martín Pérez

Ambos son rubios y tienen un sueño por cumplir. Y tal vez eso sea en lo único lo que se parezcan Cuchu y Barbie, los muñecos protagonistas de Plata segura y Barbie también puede eStar triste, dos cortometrajes de animación locales que a partir de este jueves comparten cartel luego de alcanzar categoría de culto, tras dos años de azarosas exhibiciones en caprichosos horarios de festivales y/o trasnoches varias. Concebidos para el disfrute de trasnoche pero nunca para exhibirse juntos y mucho menos comercialmente, el camino hacia los sueños de Cuchu y Barbie es el de la exagerada bizarrez nacional y futbolera en el primer caso, o simplemente el del porno explícito, cuando se hable de Barbie. Un sueño de muñecos animados a pulmón, y sin más exigencias que las del disfrute más cómplice posible.
Capricho de dos profesionales anónimos de una joven generación de la industria del cine, Plata segura cuenta la historia de un angelical muñequito de pelo rubio y lacio atrapado en una realidad exageradamente grotesca, con la patria asociada a la pelota desde las imágenes del Mundial ‘78. Nacido justo cuando Argentina salía campeón mundial bajo la mirada atenta de Videla y cía, Cuchu será negado por su padre villero, adoptado por un vago explotador que estafará a un descubridor de talentos para llevarlo a la ciudad. Con un pesado cinismo a toda prueba escondido detrás de la virginidad de su protagonista, Plata segura tiene el antecedente de los cortos de Marcello G., protagonizados por unos muñecos con el rostro de jugadores que regalaba un empresa de gaseosas. Aquel episódico delirio libre y futbolero regresa sólo en los mejores momentos de Plata segura, que son justamente cuando su protagonista está en el verde césped, acompañado por unos compañeros muy poco compañeros.
Realizada por Albertina Carri entre su opera prima No quiero volver a casa (1999) y la reciente y celebrada Los rubios (2003), Barbie también puede eStar triste es un divertimento sexual donde el crimen sí que paga, y sin ningún cinismo de por medio. Tan alejada del humor sexual de vestuario de Plata segura como lo señala el hecho de ser un cortometraje abiertamente porno, la historia antipaternalista que cuenta Carri habla de infidelidades e infelicidades. Su sencilla moraleja de derecho a la felicidad y heterodoxia sexual está protagonizada por muñecas Barbie –y el infaltable Ken–, pero con órganos genitales. Animados por las voces de Juana Molina y Eusebio Poncela, los muñecos hacen uso y abuso de esos genitales que –al menos en los muñecos– generalmente no están allí, y la única justificación de que hagan algo así es simplemente que pueden hacerlo. Y sin que semejante ingenuidad sea castigada por un mundo animado que, en este caso, simplemente se adecua a sus justas necesidades románticas y, sobre todo, sexuales.

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Barbie hace de las suyas en el corto de Carri, mientras el Cuchu sueña con la gloria mundialista.
 
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