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Vuelve “Six Feet Under”, la serie capaz de sonreírle a la muerte

La tercera temporada de la creación de Alan Ball comienza esta noche por HBO, con su mezcla de impacto visual y existencialismo.

 Por Esteban Pintos

Definitivamente, la muerte les sienta bien. La tercera temporada de “Six Feet Under”, que esta noche estrena la señal premium HBO, se regodea y luce con su ya clásico cóctel de amor, necrofilia, humor negro y existencialismo, sin olvidar la repetición del tipo de recurso visual-narrativo alla Belleza Americana (esto es, realismo mágico concebido en Hollywood), partes que componen un todo probadamente efectivo. La serie que más nominaciones recibió para la edición 2003 de los premios Emmy (son 16, ver aparte) y acumula record de teleaudiencia en Estados Unidos, hace rato que levantó vuelo y así funciona, a velocidad crucero, con las obsesiones, miedos y taras de sus protagonistas.
Concebida, y a veces escrita por Alan Ball (guionista de, justamente, Belleza...), con un cartel de directores de nombre por capítulo (Rodrigo García, Miguel Arteta, Jeremy Podeswa, entre otros) y la novedad de la aparición de Kathy Bates como integrante más o menos estable del elenco, esta temporada de “Six Feet Under” parece terminar de desandar el camino iniciado en su primer-primer capítulo. Sin revelar mucho detalle, puede anticiparse que no todo lo que parece ocurrir en este comienzo, ocurre verdaderamente. El juego interactivo establecido a partir de numerosos flashbacks y una sucesión de déjà vu que terminan por envolver a su protagonista central (el tal Nathaniel Jr., Nate, logrado papel de Peter Krause) en una indefinición realidad-fantasía de la que parece no poder salir, sostienen el atractivo de la primera emisión. Con el correr de los capítulos, las cosas tenderán a verse un poco más claras. Un poco, nomás.
Breve repaso argumental: los Fisher, eje del relato, son propietarios de una casa funeraria ubicada en la inmensidad urbana de Los Angeles. Muerto el jefe de la familia, sus hijos Nathaniel Jr. y David (un sobrio y a veces contenido Michael C. Hall) asumieron la conducción del negocio mortuorio. A su lado, la señora viuda Ruth y Claire, la más chica y consentida de la familia. En el ámbito común de la casa-funeraria también está Federico, latino y especialista en preparar cadáveres, convertido en socio de la empresa luego de una inesperada herencia recibida; y un poco más allá Keith, novio de David, ex policía –negro y homosexual, para mayor morbo– que ve languidecer su vida como guardia de seguridad privada. En esta temporada, la novedad pasa por el recambio de pareja de Nathaniel Jr. (Nate, para familiares, amigos y televidentes): Brenda, la espléndida composición que la actriz australiana Rachel Griffith llevó a un extremo de adicción sexual sobre el final de la segunda temporada, parece haber quedado en el pasado, aunque reaparecerá en el quinto capítulo de este año. Su lugar ahora es ocupado por Lisa (Lily Taylor), nutricionista y cocinera vegetariana, madre de una bebita concebida junto a Nate, llamada Maya. Si bien no ocurrirá esta noche, cabe esperar la irrupción de Kathy Bates como una nueva vecina capaz de masajear y a la vez enseñar a robar a una atribulada señora Ruth Fisher.
Este año hay problemas por resolver. Nate sigue lidiando con el tumor cerebral que, desde su aparición, modificó sus hábitos y también provocó una redefinición de su relación con el mundo, su familia y con él mismo. Ya se hizo cargo del negocio familiar, pero más importante aún, se hizo cargo de una inesperada paternidad. Ambas situaciones, por diferentes que parezcan, le cambiaron los días. “La vida nos prueba de un montón de maneras diferentes. Por eso cuando vemos hacia atrás las partes más dolorosas, sí, fueron dolorosas, pero nos obligaron a crecer”, dice Alan Ball, creador de la serie. La definición –por barata que parezca– suena acertada en función de las necesidades emotivas y racionales de los Fisher, una familia que –vaya paradoja– vive de la muerte.

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La familia Fisher pasa sus días entre la vida y la muerte.
Alan Ball, su creador, fue guionista de “Belleza americana”.
 
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