ESPECTáCULOS › CARLOS BELLOSO ACTUA, ESCRIBE Y SE AUTODIRIGE

“El poder nunca ve bien, no es miope, es más bien ciego”

En “Ojo!!!”, el unipersonal que interpreta, escribió y que dirige, Carlos Belloso profundiza las aristas del tema de la mirada y la miopía, con ese estilo que cultiva a la perfección: un humor excéntrico atrás del cual hay muchas lecturas posibles, algunas de ellas de una seriedad considerable.

 Por Silvina Friera

De noche es un miope –un coqueto que ve todo borroso porque no quiere usar anteojos–, un cancionista, obsesionado por sus problemas oculares, y un mentalista bizarro. En la terraza de Gargantúa (Jorge Newbery 3563), los viernes y sábados a las 23, las metamorfosis de Carlos Belloso apuntan literalmente a las miradas de los cincuenta espectadores que dejan pendientes picadas, chorizos y morcillas cuando el actor aparece, guitarra en mano, sobre el escenario. “El ojo está en movimiento, el ojo es movimiento, siéntanlos, rásquenlos, frótenlos, cierren los ojos y sueñen”, canta el actor una milonga reggae, cuya letra y música le pertenecen. En Ojo!!!, unipersonal escrito, dirigido y protagonizado por Belloso, la siniestra imaginación del actor transforma en verosímil lo ridículo. El miope, camuflado como líder de una secta fundamentalista, “El tercer ojo”, proclama una consigna: “No maten más vacas”. Sí, aunque usted no lo crea, en una sociedad cuya cultura alimentaria es la carne vacuna, Belloso provoca a su público con esa especie de manifiesto anti-argentino mientras a metros del escenario el parrillero del centro cultural desmiente el disparate y hasta se trenza en una acalorada discusión con el mesiánico defensor de la soja y las semillas de sésamo.
“Este espectáculo me permite volar, ser más liviano, convertirme en una suerte de angelito”, plantea Belloso en la entrevista con Página/12. El actor, que en la década de los 90 integró –junto con Damián Dreizik– Los Melli, esa dupla inolvidable de actores mutantes y polimorfos, conoce la filosofía de la calle y las villas. Hace muchos años fue vendedor de cervezas, vinos y mayonesas en las villas próximas a Munro, lugar donde nació hace 40 años. Cuando habla, Belloso transmite una musicalidad ascendente: de un tono sosegado al pasional. El actor de Pará fanático y Dr. Peuser disfrutó del torbellino de trabajos intensos en televisión. Sol negro (América), la presentación de la pieza Intimidad, de Hanif Kureishi, en España, y la filmación en Salta de la película de Lucrecia Martel, La niña Santa. “Siempre toqué la guitarra pero de forma muy desmañada. En un momento me interesé por el tango y aprendí dos temas. Pero la abandoné porque me olvidaba. Hasta que apareció Lito, el personaje de Sol Negro, que tenía que estar con una guitarra, un loco rockero, y empecé a tocar. Compuse diez temas para la obra y tres para el programa. Me daba mucha manija Rodrigo de la Serna. Con él tocábamos juntos y escribimos una canción. También con Alejandro Urdapilleta tenemos un tema en común, que no lo toco porque es medio incomprensible.”
Más allá de que algunos traten de encasillarlo, Belloso es tan versátil que cualquier intento de encorsetarlo carece de argumentos. ¿Cómo explicar el pasaje de Dr. Peuser hacia el registro naturalista de Intimidad, dos obras de teatro que requieren de estilos de actuación antagónicos? Precisamente esta versatilidad le permite al actor encarnar en Ojo!!! una multiplicidad de personajes, todos auténticos golazos: un cancionista que por su miopía consulta a un oculista, quien lo deriva. La obra, en la que por primera vez canta frente al público, es una mirada sobre la mirada. “Arranco con algo concreto hasta terminar en un absurdo justificado”, añade el actor. En Ojo!!! fluye un deliberado discurso científico. “Si la mirada científica es como la verdad que no se discute, yo siempre le quiero discutir a la verdad.”
–¿La obsesión por la mirada es un subterfugio para hablar de la realidad?
–No lo veo como realidad sino como metafísica, la mirada te lleva un poco más allá de la superficie de las cosas. Esta es la época de decir algo y es mi época de decir algo. Muchas son verdades mías y otras son mentiras. Lo que más me entusiasma es que a partir de una verdad pueda generar una mentira inverosímil. Este espectáculo tiene relación con otro, que se me acaba de ocurrir y que se llamaría el “anti-ojo”: lo que dicen mis anteojos cuando no los tengo puestos. Antes de acostarme me saco los anteojos y ellos pueden observar cómo duermo. Hasta que en un momento se arma un triángulo amoroso con esos anteojos. Hablaría de Carlos Belloso, pero desde un lugar negativo, desde lo narcisista que puede ser un actor. Los anteojos me odian y me tiran a matar.
–Aunque el narcisismo es necesario para un actor, usted lo disimula bien...
–Porque lucho contra el narcisismo. Me enfrento todos los días con las cosas que me pasan por la calle, que la gente pasa y se sonríe o me dicen “maestro” a cada rato. Me siento un chino cuando me dicen maestro. Como actor necesito trabajar con el ego, pero tengo que distinguir qué ego me sirve para trabajar y cuál es perjudicial. Manejar esta instancia me permite entrar y salir de la “realidad” de la ficción. La ficción tendría que tener un nivel de realidad muy creíble. En Ojo!!! estoy con la guitarrita y nada más. Hay un despojo absoluto, pero a la vez planteo un recorrido en capas. Sin embargo, este espectáculo tiene trampas. Supuestamente hablo de mí mismo todo el tiempo, pero yo no soy miope sino astigmático. Todos suponen, porque uso anteojos, que tengo miopía.
–¿Sus trabajos se caracterizan por cultivar una mirada ácida y corrosiva?
–No. Obedezco en lo inmediato a todo lo que sucede, no emito opinión. Eso no me convierte en ácido o en corrosivo, pero al mismo tiempo, casualmente, esta actitud es ácida y corrosiva. El tema No maten más vacas cuestiona la esencia del argentino. Después de preguntarme si es necesario matar vacas, si puedo comer soja y semilla de sésamo, cuando termino la función voy a la parrilla y me como una vaca (risas). Los discursos son profundos porque creo lo que digo y aparte los puedo comprobar teóricamente.
–¿La fundamentación científica le permite eludir el disparate?
–Sí, porque pienso que puedo herir. A mí me gusta meterme en los submundos como lo hice en la televisión con el sordomudo o con Lito. En el teatro me pasa lo mismo. Los gustos que me doy en el escenario son ser Elvis Presley en un momento o transformarme en un jilguero. Quiero que los personajes sean lindos, que me hagan volar. El mentalista está apoyado en la poesía alemana romántica, principalmente en Novalis (seudónimo de Friedrich von Hardenberg). El tipo se llama Novalis o novalgésico, que es un remedio-gente. Es la idea que tenía Novalis: la gente tiene que ser el remedio de la propia gente.
–¿Qué otros autores consultó?
–Michel Foucault, Georges Bataille, Jacques Lacan. Bataille te hace caer en la cuenta de la función de la glándula pineal, ese pequeño ojo que lee el sueño. Es la única forma de comprender por qué tiene distinta calidad de nitidez el sueño, a diferencia de cuando uno cierra los ojos y se imagina algo. “El hombre conoce el espacio por donde avanza y sólo avanza lo que busca y sólo busca lo que ama.” Esta parte de una de las canciones, La función del ojo, es textual de un libro de biología de Juan Cuatrecasas que se llama El hombre, animal óptico, que habla de la evolución. El se siente un gran reciclador y yo también.
–¿Cómo se le ocurrió lo de la secta que proclama que “no maten más vacas”?
–La imposibilidad de que exista una secta que diga “no maten más vacas” en este país, es de lo más descabellado y no sé por qué se me ocurrió. A veces siento que somos bovinos, que somos un ganado como sociedad.
–¿No es además una cita sobre la actual política argentina?
–Sí, es cierto. Aunque Kirchner tiene problemas en la vista, no encajaría con el espectáculo porque no es miope, pero se amolda con los defectos de quienes ejercen el poder. El poder no ve bien, nunca ve bien, más que miope es ciego y esto es una cuestión histórica.

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“Este espectáculo me permite volar, ser más liviano, convertirme en una especie de angelito.”
 
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