ESPECTáCULOS

“Cada vez que nos juntamos vuelve a aparecer una química increíble”

Con el peso que da la historia y el apoyo de un público agradecido, el trío Vitale-Baraj– González vuelve a la carga el fin de semana.

 Por Karina Micheletto

La foto los muestra con caras y cuerpos de veinte años atrás. Tienen en sus manos los mismos instrumentos y están en el mismo lugar en el que ahora ensayan, la casa-estudio-bunker familiar de los Vitale en San Telmo, donde tomaron forma proyectos como el de MIA y posteriores incursiones de los hermanos Lito y Liliana. La foto es de 1985 y muestra en pleno auge al trío en el que imprimieron sus apellidos Lito Vitale (piano y teclados), Bernardo Baraj (flauta traversa y saxos) y Lucho González (guitarra), marcando un hito en la música popular. “Cambió más la casa que nosotros”, se quieren convencer ellos cuando miran la foto del arte de tapa de una recopilación del trío. Tras los dos años que duró la formación, los caminos de los músicos muchas veces se cruzaron. Ahora, el grupo se reunió para una serie de conciertos que culmina este viernes y sábado en el C. C. Torquato Tasso (Defensa 555).
“Yo era un veinteañero y ellos tenían 40 y 42 años, la edad que tengo ahora”, saca cuentas Vitale. “En esta cosa regresiva que tiene la vejez se nos dio por volver a lo del trío”, dice Baraj, y todos festejan. “Es que la juventud es algo que sólo se adquiere con la edad”, cita González a Bernard Shaw, y siguen las rosas. Si es por cómo se tratan, hay que inferir que es cierto eso que repite cada uno a su manera, que se juntan porque así la pasan bien. Ya más serios, explican que la reunión es algo del momento, aunque no descartan que en un futuro puedan hacerlo más seriamente y con nuevo repertorio: el tiempo y las ganas lo dirán. El trío se juntó un par de veces antes, en La Plata, en el teatro Alvear, en el programa Ese amigo del alma, que este año vuelve a la pantalla. Pero esta vez, como los convoca el milonguero espacio del Tasso, agregan tangos al repertorio: Decarísimo, Tinta roja y Oblivión, de Piazzolla.
“Es impresionante cómo vuelve a salir enseguida el sonido del trío. Cuando nos juntamos, inmediatamente fluye esa cosa de química”, dice Vitale. “Empieza a sonar el trío y me transporta a las situaciones de los ‘80. Tocar con ellos siempre es como si me invitaran a una fiesta”, agrega Baraj. Entre las “fiestas” que Baraj guarda en su recuerdo está la noche en que ganaron el Premio Consagración en Cosquín, en 1986, o un concierto en Rosario: “En mi vida escuché el sonido de los aplausos de esa manera, bajaban como en una catarata”, cuenta el músico. Todos lo recuerdan, aunque fue un show como tantos en los que el grupo había logrado la rara conjunción de hacer música instrumental y superar la figura del “músico de músicos”, llenar teatros y estadios como el del Luna Park, acercarse a eso que se llama “ser popular”. Hubo otras formaciones antes y después (Vitale-Combo-González, Vitale-Izaurralde-González), pero ésta quedó más grabada en el recuerdo, con la versión de Merceditas como emblema.
Además de esta reunión, cada uno sigue con lo suyo. González hizo los arreglos de cuerdas en el unplugged de Diego Torres para MTV y participa en la nueva producción de Vicentico, entre otras múltiples ocupaciones de hombre orquesta. Baraj integra un trío de tango y Vitale prepara una gira con su quinteto en abril por España. Además, esta semana empieza a grabar su programa Ese amigo del alma, que irá por América y se graba en el ND Ateneo. En la primera sesión, grabada ayer, los invitados fueron La Bersuit, León Gieco, Pedro Aznar, Juan Carlos Baglietto, Omar Mollo, Miguel Botafogo y Chango Spasiuk, entre otros.
–¿Por qué el grupo prendió tan rápidamente en la gente?
Lucho González: –Apareció en un momento especial del país. Volvía mucha gente y se empezaba a gestar la recuperación de una música popular en democracia. Pero nuestra intención siempre fue tocar y ser felices con lo que hacíamos, no pensábamos en tener éxito. También tuvo que ver con un sistema de trabajo que ya se había organizado a partir de MIA y que nos permitía mostrar lo nuestro sin transas. Yo venía de experiencias agradables como músico preferencial de grandes como Chabuca Granda, Mercedes Sosa, Ana Belén o Víctor Manuel. En ese ínterin conocí a Lito. El ya pertenecía a un grupo de gente que sabía cómo encarar un disco de formaindependiente. Si hubiéramos tenido que ir a golpear las puertas de las disquerías, seguro nos hubieran dicho que no.
Bernardo Baraj: –Había una química especial, lo nuestro funcionaba con el boca a boca. Los músicos jóvenes vieron que se podía hacer folklore sin sonar a viejo.
Lito Vitale: –Empezaron a decir: “Hay unos monos que hacen folklore y se parecen a nosotros, en la forma de actuar y de vestir”. Porque hasta entonces tenías que disfrazarte de gaucho para tocar una zamba.

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Los tres nombres más célebres del trío, que tuvo varias encarnaciones.
 
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