ESPECTáCULOS › ENTREVISTA AL FRANCES OLIVIER CATHERIN

Crónicas animadas

El especialista en cine de animación visitó la ciudad de Córdoba, donde brindó charlas sobre esta modalidad cinematográfica, pero enfocada a los jóvenes. “Hay una explosión de creatividad”, dice.

 Por Oscar Ranzani

Mientras en la Argentina el cine joven nacional evidenció una explosión de creatividad, la producción de cine de animación en Francia se convirtió en un verdadero boom estudiantil. La carrera de animación ha despertado un gran interés en los jóvenes que pueden elegir entre nada menos que veinte escuelas donde se aprenden diversas técnicas. El dato es más impactante si se tiene en cuenta que hace cinco años sólo había cinco establecimientos para el estudio de cine de animación. De la mano de este furor, Francia ocupa el primer lugar en Europa en esta materia y es el tercer productor después de EE.UU. y Japón. Actualmente se realizan en ese país europeo unos 200 cortos.
Esta realidad fue corroborada por el especialista francés Olivier Catherin, miembro de la Asociación Francesa de Cine de Animación, que fue invitado a la Argentina por el Ministerio de Educación para dar charlas en las Primeras Jornadas de Cine de Animación para Jóvenes en Córdoba (ver aparte). Un dato curioso que los diferencia de los largometrajes: para los cortos de animación, hay muy poca crítica especializada. “En Francia apenas existe una sola revista que se dedica a la crítica de cortometrajes en general. Por otra parte, también se dice que cada vez es menor la influencia que tiene esa crítica especializada sobre las elecciones del público”, explica Catherin a Página/12.
–Generalmente se tiende a asociar al público del cine de animación con la infancia o la adolescencia. Sin embargo hay trabajos muy interesantes para adultos.
–Evidentemente hay una gran cantidad destinada a niños y jóvenes. Pero también está el público de jóvenes-adultos, situado entre 18 y 25 años, a los que cada vez les gusta más la animación. Su pregunta se debe a una razón histórica. En sus comienzos las películas de animación no eran para niños. En los inicios eran películas cortas y cómicas. Walt Disney cambió todo porque se propuso llegar a un público muy amplio. Y como el dibujo les gusta mucho a los chicos, entonces dijeron “apuntemos a eso”.
–¿En qué circuitos se ve el cine de animación en Francia?
–En televisión se pueden ver largometrajes animados y hay canales que muestran especialmente cortometrajes de animación. Con los largometrajes no hay problemas en su exhibición en las salas de cine comerciales. Para los cortos está la Agencia del Cortometraje que hace la difusión y la distribución de este material y ha logrado que se puedan proyectar antes de los largos en las salas. La Agencia también alquila cortos a festivales, asociaciones.
–¿Con la digitalización pierde carácter artesanal el cine de animación?
–Sí y no. Lo que permite es que más personas trabajen al mismo tiempo sobre la misma película y, en consecuencia, ir más rápido. Y no, porque también, a veces, las personas trabajan como base el dibujo, el papel recortado, etc. Luego, pasan eso a imagen digital. La digitalización permite que se pueda hacer cine con muy pocos recursos. Entonces se ve una explosión de creatividad de un montón de jóvenes que no se sabe de dónde salieron y que se las rebuscan para hacer animación.
–¿Pudo ver cine argentino? ¿Está al tanto de las producciones de los jóvenes de aquí?
–Vi mucho porque se ve mucho en París. En este momento es el cine que está de moda en la capital francesa. Se habla de Pablo Trapero, Lucrecia Martel. Tienen un gran éxito de público y de crítica. En particular, me gustó mucho La ciénaga. Me impactó la capacidad que tiene Martel de crear un universo, una atmósfera. Se puede entrar en esa familia y en ese lugar. En general encuentro una gran libertad en el cine argentino en los tonos y en las formas que se utilizan.
–Usted tuvo oportunidad de ver Mercano, el marciano. ¿Qué le pareció y qué opina de la técnica empleada?
–Me pareció que tiene mucho humor, con una mirada cáustica que habla de una realidad argentina desde un lugar humorístico y de actualidad. Visualmente no está tan lograda. Pero, al mismo tiempo, ese aspecto visual no tan logrado encaja muy bien con el tono de la película, con lo que ahí se muestra. Entonces, la pregunta es si una película de animación tiene que ser necesariamente bella o linda estéticamente.

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Olivier Catherin analiza pasado y presente del cine de animación.
 
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