ESPECTáCULOS › EXHIBEN EN EL MALBA EL DOCUMENTAL “BATATO/14 PAVOS REALES”

Un paseo guiado por Batatolandia

El trabajo sobre el mítico personaje under, fallecido en 1991, se verá hoy en el marco del ciclo “Sexualidades Alternativas/Transgénero”.La entrevista que incluye el film se le realizó muy poco antes de morir.

 Por Oscar Ranzani

Aquellos que solo escucharon hablar del mito tendrán la oportunidad de acercarse a su pensamiento. Para quienes lo conocieron, será una ocasión de verlo, otra vez, a través de la pantalla de cine. Batato Barea, uno de los símbolos del underground de los 80, será homenajeado hoy a las 15 en la sede del Malba (Figueroa Alcorta 3415) con la proyección del documental Batato/14 pavos reales de los directores independientes Peter Pank y María Celleri. El mediometraje no convencional –que cuenta con algunos de los últimos testimonios del actor, que murió el 6 de diciembre de 1991– se exhibirá en el marco del ciclo de cine “Sexualidades alternativas/ Transgénero”. Quienes no puedan acercarse hoy al Malba podrán hacerlo en las repeticiones previstas para mañana a las 17, pasado mañana a las 14.30, el viernes 24 a las 19 o el sábado 25 a las 14.30.
Batato/14 pavos reales ya estaba casi listo cuando recibí la noticia de su fallecimiento”, recuerda Pank. “En el velorio, Nené, la madre de Batato, me dijo que antes de morir le había pedido que se comunicara conmigo ya que yo tenía todo este material. Su pedido fue que me encargara de mostrarlo para que la gente lo viera y lo conociera. A partir de ahí nos dedicamos con María a reeditar partes pero bajo la premisa de no agregar material nuevo filmado después de su muerte sino centrarnos en esa imagen de Batato vivo, tal como lo conocimos y no en todo lo que empezaría a generarse a partir de ese momento”, explica.
El documental arranca con Batato hablando de su infancia en Junín, su llegada a Buenos Aires a los ocho años y el desagrado que le provocaba ir a la escuela. “Iba de pupilo a un colegio de curas de El Palomar. Y después me tuvieron que sacar cuando me enfermé porque me daban salchichas con puré y yo las odio”, relata Batato. También recuerda otra molestia de esos años de estudiante cuando llegaban las ceremonias con el Himno Nacional. “Yo nunca lo canté”, expresa con repulsión. “No lo sé. Era una obligación saber la letra y nunca la quise aprender. Entonces, en los lugares de actos movía la boca pero cantaba canciones de María Bethania”.
Posteriormente vino la adolescencia que tampoco le generó buenos recuerdos. “Fue horrible. Muchos conflictos, no sabía qué hacer. Y lo peor que hay es que no sepas qué querés hacer. Me gustaban mis tíos y todas esas cosas. Nunca me gustaron las mujeres”, confiesa con el mismo desenfado con el que se hizo popular. Batato tenía una historia familiar pesada. Su hermano más chico se suicidó durante la dictadura. “Fue feo. No aguantó la época del Proceso y todo el 81. Y bueno, se pegó un tiro.”
Antes de sus trabajos como actor, Batato tuvo múltiples trabajos. Fue cadete, verdulero, carnicero, repartidor, taxiboy y masajista. Sus comienzos artísticos tienen su raíz en los 80 cuando formó parte del grupo de varieté “Peinados Yoli”, una de las bandas de clown-rock que resaltaba la transexualidad como un derecho. Más tarde con el “Clú del Claun”, liderado por Hernán Gené, pudo desplegar su alma de payaso que tanto profesaba. “Para mí fue una revelación haber estudiado para payaso y entender lo que es el payaso, lo que es el clown. Porque, a partir de ahí, entendés la vida misma. Los cursos de payaso que hice fueron la alegría más grande para mí”, comenta emocionado en el documental.
Más tarde formó un mítico trío junto a Humberto Tortonese y Alejandro Urdapilleta, que hizo roncha en el Parakultural y, posteriormente, en el Centro Cultural Ricardo Rojas. Junto a ellos ideó La carancha, una obra inexplicable, que se presentaba como sátira de la funcionaria menemista María Julia Alsogaray para dispararse rumbo a quién sabe dónde. Esta fue la última experiencia teatral que realizó. A pesar de la experiencia que cosechó en sus actuaciones, Batato detestaba los encasillamientos. “Yo no soy actor ni actriz ni nada de eso. Porque eso es teatro y a mí me interesa hacer otras cosas... más instantáneas. Yo hago lo que siento y puede no estar enmarcado ni en el teatro ni en el varieté, ni en nada. Quiero crear otros códigos”, explicaba. Pueden pensarse que lo logró.

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El clown Batato Barea fue una estrella inclasificable de un underground porteño hoy desaparecido.
 
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