ESPECTáCULOS › PIPO PESCADOR PRESENTA “TIRON DE OREJAS (QUE LOS CUMPLAS FELIZ)”

“Quisiera ver algo nuevo”

El autor explica por qué dejó de actuar pero no de crear espectáculos: “Me pareció justo dar un paso al costado”.

Por SebastiAn Ackerman
Enrique Fisher dejó, a mediados de los ’60, su Gualeguaychú natal para estudiar Bellas Artes en La Plata, pero pronto su vida tomó otro rumbo. En La cueva de Felipe, un salón de fiestas de la Ciudad de las Diagonales, animaba fiestas infantiles por las tardes, después de estudiar, y fue allí donde adquirió el nombre con el que se haría conocido: Pipo Pescador. Hoy, tras 38 años de carrera y casi 400 canciones en su haber, sigue ligado al mundo de los chicos, aunque sólo en su faceta de autor. En la entrevista con Página/12 en su casa de Palermo, y recién llegado de España, asegura: “Cuando yo creo una obra soy libre en una parte y tengo que seguir siendo fiel a lo que el público quiere en otra. No lo puedo evitar. Yo ya me acostumbré a cambiar completamente la obra, agregar canciones nuevas y también a siempre encontrar el momento de poner aquellas dos o tres canciones de Pipo que la gente quiere escuchar”.
Su última creación, Tirón de orejas (que los cumplas feliz) (que se presenta sábados, domingos y feriados a las 17 en el Auditorium de San Isidro) recrea el cumpleaños de un chico en un salón de fiestas, y tiene como protagonista al payaso Canuto, un personaje que apareció en sus últimas obras, que es el director del salón. “El mundo de los cumpleaños –explica Pipo– es un punto que yo nunca había tocado en mi carrera: la relación que tiene el niño con el cumpleaños, que es para él algo muy entrañable porque de alguna manera representa la cumbre máxima de su narcisismo. Es decir, el cumpleaños para el niño es la fiesta de sus amigos y también la gran fiesta de su narcisismo. Me pareció bonito crear una obra en relación al mundo del cumpleaños.”
“Yo voy a ver mis espectáculos porque me gusta ver la reacción del público. A la salida charlo con los padres, que son de alguna manera los que fueron los niños de Pipo, y me comentan si el espíritu de Pipo está. El payaso Canuto hace juegos que recuerdan un poquito aquellos juegos de participación que yo hacía en los ’70”, comenta el creador de En el auto de papá y Tubutacaesunahamaca entre otros éxitos, y afirma que “yo trabajé para dos generaciones de niños: los que fueron chicos en los setenta, que hoy tienen treinta y pico, y los hijos de esa generación”.
–¿Por qué dejó de actuar para chicos?
–Primero porque yo quiero cantar mis tangos. Tengo cuarenta tangos políticos, muy divertidos, muy ácidos, y lo vengo postergando porque siempre hay una cosa para hacer para niños. Y segundo porque hace treinta y ocho años que trabajo para niños, entonces creo que pisando los sesenta años es justo que tenga la opción de mostrar otras facetas de mi personalidad artística, como para poder mostrarme al público completo en lo que soy. Además, estoy muy cansado de trabajar, y los sábados y domingos prefiero jugar al golf, en el invierno irme a mi casa de España y quedarme con mi nieta. Y también, seamos realistas, porque no recibí señales suficientemente exhaustivas como para pensar que para las productoras, para los medios, para las discográficas, fuera demasiado importante que yo continuara. Entonces me pareció justo dar un paso al costado y dejar a otros artistas. Siempre voy a poner alguna obra mía, pero lo de actuar ya lo veo más difícil.
–¿Cómo ve el ambiente del espectáculo infantil?
–En el mundo de la televisión, no tengo que decirlo yo porque eso se ve, hay una ausencia de creatividad y de talento que ya tiene muchos años. No pareciera que estén abiertas las puertas para que pueda entrar nadie que venga con una cosa diferente que lo de siempre: la chica con botitas que canta las cancioncitas, que aparece en las vacaciones de invierno y muere en diciembre. Y el año siguiente lo mismo. Estamos así hace doce o quince años: sin ningún proyecto. Cómo me gustaría –porque yo voy a tener sesenta años el año que viene y ya no voy a trabajar más para niños– ver nuevos artistas; quiero decir: un proyecto tan nuevo, tan fresco, tanpotente como el proyecto que trajimos en los setenta. Siempre espero con ilusión que un día aparezca alguien que diga: “Señores, yo traigo algo nuevo para los niños”.
—¿Hay alguna diferencia entre el teatro infantil original y el adaptado de la televisión?
–El teatro para niños es un fenómeno de enorme afectividad, porque es la presencia viva, que es irremplazable. La puesta en un teatro de la calle Corrientes de un programa de televisión ya es otra cosa: una cosa es que vos pongas un espectáculo y logres que los niños adoren al protagonista por cómo se mueve, por lo que dice, por lo que pasa, y otra cosa es que hagas un espectáculo en el que el protagonista ya viene súper endulzado por ocho meses de tele diaria y su presencia provoca ese estallido de simpatía o de adhesión. Porque ese estallido que viene heredado de la tele y se manifiesta en el teatro dura exactamente lo que dura el fenómeno expuesto.
A Pipo le fluyen con naturalidad las palabras. Y dispara: “Tal vez el Estado, si tuviera un proyecto firme y claro para la niñez, debería contemplar seriamente el tema de la televisión para ver cómo utiliza un medio tan poderoso frente al niño para beneficiarlo. Esto es una cuestión de políticas de Estado, y yo ya estoy completamente descreído de que por vías oficiales pueda llegar nada que pudiera cambiar este orden de cosas respecto de la niñez, porque si no llega para las escuelas, si no llega para los hospitales, hasta que lleguemos al teatro o los espectáculos infantiles falta mucho. Por eso yo siento que esto va para largo, y en principio no veo en los próximos años ningún amanecer al respecto”.

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La obra de Pipo se puede ver en el Auditorium de San Isidro.
 
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