ESPECTáCULOS › DEMA Y SU ORQUESTA PETITERA

Historias en blanco y negro de una banda descontrolada

En rigor, no es ni orquesta ni hay mujer alguna allí. Su líder se reivindica como un peronista changarín, y canta cosas de hoy, pero con lenguaje canyengue. Hoy presentan su primer CD en el Tasso.

 Por Cristian Vitale

“No quiero ser tu amigo, tu amigo nunca más, tu amigo ¿para qué?”... La fórmula lisonjera con que Dema y su orquesta Petitera –que no es mujer ni es orquesta– anuncia su recital de hoy, Día del Amigo, en el Torquato Tasso (Defensa 1575), predetermina una actitud coherente dentro de la incoherencia general: nada de lo que digan o hagan puede ser tomado tan en serio, ni tan en broma. Dema, que en la tapa del disco debut –Volumen I– aparece como una dama antigua, petitera y liberada, es en la realidad un muchacho de 31 años que se reivindica como un peronista changarín, y canta cosas de hoy, pero con lenguaje canyengue. Y la orquesta tampoco es una orquesta, sino dos guitarristas bastante descontrolados –el Tío y el Maestro–, que le hacen la segunda al frontman, con sus historias de cabarulos, borrachas quemadas, instintos y barrios bajos. “Cuando nos preguntan qué somos, siempre respondemos lo mismo... más que una orquesta somos un sentimiento, puro corazón”, manifiesta Dema, que en ningún momento de la entrevista con Página/12 se pondrá serio, ni siquiera lo intentará. “En mi vida imaginé que iba a cantar en un grupo de tango –prosigue– es más, jamás podríamos tocar Sur o Volver, simplemente porque no los sabemos. Es más, creo que nosotros no somos tan tangueros, porque tangueros eran los de antes.” Está claro que al trío le importan poco las estrategias usuales de difusión, mucho menos darse a conocer como parte de la nueva generación maleva. Para el Tío, un ex rockero de 32 años venido a menos, el dato que resalta es que ellos ‘se toman en serio el humor’ y que la idea, a grandes rasgos, es rescatar la realidad de hoy a través de un formato viejo, al que tampoco se anima a caracterizar como tango a secas. “Conocemos más de Led Zeppelin que de Pugliese –admite–, incluso arrancamos tocando rock para cuatro o cinco borrachos en barcitos de mala muerte, y después fuimos cambiando algo, no mucho.”
La historia de este singular trío, cuyo cenit fue tocar en el Cervantes con la Orquesta Juan de Dios Filiberto dirigida por Néstor Marconi, surgió de manera imprevista y espontánea. Dema –que nunca dice su nombre– cayó en que era hora de mostrar algunas letras que había grabado, tarareadas, en un grabadorcito de periodista. Corría 2002, y los destinatarios de sus pseudotangos –el maestro y el tío, claro– creyeron que podían hacer algo en conjunto. “Arrancamos tocando en Rucucú, éramos como el copetín de la fiesta”, evoca Alfredo, el tío. Con el correr del tiempo, sin embargo, se hicieron de un puñado importante y heterogéneo de adeptos, interesados en reírse, sorprenderse y repensar la sacralidad del 2 por 4. El gancho es que existen en las historias simples, ácidas y pícaras de Dema, una crítica a la pose moderna y light de las generaciones presentes –“Juguete rabioso / con etiqueta de Taiwan / en un todo por dos pesos / te compraste tu verdad”– y una manera de decir que no admite vueltas, como marca Sentimental, otro de los temas: “Date cuenta de una cosa / la verdad no es novedosa (...) la plata trae al tajo / no tiene solución”. “Nuestros temas son historias que transcurren ahora, películas actuales, pero en blanco y negro. Tienen estética de antes, pero son nuevos”, explica Dema. Los 12 temas que pueblan al gracioso y surrealista Volumen I son de autoría propia. Musicalmente, están impregnados por cierta aura de los años ’20, pero las historias son bien actuales y fieles a las generales de la ley del barrio-cuna del grupo: Mataderos. “Les tenemos poca simpatía a las 4 x 4 y a las Creamfields... una vez, el maestro se fugó a la Creamfields, y tuvimos que ir a buscarlo con la madre. Daba saltos de cuatro metros, no esperábamos verlo de esa manera”, comenta el cantante. En efecto, otro de los “hits” del disco inicial es un homenaje al barrio de Nueva Chicago. “La gente del barrio es buena / el respeto es la ley primera / salvo alguna confusión”.
–¿Por qué definen a la orquesta como “petitera y peronista”?
Dema: –Porque somos populares... además suena raro. Ser coqueta y peronista es muy difícil, ¿no? Y nosotros siempre jugamos con cosas raras. Podemos ser malos, pero no hay duda de que somos únicos. Sabemos lo que queremos.

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“Conocemos más de Zeppelin que de Pugliese”, dice Dema.
 
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