ESPECTáCULOS › CRITICOS, ENSAYISTAS Y SEMIOLOGOS ANALIZAN EL ESTADO ACTUAL DE LA TV ARGENTINA

Las imágenes de un país en auténtica decadencia

¿Cuál es el fenómeno televisivo más importante de este tiempo? Noticias globalizadas, fútbol a toda hora, reality shows como experimentos, programas que exploran emociones íntimas... Opinan, entre otros, Nicolás Rosa, Oscar Steimberg, Noé Jitrik, Leonor Arfuch y Lucrecia Escudero Chauvel.

 Por Julián Gorodischer

¿Qué pasa con la TV de un país en emergencia? El reality show habla de la miseria y el noticiero se obsesiona con la inseguridad; bajan los presupuestos para la producción nacional, pero más aún para la compra de enlatados. Las tardes promueven una única fórmula clonada: el panel de opinadores interesados en un duelo de alto impacto. Y entre las novedades de la TV del país quebrado, ¿cuál prima sobre otras y define una identidad? ¿Un programa de preguntas y respuestas que mide las pulsaciones de sus participantes? ¿El fútbol a toda hora y en cualquier día? Cita ineludible para buscar respuestas, el quinto Congreso de la Federación Latinoamericana de Semiótica reunió en Buenos Aires a prestigiosos críticos y semiólogos de América latina. ¿Cuál es el fenómeno televisivo más significativo de estos tiempos?, preguntó Página/12 a destacados analistas de los medios.

Nicolás Rosa, crítico y ensayista: “Se ha producido un descenso brutal respecto de la calidad de la información, que en su sentido semiótico ya no existe. Está preparada, condimentada para producir cierto tipo de sensaciones en el público. Aquellas personas que tienen un registro básicamente intelectual, que quieren saber qué es lo que pasa en este país, nunca lo sabrán porque el tipo de narratividad de los noticieros tiene el nivel propio del folletín. Lo que importa es atrapar al público, y eso produce una tergiversación fundamental”.

Leonor Arfuch, investigadora en Ciencias Sociales: “Hay una pretensión de decirlo y mostrarlo todo, lo más descarnado, lo más abyecto, lo más terrible y a la vez en ese movimiento se lo neutraliza. Se salta de imágenes tremendas de hambre o miseria a la noticia de fútbol, en un estilo cercano al sarcasmo. Este golpeteo, esta trama sin fin del noticiero al programa de comentario termina produciendo un efecto de saturación, de distanciamiento, y la anulación absoluta de la reflexión. Lo que ocurre en relación con la escena política es francamente negativo: no nos ayuda a reflexionar, ni a tomar conciencia de nuestra responsabilidad ciudadana”.

Noé Jitrik, crítico y ensayista: “Lo más significativo de lo que ocurre en la TV son los programas de tipo político donde se convoca gente. Aparecen con el aspecto de un debate o discusión y en realidad no lo son. Esa tela que cubre la noción de debate, y que aparece ahí, es homóloga de la confusión que reina en la sociedad. Lo significativo es aquello que encarnaría en otro código procesos que se dan en un orden general. Esos procesos tienen que ver con una confusión conceptual, intelectual, política, humana muy grande, y los programas de TV la encarnan”.

Lucrecia Escudero Chauvel, semióloga: “Un fenómeno significativo es la instalación del evento global: la muerte de la princesa de Gales fue un caso hegemónico. Es la idea de que hay megaeventos que concitan la atención planetaria. Fenómenos como la globalización de la muerte de la princesa o el atentado del 11 de setiembre marcan una característica de los medios en la posmodernidad. Es la posibilidad de construir audiencias planetarias. El gran consenso político que se da después del 11 de setiembre es debido precisamente a que sea un evento planetario. De allí que haya sido, a mi juicio, la primera guerra mundial de los medios”.

Oscar Steimberg, semiólogo “Entre los fenómenos más importantes está la acentuación del carácter diferencial de los mensajes televisivos, en el sentido de que cuando uno prende la TV o hace zapping sabe que se le ofrece un repertorio amplio, excesivo, que obliga a reformatear la propia mirada; uno tiene que poner en obra distintos programas de mirada. Esto forma parte del interés de la televisión, y también del rechazo que a veces la TV nos produce. Nos cansa no solamente por repetición sino también por exceso de inferencia”.

Rosa María Ravera, semióloga: “El fenómeno más significativo es el reality show. Es divertido, concita atención pero crea neurosis, y no desarrolla mínimamente la inteligencia. La gente espera poco de la TV, tiene expectativas relacionadas con lo nuevo. La TV tiende a lo simple, como se ve en el nivel de las preguntas en los programas de concurso. Es el mismo nivel cultural bajísimo que se ve en los reality shows: en vez de incrementar la inventiva, cae terriblemente el nivel de la reflexión. Lo que crea satisfacción es ver a un tipo que razona menos que el que ve o escucha del otro lado de la TV”.
Rafael Del Villar, semiólogo de la Escuela de Altos Estudios de París: “La globalización ha implicado diversificar y esto incentiva la producción nacional, que en Chile subió del 36 al 56 por ciento. El aumento de la cantidad de canales lleva a que los canales nacionales tengan que competir de otro modo, sin enlatados. La concepción de la economía argentina es más tradicional, y eso encarece la producción audiovisual. Pero en Chile, donde los canales tienen lo mínimo, la gente joven hace sus pilotos y los vende, y eso baja el costo del canal, que no está supeditado a la burocracia televisiva”.

Diego Levy, especialista en usos sociales de los medios: “Cada vez aparecen más protagonistas de situaciones de conflicto como agentes de información. Cuando la madre de Diego Peralta habla de la pena de muerte, el peso de su opinión adquiere una relevancia mayor a los argumentos en contra del columnista o el conductor. Esto es peligroso: ante la falta de credibilidad de los políticos y la sospecha sobre muchos periodistas, los protagonistas aparecen como imparciales. Se genera entonces un regreso a la fuente directa, que no está mediatizada por la interpretación”.

Luiz Iasbeck Assis, semiólogo de la Universidad Pontificia de San Pablo: “La televisión intenta recuperar sus lenguajes originales para diferenciarse del video o Internet. Trata de regresar a aquellos caminos que inauguró, como el videoclip, unidad de medida del lenguaje televisivo, un mosaico de imágenes editadas que forman un todo. En cuanto al contenido, trata de encajar en el ansia voyeurista de los públicos, que nos sobrevuela desde los orígenes del cine. La TV lo asume y entra en el espacio privado. Son, en definitiva, dos movimientos de retorno a lo consolidado tanto en la forma como en el contenido”.

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Escándalos de la vida privada, reales o no, suman horas de programación.
 
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