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¿Waldo o Waldorf?

Por Manolo Juárez *

En la obra discográfica de Waldo de los Ríos encuentro una diversidad tal de enfoques que puede llegar a confundir al oyente más avezado. Por una parte está el talentoso orquestador y compositor de bandas sonoras para el cine, por otra, el sacrílego que –con una visión absolutamente comercial– les puso batería y bajo eléctrico a inmortales obras de Beethoven y Mozart y, por último, el Waldo que irrumpe con un nuevo mensaje en el panorama de la música folklórica en un medio –como el nuestro– en donde el que piensa distinto lo paga caro.
Al escribir estas breves líneas, la multifacética personalidad de este músico va encontrando en mí su justo lugar de innovador que, junto a Eduardo Lagos, ocupa el sitial de pionero del nuevo lenguaje. Incorporó una nueva sonoridad a un género que parecía no tener otro destino que las formaciones de tres guitarras y bombo o los cuartetos o quintetos vocales que, en la mayoría de los casos, hacían ejercicio ilegal de la música.
El CD que Página/12 edita muestra, con registros inéditos en vida del artista, otra importante faceta de De los Ríos: la de excelente pianista. En el caso de Waldo cabe la frase que alguna vez dijo el escritor francés A. Chauvillier: “Ser original representa un valor; querer serlo es un defecto”. En De los Ríos, a pesar de sus olvidables aventuras comerciales, está presente la voz de un nuevo lenguaje.

* Compositor y pianista. Es autor e intérprete de Río de los Waldos, incluida como bonus track en el CD de Waldo de los Ríos que publica Página/12.

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