PSICOLOGíA

Las erecciones de Pinocho

Por M. S.

A las dos formas de concebir la articulación del psicoanálisis con la “moral sexual cultural” pueden corresponder dos lecturas de esa manifestación corporal representada por la erección. Hay dos concepciones de la potencia según lo acentuado sea el poder de control o la liberación de una fuerza incontrolable bajo forma de “erupción”.
El poder de erección, reconocido como expresión de “potencia”, viene a mofarse de una representación de la soberanía: ¿qué pensaríamos de un cetro que, enarbolado por el soberano, se abandonara de pronto a una gimnasia incontrolada? Lo que así toma la palabra constituye en cierta forma una secesión respecto del conjunto del cuerpo. Según Aristóteles, “la verga, como el corazón, son órganos que se mueven por sí solos”.
Freud apela a comparaciones que gravitan alrededor de la infancia para atribuir a lo pulsional el calificativo de “ineducable”. No es casual que, en el cuento “Pinocho”, un fenómeno metafórico del de la erección, el súbito alargamiento de la nariz, sea atribuido a un niño. Fenómeno que traiciona al propietario del apéndice nasal al poner al descubierto la mentira que éste acaba de cometer.
Atribuir la erección peneana a la turbulencia del niño conduce a colocar en posición de padre legítimo al propietario del conjunto del cuerpo. En su intento de efracción penetrativa, el hijo insumiso encontraría la figura del padre.

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