SOCIEDAD › EMPIEZA EL JUICIO AL JOVEN QUE MASACRó A SU FAMILIA EN SAN VICENTE

El fatal mito del tesoro escondido

Alex Canteros mató a su padre, a la novia de éste y a su abuela. Fue en 2004, en la casa familiar. Una de las hipótesis que se ventilará en el juicio es que se quiso quedar con una supuesta fortuna enterrada en el jardín. También juzgan a un cómplice.

Acababan de cenar en el quincho de su casa, en San Vicente. Era sábado a la noche y en la mesa estaban Norma de Canteros, su hijo Jorge y Giselle Minod, la pareja del hombre. Alex, el nieto, había salido. Ninguno de los tres tenía planes, así que se quedaron viendo la tele. Fue lo último que vieron. El hombre falleció en la cabecera tras recibir varios disparos, la abuela fue ejecutada por la espalda mientras mordía la mandarina y Minod llegó a pararse antes de que la alcanzaran las balas. Esa misma noche del 10 de enero de 2004, Alex y su amigo Gustavo Muñoz denunciaron lo sucedido. Tres días después fueron detenidos y acusados del múltiple homicidio. El móvil habría sido un mito familiar enterrado en el jardín: un botín de 10 millones de dólares. Hoy empieza el juicio oral en La Plata.

La supuesta fortuna que buscaban Alex y Muñoz habría sido acumulada por el abuelo Pepe, en su momento dueño de una importante cadena de zapaterías. Sin embargo, en 1997, el negocio había quebrado y las deudas habían arrinconado a Jorge Canteros y a su madre en la vieja casaquinta familiar de San Vicente. Era la única propiedad que les quedaba. Norma insistía en que el finado don Pepe había enterrado un “tesoro” en el jardín “como para que todos puedan vivir sin trabajar”. Para Jorge era sólo un mito pero, según parece, su hijo pensaba distinto. El joven se había mudado con él un año antes de su muerte –antes estaba con su madre en Córdoba– y junto a su amigo Gustavo Muñoz habrían planeado el crimen.

Según consta en la instrucción realizada por el fiscal Marcelo Martini, tras el crimen los sospechosos aseguraron que ese día habían estado en el supermercado de un shopping en Temperley con una pareja amiga y hasta presentaron boletos de colectivo para apoyar la coartada. Los imputados dijeron que se había tratado de un asalto, ya que faltaban 700 pesos de una caja fuerte –que no había sido violentada– en la casa ubicada en la calle 20 de Junio 192. Sin embargo, pocas horas después, un amigo de los sospechosos, Darío López, confesó ante los investigadores: dijo que él les había dado los boletos de colectivo para ayudarlos y hasta había guardado cuatro vainas servidas de los proyectiles que se dispararon esa noche.

Además, los peritos determinaron que ninguno de los accesos a la vivienda había sido forzado, tampoco reaccionaron los perros (cuatro Doberman y un ovejero alemán) que se encontraban en el parque de la casa. Incluso, fueron encerrados en una habitación, algo que no era habitual, según declararon los vecinos. En la casaquinta había una veintena de armas que eran propiedad de Jorge Canteros. El peritaje determinó que las víctimas fueron asesinadas con “disparos a quemarropa desde la puerta de ingreso a la dependencia que conecta al parque”.

Por estos motivos, Alex Canteros y Gustavo Muñoz llegan al debate oral acusados del delito de “triple homicidio agravado por el vínculo y por alevosía”, por lo que podrían recibir una pena máxima de reclusión perpetua. El juicio estará a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal IV de La Plata, integrado por los jueces Gloria Berzosa, Emir Caputo Tártara y Juan Carlos Bruni. Claro que el mito del tesoro escondido (que bien pudo haber sido una referencia a las cenizas del abuelo Pepe, enterradas en la quinta) se sumó la versión de uno de los investigadores del caso, el comisario Néstor Faidutti, quien reveló que Alex y Muñoz habían consultado a un pai umbanda para que los orientara en la búsqueda del dinero.

Según declaró a los medios el comisario, “se encontraron dos zonas con tierra removida, lo que indica que estuvieron cavando, y había un tercer lugar marcado con un palito donde pensaban cavar en busca del dinero”. Precisó que se trata de un sector ubicado “a unos pasos de un árbol de mandarinas”. Faidutti aseguró que el umbandista “quería cobrarles a los detenidos una comisión de 50 mil dólares si encontraban el dinero”. El pai testificó una semana después del asesinato y dijo que conocía a Muñoz pero no lo veía hacía cuatro meses. Más adelante, Alex recibió un tratamiento psiquiátrico que evidenció sus problemas vinculares: no tenía buena relación con su madre y hermanos en Córdoba y se llevaba pésimo con su padre y Minoud.

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Darío López, amigo de los acusados, confesó en su momento que los ayudó a fabricar la coartada.
Imagen: Télam
 
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