SOCIEDAD › HUBO QUEJAS EN VARIOS BARRIOS DE LA CIUDAD

Día de cortes y protestas

Los alimentos calientes en la heladera, la falta de agua fría y la imposibilidad de refrescar los ambientes de las casas, sumado a que no funcionan las alarmas, son los padeceres que más resaltaron los vecinos de los barrios porteños que, desde principio de semana, sobreviven el noviembre más caluroso de la historia del país con cortes intermitentes de luz. Si bien no pueden ser considerados “apagones”, tanto por su amplitud como por el tiempo que duraron, no hubo un solo barrio porteño en donde algún vecino no haya permanecido algunas horas sin energía eléctrica. En algunos puntos, como Almagro, Boedo, La Paternal, Villa Crespo, Caballito y Versalles, la gente interrumpió el tránsito de las calles, cacerolas en mano, en señal de protesta. “¿Puede ser posible? Uno paga los impuestos religiosamente y lo obligan a vivir como ciudadano de décima categoría. Es un desastre”, se quejó Alicia, que sacó a relucir su enojo por Juan B. Justo y Mercedes, en Floresta, junto a alrededor de 50 vecinos que, desde el miércoles a las 23, se quedaron sin ambos servicios.

Los problemas con el suministro de energía eléctrica comenzaron a registrarse a principios de semana. Para algunos grupos de vecinos que protagonizaron los cacerolazos, que comenzaron a reproducirse en varias esquinas de la ciudad después de las 18, ya eran más de dos los días sin luz.

Los conflictos en el tránsito que provocaron las concentraciones de personas en las calles se sumaron a los ocasionados por la interrupción en el funcionamiento de decenas de semáforos.

En general, los cortes de luz se sucedieron de manera intermitente, durante algunas horas, y no afectaron a amplias zonas en el mismo momento. Se trató de interrupciones en el funcionamiento de las fases, razón por la que el reclamo de muchas personas que viven en edificios de departamentos coincidió en un detalle: en un mismo edificio había departamentos que contaban con el servicio y otros que no. “Ayer a la noche se cortó la fase que alimenta a los que viven al frente, pero a todos los que tienen contrafrente igualmente los afectó, porque esa faz alimenta al tanque y el edificio entero se quedó sin agua”, relató Betty, en el medio de la esquina de Juan B. Justo y Mercedes.

Algo similar sucedió en Caballito, aunque los vecinos de un edificio de Emilio Mitre al 200 recuperaron el funcionamiento normal en pocas horas. “El problema es que todos los departamentos se quedaron sin agua y sin el servicio de ascensor. Es complicado para la gente mayor que vive acá y para los nenes chiquitos subir 18 pisos por escalera”, sostuvo Emilia Serovich. Aunque no participó de ninguna protesta, escuchó cacerolazos cerca de su departamento.

Las cerca de quince cuadras intercaladas alrededor de la esquina de Juan B. Justo y Mercedes fueron afectadas por la rotura de un transformador de Edesur, equipo que recién era revisado por técnicos de la compañía a últimas horas de la tarde. La demora impulsó a Betty y a un grupo de sesenta vecinos a salir de sus casas y departamentos a cortar el tránsito.

Unos seis patrulleros de la Policía Federal acudieron “instantáneamente” al lugar cuando los vecinos del barrio de Floresta prendieron fuego dos gomas y las dejaron consumirse sobre la avenida. “Si vinieran tan rápido cuando hay un robo sería fantástico”, comparó Viviana, cuyos hijos se quejaron por no tener nada fresco que tomar. Mientras que Susana agregó: “Ninguna alarma funciona. No bien se cortó la luz, tres casas fueron asaltadas”, destacó Susana, que vive en Mercedes y Gaona, pero tiene un consultorio en Caballito. Ayer lo tuvo que cerrar más temprano de lo habitual por el corte en el suministro eléctrico.

En tanto, dos de los mercados de los alrededores no abrieron sus puertas ayer. Rubén, que vive de lo que vende en su verdulería –ubicada en Mercedes, entre Juan B. Justo y Gaona–, aseguró a este diario que perdió “más de 500 pesos” en mercadería por haberse cortado la cadena de frío. “Y voy a perder mucho más si no viene la luz hoy, porque esto ya no lo voy a poder aguantar mucho tiempo más. Hizo mucho calor hoy”, apuntó mientras miraba desde la puerta del negocio a sus vecinos golpeando las cacerolas.

Informe: Ailín Bullentini.

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