SOCIEDAD › UN ESTUDIO PROPONE UN AHORRO DE 300 MILLONES DE DOLARES EN CALEFACCION

Un aislamiento beneficioso

La Cámara Argentina de la Construcción, en base a datos del INTI, sostiene que al aislar correctamente las viviendas, el Estado podría ahorrar la mitad de los 600 millones de dólares que cada invierno se invierten para calefaccionar los hogares.

 Por Cledis Candelaresi

Con 3800 dólares adicionales, una nueva vivienda de 60 metros cuadrados podría quedar aislada térmicamente y demandar sólo la mitad de la energía que hoy requiere para calefaccionarse o refrigerarse, con el consiguiente beneficio para la economía individual y estatal, ya que el Fisco hoy subsidia con montos millonarios el precio de los combustibles usados a tal fin. El dato surge de un reciente estudio del Area de Planeamiento Estratégico de la Cámara Argentina de la Construcción, que esta vez identificó nuevos nichos de negocio para el sector con un argumento mucho más convincente que el tradicional, de que el Estado debe reforzar la obra pública o promover el crédito barato. Basados en informes del Instituto de Tecnología Industrial (INTI) sobre cuántas kilocalorías se requiere para templar las casas y lugares de trabajo de todo el país, los constructores hicieron una cuenta impactante: con recubrimientos interiores y refuerzos en las aberturas, podría economizarse más de la mitad de los 600 millones de dólares que hoy se gastan cada invierno para huir del frío.

El aislamiento térmico es un proceso relativamente sencillo. Se trata de cubrir las paredes internas con materiales al estilo de lana de vidrio o telgopor más una terminación estética y aislar las terrazas o techos y reforzar los vanos de las ventanas, a diseñar con doble vidriado. Pautas de construcción comunes en Europa, obligatorias en algunos países de la Comunidad, y que ya están adoptando como imposición otros de la región, Chile entre ellos. En una época de recursos fósiles en declinación y precios estratosféricamente altos –más allá de la coyuntural baja del barril del petróleo–, el rédito de aquella tarea simple surge nítido.

Según el trabajo de la CAC, aislar térmicamente todo el mapa urbano argentino implica un costo a recuperar en trece años con la economización de electricidad y gas, que por el funcionamiento del sistema de precios siempre resulta más cara en los picos de invierno y verano. Ese ahorro posible equivaldría a un 43 por ciento de la demanda actual, recorte que trepa al 51 por ciento si al forrado de las paredes se le añade el doble vidriado de las ventanas. Son valores promedio que cambian según la zona del país que se trate, ya que de acuerdo a lo que surge del mapeo del INTI, es muy superior en las provincias frías, donde a veces se consume aún más combustible del necesario por el filtrado de aire a través de aberturas no acondicionadas.

Construir una vivienda tipo, de 60 metros cuadrados cubiertos, implica afrontar un costo adicional de 65 dólares el metro cuadrado para ajustarla a las normas de aislación térmica ya adoptada en otros países con el fin prioritario de economizar energía. Un valor relativamente acotado si se considera el costo promedio de una construcción en un barrio intermedio de la Capital Federal, por ejemplo. Podría decirse que con un 10 por ciento de recargo puede tenerse una unidad que permitirá al usuario requerir mucho menos electricidad y gas para ganar confort.

En el esquema actual de precios energéticos de la Argentina, gran parte del rédito de ese ahorro lo llevaría el Estado, ya que para suplir la falta de gas local, también usado en la generación de electricidad, importa a su costo combustibles líquidos como gasoil, fuel oil o metano. Todo a valores que multiplican geométricamente el precio del carburante sustituido. Para los constructores, ese esfuerzo fiscal va en desmedro de sus intereses de un modo directo. “Los subsidios se han convertido en el principal competidor de la inversión en infraestructura cuando se distribuyen los presupuestos públicos”, sentencia el trabajo. La intención confesa de los empresarios es que, liberado de la obligación de comprar aquellos onerosos productos en el exterior, el Ministerio de Planificación tenga más fondos disponibles para construir puentes, caminos o viviendas sociales.

Pero el fundamento técnico de la propuesta trasciende los mezquinos intereses sectoriales y apunta certeramente a un problema global como es la escasez de combustibles fósiles, en plena etapa de declinación. Para enfrentar este problema y, al mismo tiempo, disminuir la emisión de gases tóxicos que producen el efecto invernadero, las dos variantes son el desarrollo de fuentes alternativas y, más inmediato, la reducción de las pérdidas o desperdicio. Los constructores argentinos se postulan para ambassoluciones.

El otro nicho de negocio identificado es, justamente, el impulso a las obras de infraestructura que permitan vigorizar y eficientizar el transporte público. Con un consumo del 28 por ciento, este sector es el principal demandante de energía fósil del país, por encima de la industria, que absorbe otro 25. Un dato contundente a la hora de buscar soluciones que, a juicio de Fernando Lago –el técnico de la CAC que compiló todos los datos en un informe síntesis–, hasta debería incluir el rediseño de las ciudades. Esa tarea supone, por ejemplo, construir estaciones sobreelevadas, sistemas de seguridad para pasajeros y peatones, señalización adecuada, y los controvertidos carriles exclusivos o Car Pool Line.

La tercera veta de la construcción está asociada a nuevas fuentes de energía, que podrían asumir la forma de paneles solares o usinas individuales, una por cada edificio, quizás alimentadas con algún biocarburante. Esto implica nuevas instalaciones, incluyendo redes de distribución, competencia de las constructoras. Ningún planteo de ejecución inmediata, como los que la Cámara hizo hasta hace poco reclamando que se vuelquen masivamente fondos de las extintas AFJP al sector. Esta vez, una propuesta a mediano plazo, sujeta a una política energética integral con principios de necesaria economía, difíciles de ignorar por los gobiernos.

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El ahorro energético que se obtiene con el correcto aislamiento térmico está en la mira de los constructores.
Imagen: Carlos Serarols
 
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